La organización de la Real Universidad
El proceso de enseñanza
El método de enseñanza llevado por excelencia en la Universidad fue el escolástico, el cual, referido a la Teología Escolástica del abate Verney, según la cita que hacía el bachiller Miguel Hidalgo y Costilla, tenía dos significados:
El primero es: Teología metódica acomodado(a) al uso de la Escuela, con argumentos y respuestas por el modo dialéctico; y en este sentido, sólo se distingue accidentalmente de la Positiva. Otro sentido es: Teología fundada en las opiniones de Aristóteles, digo, de las formas substanciales y accidentales, introduciendo mil cuestiones de posible inútiles y otras cosas semejantes, no tratando sino una y otra cuestión de Dogma, y aún ésta muy superficialmente, y empleando todo el tiempo en sofismas y metafísicas. Esta es la Escolástica común y en este sentido es totalmente distinta de la Positiva, y todos los mejores teólogos la condenan, como el cardenal Gotti.1
Del primer significado podemos inferir los tres momentos metodológicos de la escolástica:
El primero o lectio, en el cual el catedrático leía los textos clásicos u originales objeto de su cátedra, auxiliado de los comentarios que formularan los tratadistas, sobre lo cual haría su exposición magistral.
Venía el segundo momento o la repetitio, que implicaba la memorización del tema.
Y finalmente la disputatio, realizada primero en el aula, y en algunas ocasiones en forma pública por medio de los distintos actos académicos.
Así la escolástica iba conduciendo a los estudiantes en el proceso enseñanza-aprendizaje:
La base es el comentario de textos, la lectio, un análisis en profundidad que parte del análisis gramatical que da la letra (litera), se eleva a la explicación lógica que suministra el sentido (sensus) y termina en la exégesis que revela el contenido de ciencia y de pensamiento (sentencia).2
En las universidades el método escolástico se concretaba por medio de las lecciones y las discusiones en los generales o aulas, los actos y los exámenes para el otorgamiento de los grados. A saber:
Las lecciones y discusiones en los generales o aulas. Generalmente impartidas durante una hora. En los primeros treinta minutos el catedrático dictaba el apunte a los estudiantes que anotaban en silencio, estos apuntes luego se los firmaba para que probaran haber llevado el curso. Enseguida venía la explicación.
En los restantes treinta minutos,los estudiantes dirigidos por el maestro, argüían acerca de lo previamente dictado. Estas lecciones, y en realidad la cátedra en su conjunto, permitían preparar al alumno para las discusiones académicas públicas o semipúblicas que en España y México recibían el nombre genérico de actos de conclusiones o de repetición, y que solían constituir el meollo de la actividad académica en las universidades ya desde sus orígenes.3
Los estudiantes deberían escuchar con atención, quietud y silencio la lección, si no lo hacían serían reprendidos de palabra por el catedrático, y en caso de no enmendarse los expulsaría del aula ejecutando la orden el bedel, quien daría aviso al rector para que los castigara, pudiendo incluso retirarles la matrícula o expulsarlos de la Universidad (C. lxvi).
El bedel estaba obligado además a vigilar la permanencia de los estudiantes en las aulas, y que el catedrático diera el tiempo de su clase íntegro (C. lxiv).
Concluida la lección el catedrático iría a la puerta del aula para conocer a sus estudiantes, verificar sus asistencias, satisfacerles las dificultades y dudas que le plantearan, y aun hacerles preguntas que le permitieran apreciar sus talentos y constatar su aplicación (C. lxiv).
Los actos académicos. Jesús Yhmoff Cabrera presenta la siguiente clasificación y descripción.4
Actos de ejercicio dentro de los cursos:
Las conferencias quincenales, llamadas comúnmente sabatinas, porque la regla era que se celebraran los sábados, eran las que organizaban los maestros entre sus alumnos y versaban sobre la materia expuesta durante los quince días precedentes. El alumno designado como sustentante fijaba con tres días de anticipación al acto, en las puertas del general o salón de actos, sus conclusiones, con la finalidad de que sus condiscípulos preparasen sus objeciones.5
Los actos públicos y generales de conclusiones se organizaban al final de cada curso por los catedráticos propietarios, y se estimulaba la participación de los doctores dando propinas.
Actos para la colación de los grados académicos:
Para el grado de bachiller, el sustentante tenía que hacer diez lecciones de media hora, a saber: tres de Lógica, cuatro de Filosofía, dos de Generatione y una de anima.
Para el grado de licenciado:
Un acto de repetición:
En el que el actuante defendía la conclusión que había deducido de un lugar o texto elegido libremente por él mismo. Las conclusiones una vez aprobadas por el catedrático de Prima o en su defecto por el de Vísperas de la Facultad respectiva, previa licencia del rector, se imprimían y se entregaban a todos los doctores de la Facultad que habían de estar en el acto, el cual duraba una hora.6
Acto de examen, vulgarmente llamado octo o actillo de Noche Triste, el cual constaba de diez lecciones.
Para el grado de licenciado en Teología, exclusivamente se celebraban entre el acto de repetición y el octo: cuatro actos sobre los cuatro libros de las Sentencias de Pedro Lombardo, uno cada día. Y un acto de quodlibetos: “Que versaba sobre doce cuestiones, seis escolásticas y seis expositivas, libremente escogidas por el actuante”.7
Para el grado de doctor: un acto de cuestión doctoral, vulgarmente llamado actillo de borla.
- Actos para la provisión de las cátedras.
- Actos públicos extraordinarios de estatuto: “[eran] los que por ejercicio o para hacer ostentación de sus habilidades”8 hacían los estudiantes universitarios o de otros colegios.
Actos públicos de conclusiones, celebrados en la recepción de virreyes, arzobispos y visitadores generales. Su estructura general era así:
[El] Acto lo tenía, es decir lo presidía un catedrático y lo sustentaba un alumno o pasante mediante una o varias tesis (previamente censuradas por el decano de la facultad), cada una de las cuales era replicada por alguno de los concurrentes de antemano seleccionados para ello. El sustentante debía defenderse de las objeciones tanto como los estatutos previeran o hasta que el presidente consideraba el asunto suficientemente discutido; entonces hacía un resumen o sacaba las conclusiones del caso y daba el acto por terminado.9
Los exámenes para el otorgamiento de los grados, que más adelante se expondrán.
Referencias
-
Miguel Hidalgo y Costilla, “Disertación sobre el verdadero método de estudiar Teología Escolástica”, Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México, núms. 418 y 419, noviembre-diciembre de 1985, p. 52. ↩︎
-
Jacques Le Goff, Los intelectuales en la Edad Media, España, Gedisa, 1999, p. 92. ↩︎
-
González González, “La organización de los estudios …”, p. 81. ↩︎
-
Jesús Yhmoff Cabrera, Una muestra de los actos académicos en el Virreinato de la Nueva España, México: unam, 1979, pp. 8-18. ↩︎
-
Ibid., p. 8. ↩︎
-
Ibid., p. 9. ↩︎
-
Ibid., p. 10. ↩︎
-
Ibid., p. 18. ↩︎
-
González González, “La organización de los estudios …”, loc. cit. ↩︎