La organización de la Real Universidad

La matrícula y el estatus estudiantil

Los aspirantes a ingresar a la Universidad deberían concurrir a la oficina del secretario para abrir la matrícula y así “ser contados en su número y gozar de todos los privilegios que de derecho y de costumbres les son concedidos”(C. clxii); el costo de la matrícula era de cuatro reales (C. clxxix). Y al tiempo de asentarla juraban obediencia al rector in licites et honestis.

Los estudiantes estaban obligados a vivir en casas honradas y libres de sospecha; a observar buena conducta y, en caso de cometer algún delito, serían castigados por el rector.

Tenían prohibido portar armas en los recintos universitarios, y si así fuera, se les quitarían y en caso de reincidencia se les encarcelaría una semana y perderían el curso lectivo (C. clxiv); deberían vestir el traje talar de color negro, con manteo o golilla y sin adornos superfluos (C. clvii); se abstendrían de ser padrinos de bodas y sólo podrían serlo de bautismo con licencia del rector, otorgándola dificultosamente, por los gastos que dicho compromiso implicaba; además no deberían hacer escrituras de obligación ni tomar fiado (C. clxvi); sólo podrían contraer matrimonio con el consentimiento del vicepatrono (C. clxvii); y no se les permitía reunirse fuera de las horas lectivas en el edificio de la Universidad con sus compañeros para estudio ni mucho menos para almuerzos o juegos (C. cxci).