Los universitarios sin universidad

Azuela González, Mariano

Nació en Lagos de Moreno, Jalisco, el 1º de enero de 1873. Fueron sus padres los señores Evaristo Azuela y Paulina González. La familia era propietaria de un rancho, situado en las inmediaciones de Lagos.

En la escuela del profesor Eugenio Alcalá cursó su primaria, y en 1855 ingresó al Liceo del padre Miguel Leandro Guerra, en el cual estudió los cuatro años del bachillerato.

En 1889 se trasladó a Guadalajara y se matriculó en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco, en el que concluyó sus estudios preparatorios. Luego estuvo un año en el Seminario Conciliar de Guadalajara.

En 1894 inició sus estudios profesionales en la Escuela de Medicina de Guadalajara, durante los cuales residió en una casa de asistencia que se encontraba en la calle de Belén:

En ella trascurriría toda su vida estudiantil, interesado más que en los libros de patología, por las novelas realistas francesas y españolas. Esos años, también, delinearon su vocación literaria [...] El ambiente estudiantil en la casa de asistencia y en la Escuela, sus vivencias en la Alameda y en las calles tapatías y –por supuesto– la influencia de la literaria europea dieron pie para que se iniciara en el mundo de las letras. En 1896 envió a un diario capitalino, bajo el pseudónimo de Beleño, una serie de pequeños cuentos titulados “Impresiones de un estudiante”. Tuvo una magnífica acogida, hecho que lo estimuló para seguir escribiendo [...]1

En tanto realizaba el internado en el Hospital Civil escribió su primera novela, que tituló María Luisa, y en 1899 obtuvo su título de médico.

En 1900 regresó a su natal Lagos, donde adquirió una botica que se transformó en un lugar de tertulia de los lugareños intelectuales y se dedicó al ejercicio de su profesión.

Al inicio de la revolución compartió el ideario de Francisco Ignacio Madero. En 1911 fue nombrado jefe político interino de Lagos de Moreno, luego nuevamente se reintegró a la atención de los enfermos.

En 1914 se unió a la tropa villista comandada por el general Julián Medina, en calidad de médico de la tropa con el grado de teniente coronel. Al ser designado el general Medina gobernador de Jalisco por la Convención de Aguascalientes, lo nombró director de Educación Pública. Por aquel entonces frecuentaba el Centro Bohemio, en el que disertó sobre la obra de Émile Zola. Tras la derrota de los villistas por los carrancistas, fue ocultado de los carrancistas por José Guadalupe Zuno y Manuel Martínez.

En 1915 se exilió en El Paso, Texas, donde concluyó su célebre novela Los de abajo, escrita entre los sobresaltos de la huida y la cual se vio obligado a vender en tan sólo veinte dólares al periódico El Paso del Norte. Con esta obra se convirtió en el pionero de la novela de la revolución, aunque ya con esta temática había escrito en 1911 Andrés Pérez, maderista.

En 1916 cruzó la frontera disfrazado como algodonero, con rumbo a Guadalajara, y se estableció en la Ciudad de México con su familia, desempeñándose como médico en el barrio de Santiago-Tlatelolco.

Al estar resentido con todo lo relacionado con la actividad pública, optó por no aceptar el cargo de director de la Escuela de Medicina de Guadalajara, que le ofreció el gobernador José Guadalupe Zuno.

El resto de sus días los dedicó a las letras y al ejercicio profesional de la medicina, establecido permanentemente en la capital del país. Fue médico de la beneficencia pública y atendió a los enfermos más pobres.

Su producción literaria abarca más de sesenta obras, entre ellas: Pensamiento al doctor Agustín Rivera (1902); María Luisa (1907); Los fracasados (1908); Mala hierba (1909), traducida al inglés y al francés; Andrés Pérez, maderista (1911); Los de abajo (1915), traducida al inglés, francés, alemán, portugués, ruso, chino, japonés y con más de veinte ediciones en español; Los caciques (1917); Domitilo quiere ser diputado (1918); La malhora (1923); La luciérnaga (1932); Pedro Moreno, el insurgente (1933); El camarada Pantoja (1937); San Gabriel de Valdivias. Comunidad indígena (1938); Nueva burguesía (1941); El padre don Agustín Rivera (1942); Pedro Moreno, José Rosas Moreno y Agustín Rivera (1943); La marchanta (1944); Cien años de novela mexicana (1947); Sendas partidas (1949); Esa sangre (1958); De médico, poeta y loco, todos tenemos un poco (1960); Breves consideraciones sobre Iturbide primer emperador de México (1960); Páginas autobiográficas (1974). Las tres últimas –entre otras– fueron publicadas en forma póstuma.

En 1942 recibió el Premio Nacional de Literatura, en 1943 fue miembro fundador de El Colegio Nacional y en 1949 se le otorgó el Premio Nacional de Artes y Ciencias. También fue miembro fundador del Seminario de Cultura Mexicana.

Falleció en la Ciudad de México el 1º de marzo de 1952; fue inhumado en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón Civil de Dolores.

El 26 de noviembre de 1953, con la presencia del presidente de la república, Adolfo Ruiz Cortines, El Colegio Nacional le rindió el homenaje póstumo. En 1964 la Secretaría de Educación Pública impuso su nombre a un jardín de niños y en Guadalajara se le dedicó una estatua.

Juicios y testimonios

Tamara Azuela Williamson: “Mariano Azuela vivió intensamente cada instante de su vida. Como médico procuró comprender y ayudar a sus enfermos y como novelista supo plasmar en cada una de sus obras la realidad circundante y las circunstancias sociales que privaron en México durante los años de revolución”.


Alfonso Caso: “Se ha discutido si Los de abajo es la obra que inicia el sentido mexicano en la novela; si Azuela no tiene como precursores otros hombres que se preocuparon por escribir sobre lo nuestro y por contar la vida de nuestros pueblos y nuestros campos. Nadie negará sin embargo a Azuela ser el iniciador de este género nuevo que surge con él, y que se llama ‘la novela de la Revolución’, y ser también uno de los grandes creadores del resurgimiento de la novela latinoamericana”.


Emmanuel Palacios: “La resonancia literaria de Los de abajo, sus repercusiones en la novelística actual, su significación en el panorama de las letras de América, no han bastado para rendir a algunos de esos rigurosos críticos mexicanos, en contraste con los de otras latitudes que reconocen en Azuela, a uno de los novelistas más pujantes de México. ¿Quizá se deba esto a la posición que adoptó siempre frente al fenómeno literario, la que contrasta con el concepto que de éste tienen quienes le escatiman su reconocimiento? Porque don Mariano ha declarado expresamente cuál es su actitud de escritor: ‘Yo –dice– escribo para el gran público y no para los selectos, prefiero ser leal con los míos a dar gato por liebre’”.


Wolfgang Vogt: “Al gran interés de los extranjeros por la Revolución Mexicana se debe en gran parte el éxito de la novela de la Revolución. Los de abajo fue traducida a ocho idiomas [...] Las innumerables ediciones de bolsillo de la novela comprueban que la gente realmente sigue leyendo este libro”



Referencias
  1. ámara Azuela Williamson, “Mariano Azuela. El Hombre”, La Plaza, Guadalajara, año i, núm. 3, noviembre de 1986, p. 11. ↩︎