Guadalajara de Indias
El aspecto económico
Las principales actividades económicas de la Nueva Galicia fueron la minería, la agricultura y la cría de ganado, el comercio,1 el sector servicios y el financiamiento crediticio. Estas dos últimas fueron de forma muy preponderante de Guadalajara.
La minería tuvo su principal desarrollo en Zacatecas, lo que le dio una gran importancia, por lo que llegó incluso a rivalizar con Guadalajara. Fue tal la riqueza de los mineros zacatecanos que la Real Audiencia de Guadalajara, ante sus penurias económicas, los incitó a organizar expediciones y a promover nuevas poblaciones.
La agricultura en Guadalajara y su región pasó en estos años por varios altibajos, desde ser la principal abastecedora de harina de la región minera zacatecana y aun de Saltillo, a ser desplazada como tal por los agricultores del Bajío, hasta finales del siglo xviii, cuando volvió a recuperar cierta importancia. En lo anterior fue determinante la escasez de población indígena, lo que hizo prácticamente inexistente el sistema de encomienda, por lo cual los españoles y los criollos se dedicaron a la ganadería, lo que originó –según escribe Hélène Rivière, citando a Domingo Lázaro de Arregui– “que Guadalajara tenía abundancia de carne aunque casi siempre faltaba trigo y maíz”.2
Hacia el siglo xvii, el comercio desplazó el sector servicios de su papel de primera actividad económica de Guadalajara, como lo describe Eric Van Young: “[...] Enjambres de abogados y notarios realizaban sus negocios en la capital provincial, pero el verdadero torrente sanguíneo de Guadalajara era el comercio, más de quinientos mercaderes pululaban en la ciudad, la mayoría comerciantes en pequeño pero había más de cincuenta mayoristas”.3
Los comerciantes neogallegos estaban conscientes de la importancia que habían adquirido en la región, y deseando terminar su dependencia del Consulado de México, el 3 de septiembre de 1791 acordaron iniciar las gestiones del caso, para establecer el Real Consulado de Guadalajara, cuya erección real lograron el 6 de junio de 1795.
Los principales logros del Consulado fueron el mejoramiento de las vías de comunicación, el establecimiento de un servicio de diligencias y el desarrollo de la Feria de San Juan de los Lagos.
El sector servicios o administrativo convirtió a Guadalajara, al ser prácticamente sede de todas las instituciones reales, en un importante centro de operaciones.
El financiamiento crediticio tuvo en la Iglesia a su principal fuente generadora dada su estabilidad y permanencia de los organismos que la integraban, era la principal acumuladora del capital, a la que acudían comerciantes, ganaderos y agricultores.
Las capellanías, las dotes de las monjas, las cofradías, los diezmos y primicias, el derecho a cobrar los diezmos y la gran cantidad de bienes raíces amortizados, hicieron de la Iglesia de Guadalajara la principal empresa de financiamiento. Durante el periodo 1721-1730 prestó en su conjunto 500,115 pesos que representaron 78% del crédito total de la región.4
A la par del despegue del desarrollo económico, se fue gestando y consolidando la oligarquía de Guadalajara:
Integrada por un conjunto de familias unidas por lazos de parentesco, había logrado concentrar en sus manos, en el último cuarto del siglo xviii, las haciendas agroganaderas más productivas que se ubicaban en el hinterland de Guadalajara. Esta poderosa oligarquía, mayoritariamente criolla tuvo también el control del comercio de toda el área occidental y el de la explotación de los principales centros mineros de la zona.5
Y como era de esperarse, encumbraron a sus miembros en las posiciones de las corporaciones estatales, eclesiásticas y universitarias, en las cuales se fueron gestando fuertes sentimientos de autonomía regional.
Referencias
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Rivière, op. cit., p. 34. ↩︎
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Ibid., p. 38. ↩︎
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Eric Van Young, “Hinterland y el mercado urbano de Guadalajara y su región en el siglo xviii”, Jalisco, Guadalajara, núm. 2, julio-septiembre de 1980, pp. 75-76. ↩︎
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Linda Greenow, “Dimensiones espaciales del mercado del crédito en la Nueva Galicia en el siglo xviii”, Jalisco, Guadalajara, núm. 3, octubre-diciembre de 1980, pp. 61-78. ↩︎
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Jaime Olveda, La oligarquía de Guadalajara, México, Conaculta, 1991, pp. 13-14. ↩︎