La fundación y la inauguración de la Real universidad de Guadalajara

Concurso de oposición para la elección de catedráticos

De acuerdo con la Real Cédula de Erección, el rector y el cancelario mandaron fijar en las puertas del edificio universitario los edictos que convocaban a las oposiciones de las cátedras. Los actos de oposición se iniciaron en septiembre, y concluyeron a mediados de octubre de 1792.

Con los triunfadores así se integró la primera nómina de catedráticos universitarios, a saber: para la cátedra de Vísperas de Teología, al doctor José Ángel de la Sierra; para la de Prima de Teología, al doctor José Apolinario Vizcarra, marqués de Pánuco; para la de Santo Tomás –concedida a la Orden de los Predicadores–, al reverendo padre lector fray Nicolás Antonio Muñoz; para la de Teología –concedida a los Frailes Menores de la Provincia de Santiago de Xalisco–, al reverendo padre lector fray Francisco Antonio Padilla; para la de Lugares Teológicos, al reverendo padre lector fray Joseph Antonio Panes; para la de Prima de Sagrados Cánones, al licenciado Joseph María Bucheli; para la de Prima de Leyes, al doctor Juan María Velázquez; para la de Prima de Medicina, al bachiller Mariano García de la Torre, y para la de Cirugía, al bachiller Ignacio Brizuelas.1 Y como primer secretario de la Universidad se nombró al abogado Rafael Dionisio Riestra y Román.

Otras de las labores preparatorias llevadas a cabo por el rector José María Gómez y Villaseñor, fueron las gestiones ante el fiscal de lo Civil y el virrey, para obtener la iglesia y la sacristía, de las cátedras del aula general y demás mobiliario, y de la librería (biblioteca) del antiguo Colegio de Santo Tomás. En cuanto a la iglesia y la sacristía tuvo éxito inmediato, ya que el 19 de septiembre de 1792 recibió las llaves de los edificios. Pero,

lo que tardó más tiempo en aplicarse para la Real Universidad fue la biblioteca del Colegio de Guadalajara, ya que no se podía hacer la lista de los libros porque se encontraban en el suelo de una sala [...] El rector no desistió y dispuso que se hicieran los estantes. Luego se harían la reunión de libros y juegos de acuerdo con sus respectivas facultades y sobre todo el reconocimiento y separación de los autores laxos.2


Referencias
  1. Juan Bautista Iguíniz, La Antigua Universidad de Guadalajara, México, unam, 1959, pp. 24-25. ↩︎

  2. Castañeda, La educación en Guadalajara…, p. 193. ↩︎