Biografías por órden alfabético

Arreola Zúñiga, Juan José


> Yo, –escribió– señores, soy de Zapotlán el Grande. Un pueblo que de tan grande nos lo hicieron Ciudad Guzmán hace cien años. Pero nosotros seguimos siendo tan pueblo que todavía le decimos Zapotlán [...] Nací el año de 1918, en el estrago de la gripa española, día de San Mateo evangelista y Santa Ifigenia virgen –21 de septiembre–, entre pollos, puercos, chivos, guajolotes, vacas, burros y caballos.

Fueron sus padres los señores Felipe Arreola Mendoza y Victoria Zúñiga Chávez, y fue sobrino del sacerdote y científico José María Arreola.

A los cinco años inició su instrucción primaria en el Colegio de las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, y la continuó en el Colegio Renacimiento de los profesores Gabino y José Ernesto Aceves, pero

no pude seguir [en la escuela] por razones que vienen al caso pero que no puedo contar: mi infancia transcurrió en medio del caos provinciano de la Revolución Cristera. Cerrados las iglesias y los colegios religiosos, yo, sobrino de señores curas y de monjas escondidas, no debía ingresar a las escuelas oficiales so pena de herejía. Mi padre, un hombre que siempre sabe hallarle salida a los callejones que no la tienen, en vez de enviarme a un seminario clandestino o a una escuela de gobierno, me puso sencillamente a trabajar. Y así, a los doce años de edad entré como aprendiz al taller de don José María Silva, maestro encuadernador, y luego a la imprenta del Chepo Gutiérrez. De allí nace el gran amor que tengo a los libros en cuanto objetos manuales.[^6]

A sus diez años compuso para la navidad su primer poema:
Soy autodidacto –continúa–, es cierto. Pero a los doce años... leí a Baudelaire, a Walt Whitman y a los principales fundadores de mi estilo: Papini y Marcel Schwob, junto con medio centenar de otros nombres más y menos ilustres [...] Y oía canciones y los dichos populares y me gustaba mucho la conversación de la gente del campo.[^7]

Sobre su trayectoria vital, de 1930 a 1940, escribió: “He desempeñado más de veinte oficios y empleos diferentes [...] He sido vendedor ambulante y periodista; mozo de cuerda y cobrador de banco, impresor, comediante y panadero. Lo que ustedes quieran”.[^8]

En septiembre de 1934 se trasladó a Guadalajara y se empleó en la tienda de abarrotes de la familia Watanabe y continuó en sus ratos libres el cultivo de las letras. En 1935 regresó a Zapotlán, trabajó en una tienda y escribió sus memorias. A finales de 1936 pasó a radicar a la Ciudad de México, donde en 1937 se inscribió en la Escuela de Teatro de Bellas Artes, la cual dirigía Fernando Wagner, de quien recibió clases particulares de declamación. Entonces se ganó su sustento como abonero en la Colonia Obrera, cobrador en el Banco de Comercio y locutor de la radio xejp, fue actor en varios grupos teatrales experimentales y recibió las enseñanzas de Rodolfo Usigli y de Xavier Villaurrutia.

En agosto de 1940 se unió a su familia en Manzanillo, donde permaneció sólo por unos meses y regresó a su pueblo natal, ahí escribió su primer cuento titulado “Sueño de Navidad”, publicado el 1° de enero de 1941 en el periódico El Vigía, enseguida escribió “Análisis de un sueño”, y ese mismo año fue nombrado profesor de Historia y Literatura en la Escuela Secundaria de Ciudad Guzmán.

Se estableció nuevamente en Guadalajara en enero de 1943, en donde fue jefe de circulación del periódico El Occidental. En agosto fundó la revista literaria Eos, junto con Arturo Rivas Sainz, en la cual publicó su segundo cuento con el título “Hizo el bien mientras vivió”.

Conoció al comediante francés Louis Jouret en 1944, quien lo invitó a París. En 1945 ganó una beca de Instituto Francés de la América Latina para ir a Francia a estudiar arte dramático. En París cursó declamación y técnica de la actuación con los maestros Jean Louis Barrault, Pierre Renoir, Jean Le Golf y el citado Jouret. Sobre ello escribió: “Ese viaje es un sueño que en vano trataría de revivir; pisé las tablas de la Comedia Francesa: [como] esclavo desnudo en las galeras de Antonio y Cleopatra, bajo las órdenes de Jean Louis Barrault y a los pies de Marie Bell”. [^9]

Luego de vivir un año en Francia regresó a Guadalajara donde de junio de 1945 a febrero de 1946, en unión a Antonio Alatorre, dirigió la revista Pan.

Ingresó a El Colegio de México en 1946 como becario de la sección de Filología; de 1946 a 1949 fue corrector de estilo de la editorial fce en la cual publicó su libro Varia invención en 1949, y en la unam por varios años impartió Literatura y fue jefe del Departamento de la misma materia.

En 1952 publicó Confabulario, el cual incluye su cuento “El guardagujas”, y en 1953 se le otorgó el Premio Jalisco en la rama de Literatura. Luego fundó y dirigió la colección “Los presentes” hasta su número cincuenta, al igual que la revista Mester de su taller de Literatura, considerado el primero en su género en México, además dirigió la revista Cuadernos y libros del Unicornio.

En 1955 obtuvo el primer lugar en el festival del Instituto Nacional de Bellas Artes por su obra La hora de todos, al año siguiente colaboró en los programas de literatura en Radio Universidad, y en 1959 publicó su obra Bestiario.

