Los universitarios sin universidad
Barragán Morfín, Luis
Nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de marzo de 1902. Fueron sus padres el licenciado Juan José Barragán Estrada y la señora Ángela Morfín Miramontes.
En su infancia, lo que más le impresionaba fueron sus estancias en el rancho que su familia tenía cerca del pueblo de Mazamitla, años más tarde lo evocaba:
Estoy enraizado en México, tuve la suerte de haber vivido en provincia, en pequeños pueblos y haber conocido mucho la vida de las rancherías. En mi infancia están mis mejores recuerdos y mis mejores sueños. Mi infancia en el campo me marcó definitivamente. Creo, como lo dice Emilio Ambasz, que lo que hacen los escritores, los pintores, los artistas en general es siempre autobiográfico. Inconscientemente los recuerdos de mi infancia resurgen en mi obra; por eso hago abrevaderos o bebederos para caballos, y escojo ocres y rojos, colores de la tierra, colores de la sangre[...] 1:
De 1915 a 1920 estudió el bachillerato en la Escuela Preparatoria de Jalisco. De 1920 a 1923 cursó sus estudios profesionales de Ingeniería Civil en la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara. El 13 de diciembre de 1923, con la tesis “Estudio del aprovechamiento de agua para las zonas de San Gabriel y Jiquilpan”, recibió su título profesional de ingeniero civil. Continuó con los estudios de arquitecto recibiéndose como tal en 1925; su título profesional fue reconocido por la Universidad de Guadalajara.
De 1925 a 1927 viajó por Europa. Tuvo la fortuna de conocer a Igor Stravinsky, a Le Corbuisier y a Pablo Picasso. Admiró los jardines de Ferdinand Bac en Les Colombiers y la Alhambra de Granada, lo cual lo llevó a “hace[r] un descubrimiento que decidirá su vocación de jardinero”. 2: En Nueva York conoció a José Clemente Orozco.
A su regreso a Guadalajara ejerció su profesión diseñando varias residencias particulares, entre ellas la casas de Robles de León (1927), la de Aguilar (1928), la de Gustavo R. Cristo (1930) y la de González Luna –actual Casa iteso Clavigero– (1931). Algunas de estas obras fueron publicadas en las revistas The Arquitectural Record y Casa Bella.
En 1930, al fallecer su padre, viajó nuevamente a Europa, extendiendo su recorrido por el norte de África. En Marruecos
le impresionaron las construcciones en las que el barro y la tierra de las que están hechas se integran al paisaje. Quedaron grabados en su memoria los interiores en penumbra, los juegos de luz propiciados por las ventanas pequeñas que protegen del sol candente y del calor, los vericuetos de las calles que llegan a fuentes en donde la gente llena sus cántaros de agua. 3
De nuevo en su ciudad natal, con su hermano, el ingeniero Juan José Barragán, ganó en 1934 el concurso para realizar el Parque de la Revolución. Otras de sus obras en Guadalajara son: la escultura “El pájaro amarillo” en la colonia Jardines del Bosque, el camellón del Paseo de la Arboleda, la capilla abierta –hoy oficina del registro civil– del Parque de las Estrellas, el Templo del Calvario, la glorieta de los Niños Héroes y el canal jardín de la calle Constelación.
También hay que señalar que por estos años recibió la influencia del arquitecto Eduardo Rendón, de quien “incorporó la sencillez de la construcción popular mexicana –incluidas sus macetas bien cuidadas puestas con gusto y refinamientos–, en las hermosas casas que construyó cerca de la Catedral de Cuernavaca, Morelos”. 4
Pero lo que reconoció como su influencia máxima fueron las pinturas de De Chirico:
La magia –expresó– que siempre busqué la encontré en él. Cuando vi llegar sus cuadros pensé: “Esto es lo que yo puedo llegar a realizar también en la arquitectura de paisajes” [...] arquitectura hecha con muros y murallas y una serie de espacios en los que pasas de una reja a otra reja, de un juego de agua a un patio donde también hay agua. 5
Desde 1936 vivió en la Ciudad de México, donde adquirió un terreno a un lado de la avenida de San Jerónimo, conocido como “El Cabrío”, que está frente al Pedregal.
