Larios Valencia, Roberto
Nació en Tepic, Nayarit, el 14 de julio de 1945. Fueron sus padres los señores Fermín Larios Peregrina y Guadalupe Valencia de Larios.
En Guadalajara cursó su primaria en el Colegio México, la secundaria y el bachillerato los realizó en Ciudad Obregón, Sonora, en la Secundaria número 1 José Rafael Campoy, y en la Preparatoria Nocturna del Instituto Tecnológico de Sonora, respectivamente.
Ingresó en 1965 a la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara, para cursar sus estudios profesionales. El 18 de diciembre de 1970 se tituló de abogado con la tesis “La no exigibilidad de otra conducta como excluyente general y supralegal de culpabilidad”, y perteneció a la generación Licenciado Enrique González Romero.
Su labor magisterial la realizó fundamentalmente en la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara donde fue profesor auxiliar de Derecho Penal curso I de 1972 a 1974; auxiliar de Psicología Jurídica de 1974 a 1976; de tiempo parcial nombrado el 28 de febrero de 1977; interino de Derecho Penal curso I del grupo 2º “D” del 16 de septiembre de 1974 al 1° de septiembre de 1978; extraordinario de Derecho Penal curso I del grupo 2º “A” del 1° de septiembre de 1978 al 1° de marzo de 1982; interino de Derecho Penal curso II del 1° de junio de 1979 al 1° de marzo de 1983; interino de Derecho Penal curso I del grupo 2º “C” del 1° de octubre de 1978 al 1° de marzo de 1983; profesor huésped de Teoría General de las Normas Penales en la maestría de Derecho Penal nombrado el 1° de marzo de 1983; a propuesta del Consejo de Facultad fue nombrado profesor titular de Derecho Penal curso I, el 16 de septiembre de 1985; extraordinario de Derecho Penal curso I a partir del 1° de marzo de 1986; honorario en el Departamento de Disciplinas Jurídicas en Materia Penal a partir del 16 de febrero de 1987; de tiempo completo nombrado el 1° de junio de 1988; y extraordinario del Seminario de Derecho Procesal a partir del 14 de junio de 1988.
Maestro de excepción en todo el sentido de la palabra. Llegaba a la Facultad de Derecho varios minutos antes de la siete de la mañana para departir amistosamente con sus colegas maestros. Sus comentarios sobre temas políticos, académicos e incluso deportivos, siempre eran chispeantes y a la vez profundos, los cuales continuaba mientras subía la escalera que lo conducía al salón de clases, donde impartía su cátedra llena de sabiduría, pero acorde al nivel de los principiantes en las ciencias penales. Al final iba bajando la escalera pausadamente, resolviendo las dudas de los estudiantes y aunque con el tiempo limitado por sus compromisos de funcionario, nunca mostraba impaciencia para orientar las incontables tesis profesionales que dirigió, asesoró y aconsejó.
Sabiduría y generosidad fueron sus principales características magisteriales. Siempre lo veíamos con un libro nuevo en la mano, para estar constantemente actualizado en la materia de su especialidad; siempre lo encontramos dispuesto a compartir sus profundos conocimientos. Sabíamos que presentar con él un examen de tesis era un verdadero reto, pero a la vez teníamos la certeza de que sabría valorar justamente el esfuerzo del estudiante. Al suprimirse del plan de estudios como materia obligatoria la cátedra de Criminología, manifestó que él estaba dispuesto a impartirla gratuitamente y a los que quisieran voluntariamente cursarla, tiempo le faltó...
En el ciclo escolar 1967-1968 impartió el primer curso de Español en la Secundaria del Instituto Cultural de Estudios Medios de Occidente.
Sus actividades profesionales y los cargos públicos que desempeñó fueron: del 1° de abril de 1973 al 15 de octubre de 1978 auxiliar del Bufete de Servicio Social de Zapopan; de 1974 a 1976 abogado categoría “B” encargado de las secciones penal y administrativa del Departamento Jurídico del Ayuntamiento de Guadalajara; de 1975 a 1976 miembro del Bufete Jurídico de la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara; de 1977 a 1979 oficial mayor de Padrón y Licencias del Ayuntamiento de Guadalajara; de 1980 a 1983 ejerció su profesión en su bufete particular; el 1° de marzo de 1983 fue nombrado subprocurador general de Justicia del Estado de Jalisco; y en 1984 ocupó la Jefatura del Departamento de Servicios Coordinados de Prevención y Readaptación Social (descopres).
