Los universitarios sin universidad

Las generaciones de los profesionistas sin universidad

Al clausurarse la Universidad de Guadalajara por cerca de sesenta y cinco años, no se extinguió la tradición educativa a nivel medio y superior en la ciudad de Guadalajara, sino que las futuras generaciones de profesionistas continuaron su formación tanto en los liceos y escuelas profesionales estatales, como en las instituciones educativas católicas.

Y con todo y que se presentó una muy sensible debacle en la calidad de la enseñanza estatal, esto no fue suficiente para que dejaran de formarse brillantes profesionistas, que integraron las generaciones de los universitarios sin universidad.

En la ciencia jurídica destacaron el educador Andrés Terán y Aguilar, el ministro de la Suprema Corte de Justicia Francisco H. Ruiz, el fundador del primer bufete corporativo de Guadalajara Efraín González Luna, y los juristas Julio Acero Cruz y Mariano Coronado Tortolero, autores de tratados que sirvieron de libros de texto en las escuelas de jurisprudencia del país.

El Congreso Constituyente de 1916-1917 fue presidido con gran profesionalismo y aceptación por el abogado Luis Manuel Rojas Arriola. Y fueron diputados constituyentes por Jalisco: Amado Aguirre Santiago, Marcelino Dávalos Vázquez, Paulino Machorro y Narváez, Sebastián Allende Rodríguez, Ignacio Ramos Praslow y Juan de Dios Robledo. Estos tres últimos también gobernaron el estado de Jalisco.

La primera huelga obrera de Jalisco fue organizada por Roque Estrada Reynoso, quien además fungió durante la campaña presidencial de 1910 como secretario del futuro presidente de la república, Francisco Ignacio Madero. Y por su obra Legislación y jurisprudencia sobre terrenos baldíos, Wistano Luis Orozco fue considerado como precursor intelectual del movimiento revolucionario.

En el movimiento del catolicismo social y como ideólogo de la Cristiada, la figura central fue el abogado Anacleto González Flores, calificado por Antonio Gómez Robledo como el “Sócrates Tapatío”. Además de Eduardo José Correa, fundador del Partido Católico Nacional; de Miguel Gómez Loza, gobernador civil cristero de Jalisco; de Miguel Palomar y Vizcarra, dirigente de la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa; y de Pedro Elías Vázquez Cisneros, presidente regional de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana.

En la medicina sobresalieron los doctores Antonio Ayala Ríos, Joaquín Baeza Álzaga y Salvador Garcíadiego y Sanromán. Y también destacaron notablemente, aunque más en la literatura que en la medicina, Mariano Azuela González y Enrique González Martínez. El primero de ellos, por su obra Los de abajo, es considerado el creador del género literario de la novela de la revolución. El segundo fue uno de los grandes poetas de América, y en varias ocasiones se le mencionó como candidato al Premio Nobel de literatura.

La historia –y muy particularmente la regional– fue cultivada con gran acierto y calidad por Luis Pérez Verdía y Villaseñor, Victoriano Salado Álvarez, José Ramírez Flores y José Ignacio Dávila Garibi, este último destacado genealogista internacional.

En las bellas artes destacaron: Gonzalo Curiel Barba, compositor; José Arriola Adame, musicólogo y literato; Antonio Zaragoza, poeta lírico; Salvador Quevedo y Zubieta, prosista; Felipe Castro y José Vizcarra, pintores; Rafael Urzúa Arias, arquitecto; y Ambrosio Ulloa, fundador de la Escuela Libre de Ingenieros.

La figura más brillante de este periodo fue el ingeniero civil y arquitecto Luis Barragán Morfín, considerado el máximo arquitecto mexicano del siglo xx, cuya obra fue reconocida a nivel internacional con el Premio Pritzker de Arquitectura, otorgado por la Fundación Hyatt.

Las siguientes biografías, que aparecen en orden alfabético, expresan más en detalle las trayectorias de los universitarios sin universidad.