La organización de la Real Universidad

El carácter de la Universidad

El Estado monárquico español en sus territorios iberoamericanos, a través del Regio Patronato Indiano, estuvo íntimamente ligado a la Iglesia católica, la cual cumplió las funciones de cohesionar la sociedad y –entre otras– la de baluarte de la ortodoxia imperial. Esto implicó una relación en que “había una Iglesia que era Estado y un Estado que era Iglesia”.1

Con el transcurso de los siglos, empero, la Iglesia llegó a disputarle al Estado la supremacía en la sociedad, lo cual percibió –o se lo hicieron percibir– muy bien Carlos III, de aquí que emprendió las reformas político-administrativas –conocidas como borbónicas– tendentes a asegurar al Estado su soberanía sobre todos los estamentos.

Así pues, la Universidad de Guadalajara nació como una Universidad de Estado, de aquí su título de Real, el cual señalaba su origen y su composición jerárquica, cuya presidencia suprema se depositaba en el rey de España, el cual a su vez la delegaba al presidente de la Real Audiencia, en su carácter de vicepatrono real. Y no se le otorgó el título de Pontificia, no porque se estuviera en contra de la ortodoxia católica, sino porque precisamente la tendencia de la monarquía en el siglo xviii –como ya quedó establecido– era el regalismo, sin menoscabo de la decisiva intervención de los clérigos en la vida universitaria, pero clérigos más leales al rey español que al pontífice romano. Posteriormente se le dio el título de literaria, denominación que no apareció ni en la Real Cédula de Fundación ni en el escudo, ni en los libros de claustros, y que tan sólo se señala en las constituciones reglamentarias.

En cuanto a su organización, la Real Universidad de Guadalajara fue una corporación caracterizada como “una genuina universitas magistrorum et scholarium”.2 Ciertamente nace sin los antiguos privilegios y prerrogativas de las universidades medievales, pero corporación al fin, posee la suficiente autonomía para elegir a sus autoridades, regir su vida académica, controlar sus finanzas y mantener una presencia relevante en la sociedad.
Destaca su carácter permanentemente de Universidad pública y en consecuencia popular, si bien se prohibió el ingreso a los negros, a los mulatos y a los penitenciados por la Inquisición. En cambio, se abrió su claustro a los indios, mestizos y criollos, los cuales podían acceder a sus aulas pagando una matrícula de sólo cuatro reales, aunque la obtención de los grados universitarios sí era onerosa, situación que se refleja en los datos del cuadro 4.


Cuadro 4. Periodo 1792-1821
   
Estudiantes matriculados 1,051
Estudiantes que obtuvieron los grados académicos mayores 119


 

Así, históricamente, la Universidad de Guadalajara ha mantenido su triple carácter originario de Universidad de Estado, organizada para impartir la educación superior con carácter de servicio público y consecuentemente popular.


Referencias
  1. Jesús Reyes Heroles, “La Iglesia y el Estado”, La historia y la acción. La Revolución y el desarrollo político de México, Madrid, Seminarios y Ediciones, 1972, p. 101. ↩︎

  2. José Montes de Oca, “Sociología de la Antigua Universidad de Guadalajara”, Giros, Guadalajara, Federación de Profesores de la Universidad de Guadalajara, septiembre-octubre de 1984, p. 36. ↩︎