Al frente del descopres tuvo la gran oportunidad de hacer realidad las enseñanzas de los grandes penalistas y criminólogos que él tanto admiró. Impuso una disciplina humanista en los centros carcelarios; la Industria Jalisciense de Rehabilitación Social empezó a tener ganancias pecuniarias; buscó que los auténticos medios para lograr la rehabilitación de los reos fueran el trabajo, los libros, las actividades culturales, deportivas y religiosas; él mismo iba a las librerías a elegir los materiales adecuados, irradió humanismo, y afectó intereses creados ante los que se mostró inflexible.
Durante la campaña presidencial del licenciado Carlos Salinas de Gortari fue nombrado miembro de la Comisión Nacional para Asuntos de Seguridad.
Entre las múltiples conferencias e intervenciones que sustentó se encuentran: “La reforma penal”; “Alcohol y delito”; “El Derecho en los Estados Unidos”; “La misión de la juventud”; “La vocación del abogado”; “La confesión en materia penal”; “La ley sobre venta y consumo de bebidas alcohólicas”; “La mujer y la función pública”; “John Peter Zenger y la libertad de prensa”; “Figuras del Derecho Penal Contemporáneo”; “Los impuestos y su función social”; “La reforma administrativa”; “Sobre la tortura”; “La responsabilidad penal de los servidores públicos”, febrero de 1983, en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Colima; “La función de la Policía Judicial”, abril de 1983, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara; “La procuración y administración de justicia en México”, julio de 1983, en la Universidad de San Diego California, Estados Unidos; “Los delitos sexuales”, julio de 1983, en el Centro de Capacitación de la Procuraduría General de Justicia de Jalisco; “Medidas de seguridad en materia de menores”, septiembre de 1983, en la Junta de Mejoramiento Moral, Civil y Material de Guadalajara; “Menor en situación extraordinaria”, septiembre de 1983; “Carrara el visionario”, 1988, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara, entre otras.
En entrevistas publicadas en el periódico El Informador desarrolló los siguientes temas: “Pros y contras de la pena de muerte”, 21 de octubre de 1973; “La reforma de las codificaciones penales”, 19 de octubre de 1975; “Libertad preparatoria y delitos contra la salud”, 21 de mayo de 1978; y “Libertad de expresión, información y censura”, 18 de febrero de 1979.
En Radio Metrópoli, del Grupo Notisistema, disertó sobre los temas: “La responsabilidad civil del Estado”, “La reforma penal federal”, “Lenocinio”, “La pena de muerte”, “La responsabilidad del funcionario público”, “Las lesiones deportivas” y “Sistemas penitenciarios”.
Algunos de los títulos de sus artículos publicados son: “La reforma penal y Montesquieu” en la revisa Advocatus; “Opinión ante el Congreso del Estado de Jalisco en relación al anteproyecto del Código Penal” y “La individualización de la pena” en la revista Jure de la Facultad de Derecho; y “¿Qué es el descopres?” en la revista Foro del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, diciembre de 1985.
Según testimonio de su amigo y compañero de cátedra, el licenciado Leobardo Larios Guzmán se disponía a iniciar su obra doctrinal.
Era un lector ávido, se deleitaba en las obras de los grandes clásicos de las Ciencias Penales, tales como César Beccaria, Francisco Carrara y Luis Jiménez de Asúa, y leía en los idiomas italiano, inglés y francés.
