La guilda universitaria en el inicio del México independiente
El estatus de la Universidad Imperial
Se esperaba que España reconociera la independencia de su antiguo reino, y que el rey Fernando VII o algún príncipe de la Casa de Borbón aceptaran el trono mexicano, o cuando menos eso era lo que se aparentaba, ¿o qué acaso se desconocía la tozudez del monarca español para reconocer siquiera la más mínima concesión a quienes consideraba sus adversarios? Lo que allanaba a Agustín de Iturbide el camino para ceñir la corona imperial, lo cual siempre consideró como una carga, cuando menos así se lo expresó al presidente de la Gran Colombia, Simón Bolívar:
¡Cuán lejos estoy de considerar un bien lo que impone sobre mis hombros un peso que me abruma! Carezco de la fuerza necesaria para sostener el cetro; lo repugné, y cedí al fin de evitar males a mi patria, próxima a sucumbir de nuevo, sino a la antigua esclavitud, a los horrores de la anarquía”. 1
Pero a la vez ambicionaba el poder:
[…] También insistió por el resto de su vida en que él era la expresión de los mexicanos. Es posible concebir que las dos respuestas de Iturbide fueran sinceras –que no veía razón para que nadie más aceptara el trono–, pero que él lo aceptaba en su auténtico sentido de carga. No pudo haber ignorado, después de varios meses de régimen, las dificultades de organización, finanzas y gobierno de una nueva nación. Ya tenía pruebas suficientes de que el Congreso no le permitiría sino poderes cuidadosamente limitados; debe haber previsto los conflictos que le esperaban.2
Así, de la proclamación del imperio mexicano a la abdicación del emperador Agustín I el 19 de marzo de 1823, el carácter de la Universidad fue de imperial y como tal la denomina Luis Pérez Verdía.3
El 26 de marzo de 1823 la guarnición militar de la Nueva Galicia se adhirió al Plan de Casa Mata, promovido en Veracruz por el general Antonio López de Santa Anna, cuyo objetivo fue derrocar a Iturbide como emperador y convocar a un congreso constituyente. Ante la tardanza de esto último, las autoridades de Guadalajara reclamaron, lo cual fue interpretado por las autoridades centrales como una reacción a favor de Iturbide.
De inmediato enviaron como gobernante al brigadier José Joaquín de Herrera, lo que provocó que la Diputación Provincial se aprestara a la defensa. El 16 de junio del citado 1823 se proclamó el Estado Libre e Independiente de Jalisco, el cual ideológicamente reforzó su conciencia regionalista al declarar a “Nuestra Señora de Zapopan, Generala y Protectora Universal del Estado Libre de Jalisco”,4 y así, aun antes de establecerse el federalismo a nivel nacional, Jalisco se constituyó en la primera entidad federativa libre.
Referencias
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Rafael Heliodoro Valle, “Iturbide, Varón de Dios”, Artes de México, México, núm. 146, año xviii, 1971, p. 107. ↩︎
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Timothy E. Anna, El Imperio de Iturbide, México, Conaculta, Alianza Editorial, 1990, p. 94. ↩︎
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Luis Pérez Verdía, Historia particular del estado de Jalisco, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1988, volumen ii , p. 201. ↩︎
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Luis Páez Brotchie, Jalisco. Historia mínima, Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara, 1985, pp. 226- 227. ↩︎