Entre 1944 y 1945 concibió la idea de transformar el paisaje volcánico del Pedregal en jardines y espacios habitables, que se fundieran con los elementos naturales; así evocó aquel momento:
En la vasta extensión de lava en el sur de la ciudad de México, me dispongo, sacudido por la belleza de ese viejo paisaje volcánico, a construir unos jardines que se vuelvan humanos sin destruir el maravilloso entorno.
Paseando por grietas de lava, protegido por la sombra de grandes muros de piedra viva, descubrí de pronto –¡ah bellísima sorpresa!– pequeños valles verdes secretos, bordeados por las más caprichosas, bellas y fantásticas formaciones de roca, esculpidas por las piedras derretidas, por los poderosos vientos prehistóricos. 6
Y con esa idea se asoció con José Alberto Bustamante, y compró 250 ha en El Pedregal y se dio a la tarea del diseño y la construcción del fraccionamiento. Diseñó su primer jardín para la casa de Carlos Trouyet, jardín que llegó a ser a nivel mundial uno de los más fotografiados.
En 1947 construyó su casa en Tacubaya, y entre 1952 y 1955 reedificó en Tlalpan el Convento de las Capuchinas Sacramentarias del Corazón de María, al cual agregó una capilla, considerada como una de sus obras más significativas:
Allí empleó por primera vez el prisma triangular, dando la sensación de una quilla de barco penetrando en el espacio. Es una estructura con movimiento porque se desliza hacia adentro junto con la luz del vitral. El color naranja que ilumina la capilla, surgió de un accidente fotográfico. Barragán pidió al fotógrafo Armando Salas Portugal que forzara las fotografías a distintos colores, como estudio. Por accidente, una de ellas resultó naranja brillante y Barragán de inmediato se decidió por ese color, que no se usaba en las iglesias. 7
Durante el periodo gubernamental del licenciado Agustín Yáñez (1953-1959) fue declarado Hijo Predilecto de Jalisco.
En 1955 recibió el encargo de diseñar un símbolo para la promoción del fraccionamiento Ciudad Satélite, y en lugar de la fuente que se le había pedido, en unión con Mathías Goeritz diseñó las Torres de Satélite.
En 1957 planeó el fraccionamiento de Las Arboledas, asociado con los hermanos Bustamante. También por estos años diseñó la Plaza del Campanario y la fuente del Bebedero.
Entre 1963 y 1964 proyectó el fraccionamiento de los Clubes, con su fuente de Los Amantes y un gran portón. Tanto en los fraccionamientos de los Clubes, como en las Arboledas, realizó proyectos de tipo ecuestre. Por estos años diseñó varias residencias particulares, entre otras las de Eduardo Prieto, la de Eduardo Villaseñor y la casa-establo de los Egerstrom, la cual incluyó la cuadra de San Cristóbal.
Entre 1964 y 1965, en colaboración con el arquitecto Juan Sordo Magdaleno, recibió el encargo de proyectar la ciudad de Lomas Verdes. Ambos arquitectos viajaron a Europa para estudiar lo que allí se realizaba en desarrollos urbanísticos. De regreso en México, realizó el diseño general con una capilla de mosaico dorado, como símbolo del complejo habitacional.
En 1965, invitado por Louis Kahn, intervino en la construcción de una plaza en la Jolla, California; también diseñó el estudio del cineasta Francis Ford Coppola.
En Guadalajara proyectó y diseñó los fraccionamientos Jardines del Bosque y El Palomar, además de algunas casas en la ribera del Lago de Chapala.
En el plano académico cultivó relaciones con la Universidad de Guadalajara por medio de la Escuela de Arquitectura, en la cual dictó varias conferencias, además de donarle una importante colección de yesos, réplicas de torsos clásicos, facsimilares de Hércules mutilados o Afroditas sin cabeza ni brazos, y “unos libros soberbios que siguen siendo los mejores del acervo de la Facultad de Arquitectura”. 8
Fue considerado uno de los pilares de la llamada Escuela Tapatía de Arquitectura, junto con Ignacio Díaz Morales, Rafael Urzúa y Pedro Castellanos, cuyas características, según Germán Solinís, son la inscripción del funcionalismo en una composición de filiación mediterránea; la prolongación de los espacios internos domésticos hacia terrazas y corredores para gozar del aire libre; el uso de materiales regionales, tales como el ladrillo clásico de Guadalajara, la cerámica de Tonalá y la cantera de lugares aledaños; además del aprovechamiento de árboles y vegetación para matizar la luz y la temperatura.
