La quinta restauración de la Universidad de Guadalajara

Demolición del edificio histórico de la Universidad

En tanto la Universidad de Guadalajara se había quedado sin edificio sede, ya que el gobernador Everardo Topete, el 30 del mismo mes de julio de 1937, había logrado que el Congreso del Estado aprobara que la sede histórica de la Real Universidad y de la misma Universidad de Guadalajara fuera subastada al mejor postor, y cuyo producto de la venta se destinaría –según se dijo– para proporcionar agua potable a algunos pueblos del estado y a la pavimentación de la carretera a Chapala.

Al año siguiente, el edificio fue demolido sin el más mínimo respeto al patrimonio histórico de la ciudad, sólo se salvaron los otrora Templo de Santo Tomás de Aquino y la Capilla de Loreto, y aún el primero ya le habían mutilado su ábside desde 1915, al abrirse la calle de Galeana.

Ante la arbitrariedad irreversible cometida por el gobernador del estado, los dirigentes del feso le mostraron airadamente su inconformidad, por lo que el mandatario consultó el caso con el licenciado Constancio Hernández Alvirde:

La respuesta fue sencilla: a lo consumado no había manera de revertirlo, pero lo que urgía era tener un local de nivel para la Casa de Estudio, y la única salida apropiada lo sería el asignarle el magnífico edificio que estaba destinado a Palacio Legislativo. Así se hizo y desde entonces la rectoría de la Universidad se ubica en dicha construcción, proyectada y levantada desde la época del general Manuel M. Diéguez. 1

En lo posible se resarcía el grave menoscabo que sufrió el patrimonio universitario, ciertamente incrementado por los murales que por esos años realizaba José Clemente Orozco en el futuro recinto del Paraninfo Enrique Díaz de León.

Sobre lo que técnicamente había significado en su obra los murales en el Paraninfo, el mismo Orozco escribió:

[...] En la cúpula de la Universidad de Guadalajara tuvo el artista la oportunidad de resolver, por primera vez, el problema de la pintura esférica. La cúpula es rebajada, de tres centros en el corte. El objeto no está concebido y trazado como ocupando un prisma, sino en función de las formas esferoidales del lugar [...] 2


Referencias
  1. Pedro Vargas Ávalos, “Constancio Hernández Alvirde: lección de verticalidad”, El Occidental, Guadalajara, parte núm. 9. ↩︎

  2. Clemente Orozco Valladares, Orozco, verdad cronológica, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1983, p. 318. ↩︎