Los universitarios entre el Instituto y la Universidad

Colina y Rubio, Carlos María

Nació en la ciudad de Colima, el 4 de noviembre de 1813. Fueron sus padres los señores Isidro Colina y María de la Luz Rubio. A los trece años se matriculó en el Seminario Conciliar de Guadalajara, donde obtuvo una beca de gracia; en 1830 concluyó el Curso de Artes que dirigió el doctor Pedro Barajas. Luego siguió sus estudios de Teología, y el 12 de marzo de 1837 el obispo Diego Aranda le confirió la ordenación sacerdotal.

El 28 de abril de 1839 recibió el grado de licenciado en Teología en la Universidad Nacional de Guadalajara, y el 5 de mayo inmediato se le otorgó el doctorado e impartió la cátedra universitaria de Sagrada Escritura.

Desempeñó los siguientes cargos: catedrático de Ética, Religión y Teología Moral en el Seminario Conciliar de Guadalajara; en 1845 fue nombrado prosecretario de la Mitra; el 31 de enero de 1852 ingresó al Cabildo Eclesiástico como medio racionero y en 1853 ascendió a secretario de cámara y gobierno del Obispado.

El 7 de abril de 1854 fue preconizado obispo de Chiapas, y recibió la consagración episcopal de manos del obispo Pedro Espinosa el 20 de agosto inmediato, en la Catedral de Guadalajara.

El 20 de noviembre del citado año tomó posesión del Obispado de Chiapas, en el cual visitó el Soconusco, aumentó las canonjías catedralicias, donó al Seminario un gabinete de Física y dotó económicamente las parroquias pobres y un hospital.

Al oponerse a la aplicación de las Leyes de Reforma, en 1859 fue expulsado del país, se refugió en Guatemala y luego en Roma, donde el papa Pío IX lo nombró nuncio apostólico en la República de El Salvador, sin embargo no pudo ejercer este cargo por el estado de violencia que también reinaba en aquel país, por lo que nuevamente pasó a residir a Guatemala.

El 19 de marzo de 1863 fue trasladado al Obispado de Puebla de los Ángeles, a cuya ciudad llegó el 7 de febrero de 1864, ahí construyó el nuevo edificio del Seminario Diocesano, restableció el Colegio Clerical y erigió nuevas parroquias.

En 1866 concurrió a la reunión de obispos en la Ciudad de México, para tratar con el emperador Maximiliano I lo referente al concordato que regulara las relaciones Iglesia-Estado; en 1869 se trasladó a Roma para participar en el Concilio Vaticano I.

Confirió la consagración episcopal a los señores Ladrón de Guevara, su sucesor en Chiapas Ambrosio Serrano y Rodríguez primer obispo de Chilapa, Francisco Suárez Peredo para Veracruz, Vicente Fermín Márquez Carrizosa para Oaxaca y José Vicente Salinas Infanzón primer arzobispo de Durango.

Las distinciones que recibió fueron: el título de consejero de estado, la cruz de comendador de la Orden de Guadalupe, la cruz y placa de gran oficial y gran cruz de la misma Orden de Guadalupe; los títulos pontificios de patricio romano, prelado doméstico, asistente al Solio Pontificio y de presidente honorario del Instituto de África para las Misiones.

Su obra bibliográfica publicada es de carácter meramente eclesiástico, entre la que se encuentran quince cartas pastorales a sus diocesanos de Chiapas y seis a los de Puebla.

Tras una penosa y prolongada enfermedad, falleció en la ciudad de Puebla el 10 de marzo de 1879, sus restos mortales descansan en la cripta de la Catedral angelopolitana.