La reinstauración de la Universidad de Guadalajara

Discurso inaugural de la Universidad del rector Enrique Díaz de León

El programa inició con la interpretación de una obertura que ejecutó la banda de gendarmería del Estado, y luego –continúa la crónica periodística–

un gran silencio precedió a las frases del rector, cuya voz lentamente fue adquiriendo vigor y una admirable plenitud de expresión hasta llegar a captarse hondamente la atención de todo el auditorio. Frases magníficamente sinceras, frases profundamente expresivas revelando la amplitud de espíritu, fueron las que pronunció ayer el señor Díaz de León, haciendo que durante diversas ocasiones se le interrumpiera con sinceros aplausos arrancados al público tras de la enunciación de conceptos que sólo pueden encontrarse en los espíritus altamente cultivados y en las almas grandemente sentimentales. 1

El rector Díaz de León inició su exposición a partir de las raíces históricas de la Universidad:

Toda nuestra inquieta historia política está relacionada con la Universidad de Guadalajara. Su clausura o su reapertura eran señal de que estaba en el poder uno u otro de los bandos contendientes. Dos tendencias se disputan la pauta educativa: la Universidad reteniendo en su claustro de caracol el rumor de las disputas escolásticas y el Instituto del Estado cuya fundación antagónica se debió a los hombres del gobierno liberal, organización más abierta al mundo y al clamor imperativo de la hora.2

Inmediatamente caracterizó lo que sería la nueva Universidad:

Va la Universidad a formar hombres. “El grano que tú siembras son almas”, decía el moralista; pero para ello precisa que se desatienda lo mismo del brillo oropelesco de las vanidades que no conducen a nada, como de las risas que quieren ser punzantes de los que necesitan reír para que cobije la frase de Rabelais. Precisa arrancar el vicio que por serlo tiene profundas y dolorosas raíces; no tener obsesión del pasado, sino la mano atenta a las pulsaciones del momento, la vista a los mirajes del mañana [...]

La educación pública se resentía de un grave defecto, de un mal grave, por mejor decir. Oficialmente no había en Jalisco más que unas cuantas carreras liberales por seguir; y hay una propensión muy natural, muy humana, de los padres de familia; la de pretender elevar el plano de su hijos, ¿cómo? Como se pueda. No existen más que dos caminos: pues por cualquiera de esos dos. No importa que para lograrlo se tengan que arrojar sobre el campo de la vida los dados del destino a trueque de que muestren la cara siniestra de los fracasos irreparables. Ya es un lugar común hablar del proletariado intelectual; del médico ganapán y merolico; del abogado rábula que perdió el ovillo en el laboratorio e hizo una madeja inextricable de la justicia; del que arrastró la toga por el fango. La Universidad tiende a corregir esa lacra de organización.

Pero ¿es esto una Universidad? ¡Esto no es una Universidad de modelo clásico! ¿Qué tiene que ver con las Universidades tipo esa enseñanza de artes serviles?3

Así pues, la Universidad debe

desentrañar, pues, todas las facultades, hacer surgir la fuente en la que se abreven todas las ansias de conocimientos, debe ser el ideal de la educación. Abrir de par en par la puerta a toda vocación, vocación en el sentido prístino de la palabra. Vocare: llamar. Sí, llamar... debe ser una voz que llame a los hombres para que puedan descifrar su enigma [...] 4

Enseguida dirigió su salutación a los representantes de las universidades que apadrinaban a la Universidad, al gobernador del estado, a los directores y catedráticos y finalmente a los 2,774 nóveles estudiantes universitarios,5 a quienes dramáticamente les expresó: “Jóvenes estudiantes: vosotros sois la médula de esta obra. Sois el fin y sois el principio de ella. Sois la Universidad”.6

Una gran ovación rubricó las palabras del rector; siguieron los saludos de los delegados de las universidades madrinas. El rector de la Universidad Nacional de México expresó: “Deposito fervorosamente un saludo de esa institución a la Universidad de Guadalajara [...] La Universidad Nacional desea que la que hoy se inaugura sea su competidora y estimuladora”,7 y concluyó con un entusiasta “viva” a la Universidad de Guadalajara.

El cónsul general de Francia señaló que, como egresado de la Sorbona de París, se hallaba gratamente sorprendido de la civilización de México y sus provincias y felicitó al gobernador de Jalisco. Por su parte, la representante de la Universidad de California tuvo frases encomiásticas para la ciudad con motivo de la inauguración de su Universidad.

La última alocución fue la del ministro de Educación Pública y Bellas Artes, quien a nombre del presidente de la república declaró solemnemente inaugurada la Universidad, y quien sobre la orientación ideológica de la Universidad afirmó:

Cuando ese pueblo sienta que en los claustros universitarios va formándose ya un grupo de hombres de espíritu cultivado, pero que no olvidan los anhelos y los sentimientos populares de mejoramiento colectivo social; entonces, y sólo entonces desaparecerá la justa desconfianza nacida de la triste experiencia de que en un número muy considerable de casos, las universidades sólo sirven para formar hombres privilegiados y egoístas y para dar origen a nuevas castas de predominio y de explotación. 8


Referencias
  1. Hemeroteca de la bpej, El Informador, 13 de octubre de 1925. ↩︎

  2. Enrique Díaz de León, Revolución, universidad y cultura. Discurso pronunciado en el acto inaugural de la Universidad de Guadalajara, Guadalajara, STAUdeG, 2013, pp. 41-42. ↩︎

  3. Ibid., pp. 44-45. ↩︎

  4. Ibid., p. 45. ↩︎

  5. “Rasgos de una institución doméstica: los primeros años de la Universidad de Guadalajara”, Educar, núm. 3, Historia y Educación (http://www.quadernsdigitals.net), consultado en octubre de 2015. ↩︎

  6. Díaz de León, Revolución, universidad y cultura…, p. 50. ↩︎

  7. bpej, El Sol, Guadalajara, primera plana. ↩︎

  8. Sindicato Trabajadores Académicos de la Universidad de Guadalajara, Voces a prueba del tiempo. Selección de discursos pronunciados en la Universidad de Guadalajara, Guadalajara, STAUdeG, 2014, p. 31. ↩︎