Kamal Tolba, Mostafá
Nació en Zifta, Egipto, el 8 de diciembre de 1922. Su padre era profesor y propietario de algunas tierras de cultivo.
Estudió en la Facultad de Ciencias de la Universidad de El Cairo, y se tituló con honores de primera clase en 1943, como licenciado en Ciencias. Hizo su maestría en Fisiología de Plantas, y en 1949 se doctoró en Patología de las plantas en el Colegio Imperial de la Universidad de Londres, Reino Unido.
Fue profesor de Microbiología, secretario general del Consejo Nacional Científico de su país, agregado cultural de la embajada egipcia en Estados Unidos y ministro de la Juventud del Gobierno de Egipto.
De 1971 a 1973 fue director adjunto de la Dirección Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (pnuma); en 1973 fue electo director titular por la Asamblea General de las Naciones Unidas y se le reeligió en 1980 y 1984.
Logró el más aplaudido éxito del Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas (unep) en 1987, al adoptarse en Montreal, Canadá, el histórico acuerdo para la protección de la capa de ozono, el cual comprometía a los países firmantes a reducir las emisiones de gases de clorofluorocarbonos.
Debido a su gran actuación al frente del pnuma fue invitado para participar en calidad de secretario general de las Naciones Unidas en la Conferencia sobre Desertificación (uncod), en la cual encabezó un plan mundial de acción para detener la amenaza relacionada con la desertificación, que pone en peligro la sobrevivencia de una quinta parte de la población mundial.
Durante los últimos catorce años ha encabezado el programa para proteger el medio ambiente; en 1992 presidió la delegación de Egipto a la Conferencia sobre el Medio Ambiente impulsando la adopción del unep. También trabajó con gran éxito en la firma de tratados internacionales para proteger el Mar Mediterráneo, el Mar Rojo, el Golfo de Adén y la Región de Kuwait, áreas permanentemente afectadas por conflictos bélicos, y precisamente durante la guerra entre Irán e Irak sostuvo conversaciones con las partes beligerantes sobre asuntos ambientales que interesaban a ambos países.
Como catedrático de la Universidad de El Cairo y como subsecretario de Estado para la Enseñanza Superior, impulsó la instauración de la educación ambiental en todos los niveles educativos. Lo anterior lo concretizó a nivel internacional con un programa que se lleva a cabo en forma coordinada entre la unesco y el unep, y que ha involucrado a más de cien países y a diez mil educadores.
De 1950 a 1973 publicó alrededor de noventa y cinco artículos sobre las enfermedades de las plantas, sustancias antifungales, fisiología de microorganismos y varios otros temas en revistas científicas internacionales. Uno de sus trabajos es “Para salvar el mundo verde” y sus libros Desarrollo sin destrucción. Evolución de las percepciones ambientales (1982); Salvemos El Planeta. Problemas y soluciones (1992), entre otros.
Los reconocimientos que recibió fueron: la condecoración de Ciencia y Tecnología Nacional de Primer Orden, el premio del Centro para Disputa y Resolución de Estados Unidos, mismo que resaltó su actuación para unir países que tienen mares en común, y adoptar planes conjuntos sobre el manejo del medio ambiente; el premio de Egipto en Biología, condecoraciones de España, Polonia, Hungría, Jordania y Marruecos; y los doctorados honoris causa en Ciencias de la Universidad de Moscú y de la Facultad de Agricultura de Gembloux, Bélgica.
En reconocimiento a su destacada labor humanitaria y de investigación en el ámbito internacional sobre asuntos relacionados con el medio ambiente, el 11 de noviembre de 1992 el Consejo General Universitario de la Universidad de Guadalajara acordó conferirle el doctorado honoris causa, el cual le fue entregado el 27 inmediato, y su discurso de aceptación del grado se publicó en la Revista de la Universidad de Guadalajara con el título “Para recuperar nuestros días perdidos”.