Entre las representaciones que desempeñó tenemos: ante la Comisión de Estudios Legislativos de la Cámara Federal de Diputados, en relación con las reformas de los Códigos Penal y Procesal en materia penal federal en mayo de 1978; relator de la tercera mesa penal en la Sexta Asamblea Nacional de la Federación de Colegios de Abogados en marzo de 1979; representante de la Barra Jalisciense Colegio Ignacio L. Vallarta a la Segunda Convención de la Raza, National Bar Association celebrada en Alburquerque, Nuevo México, Estados Unidos, en octubre de 1979; ante el Congreso del Estado de Jalisco para emitir su opinión sobre el anteproyecto del Código Penal para el estado de Jalisco en julio de 1981; ponente en la Primera Reunión de Consulta Popular sobre administración de justicia en el área de seguridad pública, celebrada en marzo de 1983; y representante de la Procuraduría General del Estado de Jalisco ante el Patronato del Tratamiento Post-Institucional, en junio de 1983.
Las asociaciones a las que perteneció fueron: la Barra Jalisciense de Abogados Colegio Ignacio L. Vallarta A. C.; La Raza National Bar Association, Estados Unidos; la Sociedad de Profesores de la Facultad de Derecho y la Federación de Profesores Universitarios.
Recibió un reconocimiento de la Facultad de Derecho y de la Federación de Estudiantes de Guadalajara en 1982, fue padrino de la Generación de Abogados 1978-1983 y de la Primera Generación de Especialistas en Derecho Penal 1983-1984.
A pesar de haber recibido numerosas amenazas de ultimarlo, nunca se rodeó de un aparato de seguridad, no decayó su estado de ánimo ni varió su vida normal.
El martes 25 de octubre de 1988, como siempre, fue a impartir su cátedra de Derecho Penal a los estudiantes del grupo 3º “C”, y enseguida salió a cumplir sus obligaciones en el descopres. Hacia las tres de la tarde se dirigió en su automóvil al restaurante El Partidero ubicado en la carretera vieja a Zapotlanejo, donde fue interceptado con gran violencia por tres individuos fuertemente armados, quienes lo condujeron a una brecha aledaña, lo obligaron a bajar del vehículo a golpes y lo asesinaron. Así se convirtió en una víctima más de los narcotraficantes, que al ser privados de sus privilegios carcelarios, se vengaron.
Muerte paradójica, quien fuera un ferviente enemigo de la aplicación de la pena de muerte a los delincuentes, fue víctima de ellos.
La sociedad jalisciense se conmocionó con su fallecimiento, y recibió el homenaje póstumo de las autoridades estatales, judiciales y universitarias, pero de forma muy especial de sus amigos y sus discípulos.
Sus restos mortales fueron llevados el 26 de octubre al auditorio Salvador Allende de la Facultad de Derecho, donde se verificó el solemne acto luctuoso, y fue inhumado en el Cementerio Municipal de Mezquitán.
El 14 de julio de 1989 se colocó una placa con su nombre en la Casa del Preliberado. El 25 de junio de 1990 el Ayuntamiento de Guadalajara decidió dar su nombre a un parque de la colonia Independencia; un aula de la Facultad de Derecho evoca su generoso magisterio universitario; y en 1991 la Comisión Nacional de los Derechos Humanos publicó el libro Roberto Larios Valencia. Penitenciarista, que reúne varios de sus ensayos y conferencias.
Juicios y testimonios
José Luis Cárabes Gonzáles: “Después de divorciar a uno de sus clientes accidentalmente lo encontró en el centro de la ciudad.
—Fulano –le dijo– quiero que me invites a comer a tu nuevo hogar.
—Cuando usted quiera abogado –contestó– sinceramente el agradecido sujeto.
Larios Valencia acudió al domicilio. Saboreó la comida. Se privó de bebidas alcohólicas, como era su costumbre. Y ya en la sobremesa confesó el verdadero motivo de su visita.
—Lo cierto es que yo no soy abogado divorcista. Después de promover la disolución de algunos vínculos conyugales me queda la duda si mi cliente no ha corrido una suerte peor en su segundo matrimonio. No me perdonaría que así ocurriera”.
José Manuel Correa Ceceña: “Era un profesional reconocido, hombre honesto, cumplido y estimado por todos”.
Leobardo Larios Guzmán: “Hombre extraordinario, estudioso del Derecho, sin tacha, ejemplo de capacidad y honestidad”.
Juan Peña Razo: “Fue un ejemplo como penalista, honesto en todas sus acciones, maestro que cumplió con su deber en todos los ámbitos de la vida, como padre de familia, funcionario y amigo”.