Desarrollo histórico (1791-1821)
El cura Miguel Hidalgo en Guadalajara
El 11 de noviembre entró triunfante en la capital de la Nueva Galicia, José Antonio Torres quien invitó a venir a Guadalajara al cura Hidalgo y a su ejército, quienes se encontraban en Valladolid.
Se presentó Hidalgo en San Pedro Tlaquepaque la mañana del 26 de noviembre, y fue recibido por José Antonio el Amo Torres, las delegaciones del Ayuntamiento, el Cabildo Eclesiástico, las órdenes religiosas y el pueblo en general. Y tras un espléndido banquete, por la tarde se trasladó a Guadalajara, haciendo su entrada triunfal por la calle de San Francisco, y
[…] a la puerta de la Catedral vestido de generalísimo, inclusive el sombrero de empanada bajo el brazo, saludó a los capitulares con mucha cortesía y aludiendo a aquellos que lo tenían como hereje y a pesar de esto le daban agua bendita y lo recibían con todas las ceremonias de la liturgia católica, les dijo: aquí tienen usías al hereje. No sé que responderían ellos, yo me figuro que no contestarían sino con un ¡Eh! ¡Eh! y una sonrisita forzada. Aquellos ancianos con sus grandes solideos, con sus coletas que les caían sobre la espalda y con el cotoneo propio de su dignidad, condujeron a Hidalgo desde la puerta mayor hasta el presbiterio, lo sentaron bajo dosel y le cantaron un Te Deum a toda orquesta.1
De ahí Hidalgo, por la antigua calle de Santa Teresa, arribó al Palacio Real “donde contestó con gran elocuencia a las arengas que le dirigieron las autoridades, las corporaciones y los colegios”.2
Si exceptuamos al deán Pedro Díaz Escandón y al lectoral Francisco Javier de Figueroa, todos los demás miembros del Cabildo Eclesiástico que recibieron a Hidalgo, eran doctores de la Real Universidad de Guadalajara y miembros de su Claustro. Entre ellos destacaban: el rector fundador y cancelario José María Gómez y Villaseñor, quien además era el gobernador de la Mitra y pariente suyo; el rector Juan José Sánchez Leñero y el doctor Juan José Moreno y Pizano, antiguo rector del Colegio de San Nicolás de Valladolid.
También emergieron los sentimientos libertarios, largamente reprimidos de tantos universitarios, que pasaron desapercibidos y quedaron anónimos. Y por supuesto el heroísmo manifiesto de José María Mercado, Francisco Lorenzo de Velasco y Palafox, y Pedro Moreno.
Durante su estancia en Guadalajara, el cura Hidalgo hospedó en el Colegio de San Juan Bautista a María Luisa Gamba, conocida como La Fernandita, ya que con el misterio con que se le trasladaba, se llegó a creer que era el mismo Fernando VII; además organizó el Primer Gobierno Insurgente; nombró embajador plenipotenciario ante el Gobierno de los Estados Unidos de América, a Pascasio Ortiz de Letona; decretó la abolición de la esclavitud y se ejecutaron a varios españoles. Esto último hizo consultar al capitán Ignacio Allende a los doctores José María Gómez y Villaseñor y Francisco Severo Maldonado sobre si era lícito envenenar a Hidalgo para evitar males mayores. Sobre la respuesta de ambos clérigos los historiadores Jesús Amaya Topete y José Ramírez Flores3 aseguran que fue en sentido negativo.
El 5 de diciembre el cura Miguel Hidalgo fue al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe para participar en el segundo día del novenario, en el cual predicó un sermón independentista el doctor José Ángel de la Sierra, y “también predicó varios sermones, inclinados a su idea de insurrección, el sabio e inquieto doctor Maldonado, sin que en lo más mínimo le hubiera llamado la atención el gobernador de la Mitra doctor don José María Gómez y Villaseñor”.4
El 20 de mismo mes de diciembre, el mencionado doctor Francisco Severo Maldonado inició la publicación del periódico El Despertador Americano, en el cual también colaboró el doctor José Ángel de la Sierra.
Referencias
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Agustín Rivera y Sanromán, Anales de la vida del Padre de la Patria Miguel Hidalgo y Costilla, Guadalajara, Instituto Tecnológico de la Universidad de Guadalajara, 1954, pp. 58 -59. ↩︎
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Alberto Leduc et al. Diccionario de Geografía, Historia y Biografía mexicanas, cit. por Carmen Castañeda, “Una élite de Guadalajara…”, p. 52. ↩︎
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Amaya, op. cit., p. 90. ↩︎
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Ramírez Flores, El Gobierno Insurgente…, pp. 85- 86. ↩︎