Como director de la Casa del Lago en 1960 fue invitado a impartir unos cursos a escritores cubanos en la Casa de las Américas en la Habana; en 1963 fue nombrado coordinador de ediciones de la presidencia de la república, y publicó su libro La feria, por el cual ganó el Premio Xavier Villaurrutia.

Por esos años colaboró en las revistas Letras de México, El hijo pródigo y Universidad de México; y en los suplementos culturales de Novedades y de Siempre!.

En la Universidad de Guadalajara fue nombrado profesor el 16 de noviembre de 1969, impartió los cursos III y IV de Composición en la maestría en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras. Los estudiantes lo recuerdan siempre ataviado con capa negra y cuestionándolos sobre la calidad de sus trabajos, e invitándolos mejor a dedicarse a la venta de papitas... Dejó las cátedras de Composición IV el 8 de abril de 1970, y la de Composición III el 11 de abril del citado año.

Publicó Palindroma (1971); *La palabra educación (1973 ); Y ahora la mujer (1975); e Inventario (1976).

El 19 de noviembre de 1971 fue electo presidente de la Federación Mexicana de Ajedrez; en 1973 inició una activa participación en los programas culturales de televisión, incluida la comercial. Sobre su arribo a la empresa Televisa expresó:

Fue en realidad un consenso general, una opinión entre los dirigentes de los tres canales (se refiere también al Canal Once): “este hombre debe ir a Televisa para que ahí suelte su rollo”. Para llegar a muchos más lugares del país, aún del extranjero. Es lo bello de mi vida, que no es decisión personal sino a la que me empujaron personas y situaciones.[^10]

Con todo, confesó que no fue admitido en El Colegio Nacional por haber hecho publicidad a empresas productoras de bebidas embriagantes.

Se le consideró como uno de los más grandes cultivadores de la literatura oral, son incontables sus charlas y conferencias, además de haber grabado más de mil programas de televisión, entre ellos el titulado “Vida y voz” que se transmitió en el Canal 2 de Televisa, sus comentarios durante el Campeonato Mundial de Fútbol de Italia de 1990, en las Olimpiadas de Barcelona de 1992 y el programa “Arreola y su mundo”. Comentó profusamente la historia universal en la estación de radio xew, al presentar la Enciclopedia para todos. Historia del hombre en 52 volúmenes (1979), obra de la Fundación Cultural Televisa, A. C.

En 1976 recibió el Premio Nacional de Lingüística y Literatura. Otras de las distinciones que recibió fueron la condecoración del Gobierno de la República de Francia como oficial de las Artes y las Letras, el Premio Nacional de Periodismo de 1977, y el Premio Nacional de Programas Culturales de Televisión.

Recibió el homenaje nacional que organizó el Instituto Nacional de Bellas Artes en diciembre de 1985, y se anunció una nueva edición de Confabulario.

Fue nombrado miembro del Consejo Estatal de la Cultura y de las Artes, del gobierno del estado de Jalisco en 1989, y de nuevo recibió el Premio Jalisco.

Es uno de los mejores cuentistas mexicanos contemporáneos, y fue muy significativo que el escritor argentino Jorge Luis Borges incluyera uno de sus cuentos en su selección universal de obras, titulada Biblioteca Personal.

En 1987 se le dedicó la Primera fil de Guadalajara y al año siguiente participó en el homenaje a Juan Rulfo durante la segunda edición de la feria; en 1991 fue nombrado director de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco dependiente de la Universidad de Guadalajara, y en 1992 recibió el Premio Internacional de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, por lo que se le dedicó nuevamente la fil en su sexta edición.

En la fil de 1994 presentó su libro Memoria y olvido. Vida de Juan José Arreola (1920-1947). Contada a Fernando del Paso; en 1997 recibió el Premio Internacional Alfonso Reyes; fue homenajeado por el Congreso del Estado de Jalisco en 1999; y en la Editorial Alfaguara publicó su ensayo “Ramón López Velarde: el poeta revolucionario”.

Falleció en Guadalajara el 3 de diciembre de 2001, recibió los homenajes póstumos en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara y en el Palacio de Gobierno del Estado de Jalisco; la misa de funeral se celebró en la Parroquia de la Madre de Dios.

En la plaza principal de su ciudad natal se le dedicó un busto de bronce con su figura, y la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco lleva su nombre.

El 6 de marzo de 2015 el Congreso del Estado de Jalisco lo declaró Benemérito en grado ilustre, y el 21 de septiembre sus restos mortales se trasladaron a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, donde se develó la estatua conmemorativa.

Juicios y testimonios

Julio Cortázar: “Y me parece que lo mejor de Confabulario y de Varia invención nace de que usted posee lo que Rimbaud llamaba le lieu et la formule, la manera de agarrar al toro por los cuernos y no, ay, por la cola como tantos otros que fatigan las imprentas de este mundo [...] Usted no puede ver las cosas más que con los ojos del poeta [...]”.


Guillermo García Oropeza: “Juan José Arreola es autor de un milagro menor: haber transformado el lenguaje cotidiano del Jalisco campesino en un lenguaje poético. Lo que en otros escritores menos finos hubiera sido simple localismo, por la pintoresca, entrecomillada y curiosa, en Arreola se pule y compone para obtener, simplemente, una música nueva [...] El lenguaje popular esta allí, genuino y creíble, pero Arreola lo ha arreglado para obtener un misterioso esplendor. Nos topamos de nuevo con aquello de la enigmática desnudez del estilo arreolesco”.


Xavier Villaurrutia: “Arreolita, te tengo una buena noticia. Eres más que un escritor”.