Aunque Barragán afirmó “que nunca he sabido transmitir sino mi emoción. No sabía explicar la teoría de la arquitectura”. 9 De la cual expresó: “Toda arquitectura que no expresa serenidad, no cumple con su misión espiritual. Por eso ha sido un error sustituir el abrigo de los muros por la intemperie de los ventanales”. 10
De aquí que en Estados Unidos se empezó a conceptuar el Barragán Style, el cual Xavier Guzmán Urbiola describe así:
Designa en arquitectura a cierta imagen formal cuyas características vulgarizadas serían: el predominio del muro sobre el vano, cierta escala aunque chaparra monumental y la utilización de colores deslavados –ocre en especial– en grandes muros aplanados. Todo ello apunta hacia la recuperación de ciertos signos que refieren a la imagen de la hacienda rural mexicana. 11
En 1967 recibió el Premio Nacional de Artes, e ingresó como miembro del American Institute of Architects en Washington.
En 1980 alcanzó el reconocimiento mundial al otorgársele el Premio Internacional Pritzker de la Fundación Hyatt, el cual es considerado el equivalente al Premio Nobel en arquitectura. Convirtiéndose además en el segundo de los arquitectos que se le otorgó esta distinción a nivel internacional, por la totalidad de su obra. En su discurso de aceptación del premio, que tituló “Religión y mito”, expresó:
¿Cómo comprender el arte y la gloria de su historia sin la espiritualidad religiosa y sin el trasfondo mítico que nos lleva hasta las raíces mismas del fenómeno artístico? Sin lo uno ni lo otro no habría pirámides de Egipto, ni las nuestras mexicanas; no habría templos griegos ni catedrales góticas, ni los asombros maravillosos que nos dejó el Renacimiento y la Edad Barroca. Sin el afán de Dios nuestro planeta sería un yermo de fealdad [...] 12
El Museo de Arte Moderno de Nueva York realizó una muestra retrospectiva de su obra y editó un libro alusivo, cuyo autor fue Emilio Ambasz, que distribuyó el New York Graphic of Boston, además el semanario Times le dedicó un suplemento cultural.
En 1984 fue nombrado miembro honorario de la American Academy and Institute of Arts and Letteers of New York, y se le otorgó el doctorado honoris causa de la Universidad Autónoma de Guadalajara.
En 1985 recibió el Premio Jalisco, y la empresa Televisa organizó una exposición de su obra en el Museo Rufino Tamayo; sin embargo, ante la desmedida comercialización de su obra decidió demandar judicialmente a la empresa, pero las medidas dilatorias de la Procuraduría General de la República impidieron que alcanzara a ver concluido el proceso.
Escribió el prólogo del libro de José Guadalupe Zuno sobre el pintor José María Estrada, y el citado discurso de recepción del Premio Pritzker.
Sobre la muerte había expresado: “La certeza de nuestra muerte es nuestra fuente de vida. Cuando las creaciones de los humanos sobreviven a sus creadores, entonces la muerte se convierte en vida”. 13
Falleció en la Ciudad de México el 22 de noviembre de 1988, y recibió el homenaje póstumo de la comunidad artística en el vestíbulo principal del Palacio de Bellas Artes. El 24 inmediato fueron trasladados sus restos a Guadalajara, donde las autoridades estatales y de la Universidad de Guadalajara le rindieron los máximos honores. Fue inhumado en el Panteón de Mezquitán, según su expreso deseo de reposar al lado de los restos de su madre.
En 1988 se constituyó la Fundación Cultural Luis Barragán, que tiene por objeto la protección de su persona, sus ideas, sus obras y sus documentos al ser considerado “Un Tesoro Cultural Viviente”. Sin embargo, ante la nula compresión y apoyo gubernamental, la Fundación trasladó su sede a Birsfeldem, Suiza. En 1994 sus archivos fueron adquiridos por la asociación de amigos del Museo de Vitra de Diseño, de la Galería Max Protetch de Nueva York. En cuanto a los más de dos mil volúmenes de su biblioteca y sus documentos personales, los resguarda la Fundación de Arquitectura Tapatía.
