Las gestiones para la fundación de la universidad de Guadalajara
El Ayuntamiento de Guadalajara reactiva las gestiones
Transcurrieron ocho años más para que el Ayuntamiento retomara el asunto de la fundación de la Universidad, y así el 13 de enero de 1758 nombró al licenciado Tomás Ortiz de Landazuri y al mismo licenciado De la Mota Padilla para que entregaran las propuestas de este último al gobernador y presidente de la Real Audiencia. Acordaron, el 10 de marzo del mismo año de 1758, pedir el parecer sobre el asunto al obispo de Guadalajara, fray Francisco de San Buenaventura Martínez de Tejada; al deán de la Catedral, doctor Ginés Gómez de Parada, y al Cabildo Eclesiástico, así como a los prelados de las órdenes dominicana, franciscana, mercedaria y a los rectores de los colegios de Santo Tomás, de San Juan Bautista y del Seminario Conciliar.
El obispo y el Cabildo Eclesiástico se negaron a ceder el antiguo edificio del Seminario Conciliar –anexo al Templo de la Soledad– para la sede universitaria, ante lo cual los dominicos ofrecieron sus claustros para que se fundara en ellos la Universidad, como ya había sucedido en Ávila, Pamplona, Santo Domingo en la Isla Española, en La Habana y en Manila.
Si la propuesta de los dominicos no fuera aceptada, el fiscal de la Real Audiencia sugirió como sede el edificio de los oficiales reales. Para la dotación de las cátedras se aplicarían lo reales novenos y recursos de las vacantes mayores y menores, tanto del Obispado de Guadalajara, como del de Durango. Estas propuestas se enviaron a la Corte Real.
El 11 de agosto de 1762, el rey Carlos III suscribió en San Ildefonso una cédula real ordenándole al obispo de Guadalajara, Diego Rodríguez de Rivas y Velasco, que informara acerca del sitio donde convendría fundar la Universidad, el costo de la obra del edificio y de dónde se podría financiar la dotación de las cátedras. Se desconocen las circunstancias por las cuales el obispo no rindió el informe requerido.