Desarrollo histórico (1951-1975)
1968: un año axial
Este año fue definido por Octavio Paz como un
año axial: protestas, tumultos y motines en Praga, Chicago, París, Tokio, Belgrado, Roma, México, Santiago... De la misma manera que las epidemias medievales no respetaban ni las fronteras religiosas ni las jerarquías sociales, la rebelión juvenil anuló las clasificaciones ideológicas. A esta espontánea universalidad de la protesta correspondió una reacción no menos espontánea y universal: invariablemente los gobiernos atribuyeron los desórdenes a una conspiración del exterior [...]1
¿Pero realmente qué impulsaba los movimientos estudiantiles que provocaron en Francia la renuncia a la presidencia del general Charles de Gaulle, en Checoslovaquia el decidido apoyo de los jóvenes al socialismo de rostro humano de Alexander Dubcek con la consecuente invasión soviética, o en Alemania la rebelión en las universidades, por citar algunos ejemplos?
El francés Raimundo Aron aventuró la hipótesis de que
quizás los estudiantes, salidos de la burguesía, expresan un malestar de toda la civilización occidental. Quizás estos libertarios que rechazan a todas las autoridades, preparan inconscientemente la ruina de nuestras libertades, es decir, la ruina del orden liberal del que la universidad, a pesar de sus defectos, continuaba garantizándolo.2
Para el citado Octavio Paz la rebelión estudiantil:
Su exasperación no brota de condiciones de vida particularmente duras sino de la paradoja en que consiste ser estudiante: durante los largos años que pasan aislados en universidades y escuelas superiores, los muchachos y las muchachas viven en una situación artificial, mitad como reclusos privilegiados y mitad como irresponsables peligrosos. Añádase la aglomeración extraordinaria en los centros de estudio y otras circunstancias bien conocidas y que operan como factores de segregación: seres reales en un mundo irreal.3
En el extremo del arco ideológico universitario, llama la atención el testimonio del entonces joven profesor de Teología de la Universidad de Tubinga, Joseph Ratzinger, quien en sus memorias relató:
Casi fulminantemente cambió el ‘paradigma’ cultural a partir del cual pensaban los estudiantes y una parte de los docentes. Hasta entonces, el modo de pensar había estado por la teología de Bultmann y por la filosofía de Heidegger, catalogándolo de pequeño burgués; casi contemporáneamente a mi llegada, fue llamado a la facultad evangélica de teología Jürgen Moltmann que, en su fascinante libro Teología de la esperanza, repensaba la teología a partir de Bloch. El existencialismo se desintegraba completamente y la revolución marxista se encendía en toda la Universidad, la sacudía hasta sus cimientos.4
Y si en Europa Occidental, con regímenes democráticos formales, los estudiantes cimbraron las estructuras sociopolíticas anulando toda clasificación ideológica, ¿qué se podía esperar en el México inmerso en el discurso gobiernista del nacionalismo revolucionario?, y más en concreto, ¿cómo irrumpiría la protesta juvenil en la Universidad de Guadalajara, cuya dirigencia era tan afín al régimen de Gustavo Díaz Ordaz?