La fundación y la inauguración de la Real universidad de Guadalajara
Fray Antonio constituye de nitivamente el patrimonio universitario
El 10 de diciembre de 1790, mientras continuaban las gestiones en Madrid a petición del Ayuntamiento de Guadalajara, fray Antonio Alcalde prorrogó el plazo perentorio –que, como ya se señaló, expiraba en 1790– por tiempo indefinido, para aplicar su donación de 20,000 pesos para la dotación de las cátedras de Prima de Leyes y de Cánones. Y poco más tarde, cumpliendo su promesa al rey de ceder a la futura Universidad la mitad de las rentas que hubiera devengado a la hora de su muerte, agregó así al futuro patrimonio universitario, 40,000 pesos más, constituyendo de tal forma un fondo equiparable al total del monto del capital de las obras pías que administraron los jesuitas en Guadalajara, durante cerca de doscientos años. Además incitó al Cabildo Eclesiástico para que aportara 10,000 pesos más, por lo que así constituyó definitivamente el patrimonio de la futura Universidad.