Las gestiones para la fundación de la universidad de Guadalajara
Gestiones intermedias
Sin embargo, transcurrió casi medio siglo para que la idea de la fundación de la Universidad fuera retomada por el abogado Matías Ángel de la Mota Padilla.
En 1742, Matías de la Mota concluyó su Historia del Reino de Nueva Galicia en la América Septentrional, en cuyo capítulo lxxxii expuso las razones para fundar la Universidad: las enormes extensiones de los territorios de los reinos o provincias del occidente y el norte de la Nueva España, donde
hay muchos lugares y poblaciones de españoles naturales del reino [criollos], de sangre limpia, y por eso capaces de aplicarse a los estudios, unos para eclesiásticos seculares y regulares, y otros para seglares, abogados y médicos, y todos pueden servir al bien público, y se ven precisados a extrañarse de sus patrias y pasar a la Ciudad de México, en donde por su opulencia hay peligros, por su magnitud muchas diversiones, y por su distancia son crecidos los costos; en los de posible se encuentran inconvenientes. Y en los pobres dificultades, y así muchos se quedan sin estudios.1
Era evidente que la voz de un individuo, por más prestigiada que fuera, poco o nada iba a lograr ante la Corona, por lo que el licenciado De la Mota Padilla involucró en la consecución de su fin al Ayuntamiento de Guadalajara, el cual el 13 de mayo de 1750 le encomendó que formulara las proposiciones para solicitar del gobernador de la Nueva Galicia y presidente de la Real Audiencia, Fermín de Echevers y Subiza, que apoyara la idea del establecimiento de la Universidad en la capital del reino.
En el documento reitera las razones para el establecimiento: las distancias enormes, la falta de profesionistas y los gastos y dificultades que enfrentan aquellos que van a estudiar y obtener los grados académicos a la capital del Virreinato.
Propuso el siguiente sistema de financiamiento: como sede el antiguo edificio del Seminario –anexo al Templo de la Soledad–; trasladar una cátedra de Teología del Seminario Conciliar y otra del Colegio de Santo Tomás; que las órdenes religiosas de San Francisco, Santo Tomás y de la Compañía de Jesús lean respectivamente uno de sus miembros las cátedras de Escoto, santo Domingo y de las Sagradas Escrituras; que se promuevan los ánimos para que entre los profesionistas de la ciudad se encuentre quién atienda gratuitamente durante cinco años o más las cátedras de Leyes, Cánones y Medicina; que se traslade del Seminario Conciliar la cátedra de Lengua Mexicana ya dotada por el rey; y para los salarios del secretario, los bedeles y los demás empleados, escribía: “Puede arbitrarse la imposición de sissa [impuesto] en los caldos de mistela, aguardientes y en el vino de mexcal que se gasta en esta ciudad y demás lugares de este Reino y Distrito de la Real Audiencia y Obispado”.2
Las proposiciones fueron aprobadas por el Ayuntamiento el 27 de mayo del citado año de1750, y se decidió enviarlas al gobernador y presidente de la Real Audiencia, pero finalmente el acuerdo no se ejecutó.
Referencias
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Matías de la Mota Padilla, Historia del Reino de Nueva Galicia en la América Septentrional, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, Instituto Jalisciense de Antropología e Historia, 1973, p. 428. ↩︎
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Luis M. Rivera (comp.), Documentos fundatorios de la Universidad de Guadalajara, Guadalajara, Unidad Editorial del Gobierno del Estado de Jalisco, 1989, pp. 2-3. ↩︎