Los universitarios sin universidad

Dávalos Vázquez, Marcelino

Nació en Guadalajara, Jalisco, el 26 de abril de 1871. Fueron sus padres los señores Ángel Dávalos e Ignacia Vázquez, ambos de orígenes modestos y en situación económica precaria:

Por aquella pobreza que, desde su infancia, conoció como el marco angustioso de su vida familiar, pobreza que él [trató] de remediar con sus muy débiles ingresos, ya que su padre, nunca pudo cumplir sus obligaciones dominado, como estaba, por la dipsomanía. En ese triste y doloroso medio íntimo se formó y creció y, a pesar de ello, no fue ni amargado ni vicioso; por el contrario, fue hijo muy cariñoso y buen hermano [...]1

Su instrucción primaria la realizó bajo la conducción del profesor Aurelio Ortega, quien –según sus contemporáneos– fue su segundo padre. La preparatoria la cursó en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco.

Luego ingresó a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara. Por esos años, hacia 1895, incursionó como actor en una compañía que andaba “corriendo la legua” y se presentó en Colima. Para ayudarse económicamente colaboró en el periódico El Correo de Jalisco. También daba clases particulares de dibujo y entre sus alumnos estaban los hijos del gobernador del estado, Luis C. Curiel, quien lo recomendó de profesor en Artes Manuales en el Liceo del Estado.

En 1900 recibió su título de abogado; sin embargo, atraído por sus inquietudes artísticas, no ejerció su profesión y continuó con sus clases particulares de dibujo, pero su difícil condición económica lo obligó a buscar un empleo. Con la recomendación del coronel Prisciliano Benítez, fue nombrado asesor militar en la Secretaría de Guerra, asignado a Quintana Roo, a donde partió, pero un ataque de paludismo lo obligó a regresar a su ciudad natal.

De nuevo se dedicó a la pintura, la poesía y el teatro, y escribió su primer drama titulado Regalo de bodas, el cual nunca publicó y sólo lo dio a conocer a sus amigos más íntimos; luego escribió El último cuadro.

En 1899 partió a la Ciudad de México, donde el 22 de diciembre de 1900 estrenó en el Teatro Renacimiento –más tarde Teatro Virginia Fábregas– su obra El último cuadro. Afortunadamente la crítica le fue muy favorable, recibió los elogios de Amado Nervo, Manuel José Othón y Luis G. Urbina, quien le dijo: “Marcelino, despunta usted como un sol”.2

Su éxito determinó que radicara permanentemente en la capital del país. Luego presentó su obra Guadalupe, que fue muy mal recibida por un público mojigato que “no toleró –escribe José Joaquín Gamboa– a un autor mexicano lo que a autores ramplones extranjeros toleraba y tolera, que le mostraran las llagas y miserias que lo cubren”. 3

Enseguida presentó Jardines trágicos. El 16 de octubre de 1908 estrenó la que ha sido considerado su mejor drama: Así pasan…, en la que actuó Virginia Fábregas.

En 1910 presentó su obra Lo viejo, en la cual censuró al régimen porfirista, pero no tuvo mayor éxito. Continuó con ¡Indisoluble!, El crimen de Marciano y Águilas y estrellas, entre otras.

A la par de su producción literaria, impartió el curso de Lectura Escénica y Declamación en el Conservatorio Nacional de Música.

Al asumir el poder el presidente Francisco Ignacio Madero, Dávalos fue electo diputado federal a la xxvi Legislatura, desempeñándose como tal hasta octubre de 1913, cuando fue hecho prisionero por negarse a reconocer la legitimidad del régimen de Victoriano Huerta, y luego salió desterrado a Texas.

Al regresar a su país se unió al movimiento constitucionalista. En 1915 fue nombrado oficial mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores, durante la estancia del gobierno constitucionalista en Veracruz. En 1916 fue electo diputado por Jalisco al Congreso Constituyente reunido en Querétaro. Su participación en las sesiones fue destacada, se caracterizó por sus intervenciones chispeantes e integró con gran acierto la Comisión de Estilo. Juan de Dios Bojórquez lo ubica ideológicamente –sin dejar de elogiarlo– en la derecha.

En 1918 publicó su Monografía del teatro. Y de 1918 a 1919 fue regidor del Ayuntamiento de la Ciudad de México.
Sus últimos años los dedicó al periodismo; fue articulista y editorialista en El Universal.
El 19 de septiembre de 1923 falleció en la Ciudad de México. Fue inhumado en el Panteón Civil de Dolores.

Juicios y testimonios

Ixca Farías: “Pintor, músico y poeta, muy soñador y sentimental del arte; temperamento nervioso vehemente; amigo de la revolución en donde militó con su pluma. Como pintor dejó algunos cuadros impregnados de romanticismo y de un colorido dulzón y de una técnica poco varonil; prefería los paisajes, naturaleza muerta y asuntos decorativos”.


Tufic Maron: “Es quizá, el más completo de los dramaturgos jaliscienses y uno de los más brillantes de México. Su vida, inquieta y fecunda, lo hace también una figura inolvidable del teatro mexicano”.


Referencias
  1. José Rojas Garcíadueñas, “Prólogo”, Marcelino Dávalos, Así pasan, México, UNAM, 1945, p. X. ↩︎

  2. Ibid., p. XVI ↩︎

  3. Ibid., p. XVII. ↩︎