En 1989, la Junta de Andalucía y su Consejería de Obras Públicas y Transporte publicó el libro Obra construida. Luis Barragán 1902-1988. Y en 1994 la revista Artes de México le dedicó su número de primavera, con el título “El mundo de Luis Barragán”.
El 22 de noviembre de 1994 se inauguró en Madrid una exposición con los diseños de su obra, la cual luego sería llevada a Helsinki, Estocolmo, Washington, Chicago, Tokio, Valencia, Berlín, Venecia y París.
En el año 2000 se presentó su obra en Alemania, Londres y Tokio, con la exposición titulada “La revolución silenciosa”, la cual luego vendría a México. Ese mismo año se estableció en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey la Cátedra Luis Barragán.
Con motivo del primer centenario de su nacimiento, el 27 de febrero de 2002 fue declarado Benemérito Ilustre de Jalisco por el Congreso del Estado. El 9 de marzo de 2002 sus restos mortales fueron llevados a la Catedral Metropolitana, donde el cardenal, arzobispo Juan Sandoval, ofició la solemne misa de exequias. Finalmente, el 12 del mismo mes sus restos fueron depositados en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, donde además se develó su estatua.
En la plaza principal de Mazamitla, Jalisco, se colocó una placa en su honor, y una calle de la Ciudad de México lleva su nombre.
Juicios y testimonios
Guillermo García Oropeza: “Estamos frente al más importante arquitecto mexicano, desde Manuel Tolsá. Tan importante que abandona los campos usuales de la arquitectura para internarse en cierta escultura, cierta pintura, cierta poesía. Creador de unos cuantos monumentales, de unas fundamentales imágenes que obsesionan a la arquitectura mexicana de hoy y que son reproche y posible alternativa. Luis Barragán es eco de su arquitectura, como su arquitectura a su vez viene a reflejarlo. La misma elegancia de sencillez suprema, el mismo señorío, la misma inteligencia clara”.
Octavio Paz: “El arte de Barragán es un ejemplo del uso inteligente de nuestra tradición popular. Algo semejante han hecho algunos poetas, novelistas y pintores contemporáneos. Nuestros políticos y educadores deberían inspirarse en ellos: nuestra incipiente democracia debe y puede alimentarse de las formas de convivencia y solidaridad vivas todavía en nuestro pueblo. Estas formas son un legado político y moral que debemos actualizar y adaptar a las condiciones de la vida moderna. Para ser modernos de verdad tenemos antes que reconciliarnos con nuestra tradición”.
Elena Poniatowska: “Luis Barragán es a la arquitectura lo que José Clemente Orozco a la pintura y lo que Juan Rulfo a la literatura; un ser esencial y verdadero, un hombre complejo y triste, un creador, dramático en sus líneas escuetas, monacales, orgullosamente humilde o humildemente orgulloso en su afán de monumentalidad. Los tres le tiran a lo grande; los tres también son grandes, y los tres tienen raíces profundas en la tierra. Cosa curiosa también los tres son jaliscienses. Yo me he preguntado en muchas ocasiones qué tiene Jalisco que da tales hombres: Orozco, Rulfo, Barragán, Soriano, Jesús Reyes Ferreira, Yáñez, José Luis Martínez y muchos más”.
Referencias
-
Elena Poniatowska, Todo México, México, Diana, 1990, tomo i, p. 29. ↩︎
-
Ibid., p. 45. ↩︎
-
Ibid., p. 46. ↩︎
-
Ibid. et loc. cit. ↩︎
-
Ibid., p. 22. ↩︎
-
Luis Barragán, Composición de recintos. Una poética del espacio. En “El mundo de Luis Barragán”, Artes de México, núm. 23, primavera de 1994, p. 29. ↩︎
-
Ibid., pp. 47-48. ↩︎
-
Gonzalo Villa, “Recuerdos de Luis Barragán”, El Occidental, Guadalajara, 5 de febrero de 1989, sección D, p. 11. ↩︎
-
Elena Poniatowska, op. cit., p. 9. ↩︎
-
Ibid., p. 14. ↩︎
-
Xavier Guzmán Urbiola, “Más allá del Barragán style”, La Jornada, México, 29 de octubre de 1985, p. 25. ↩︎
-
“El mundo de Luis Barragán”, op. cit., p. 28. ↩︎
-
Ibid., loc. cit. ↩︎