Los universitarios sin universidad

Gómez Loza, Miguel

Nació en el rancho de Paredones –hoy El Refugio–, municipio de Tepatitlán de Morelos, Jalisco, el 11 de agosto de 1888.

Sus padres fueron los señores Victoriana Gómez y Petronilo Loza. Siendo aún muy niño murió su padre, por lo que doña Victoriana se hizo cargo con gran entereza del sostenimiento de su casa, por lo cual Miguel y su hermano Elías –futuro sacerdote–, en honor a ella, invirtieron el orden de su apellidos de Loza Gómez a Gómez Loza.

Pasó su infancia dedicado a la agricultura de la parcela familiar y al cuidado del ganado, en tanto cursaba sus primeras letras en la escuela parroquial de Tepatitlán, donde fue acólito, sacristán y catequista.

En 1911 fue miembro fundador del Partido Católico Nacional, presidió el comité local de Tepatitlán y fundó un sindicato de obreros católicos; asimismo, con la asesoría del licenciado Miguel Palomar y Vizcarra, estableció una caja rural Raiffeinsen.

En 1912 conoció a Anacleto González Flores, de quien fue amigo inseparable en la militancia católica y quien lo aconsejó para que realizara estudios superiores. Pero retrasaba su decisión para no abandonar a su madre. Finalmente se trasladó a Guadalajara y se matriculó en la preparatoria del Seminario Conciliar.

Muy pronto descubrió que no tenía vocación sacerdotal, así que abandonó las aulas del Seminario y se inscribió en el Instituto del Sagrado Corazón de Jesús, ubicado a un costado del jardín de San José, mismo que dirigía el padre Refugio Huerta.

Uno de sus biógrafos, para ilustrar sus verdaderos intereses académicos, relata la siguiente anécdota:

Para poner fin a la cansada encuesta, el maestro [de Geometría], jadeante pero ufano, hizo la última pregunta:
–¿Qué es necesario para formar un círculo?
La asamblea parecía desconcertada. Ninguno de los circunstantes daba con la contestación: sólo en el fondo del salón se agitaba la recia figura de Miguel solicitando plaza, empeñado en salvar el prestigio de la clase, que parecía fallar cuando estaba próximo a glorificarse.
Un tanto amortiguada por la sorpresa y el desen-canto, se escucha nuevamente la voz del maestro:
–Díganos usted, señor Loza, lo que deberíamos tener bien aprendido.

[…]
–Para formar un círculo –recapituló Miguel en tono dramático– es necesario, reunir varias personas con qué organizar la mesa directiva.
Ingenua o socarronamente confundía la Geometría con la Sociología. Una estridente carcajada rompía el silencio impuesto, mientras el alumno luchaba por evadir la contagiosa hilaridad de sus compañeros.1

En 1913 se integró al grupo estudiantil de La Gironda de Anacleto González Flores, del cual fue secretario general. La convergencia ideológica con Anacleto era total, sin embargo divergían en la acción:

Si a Anacleto le adjudicaron un cierto quijotismo filosófico, a Gómez Loza también le acomodó, a su manera la imagen del manchego; Anacleto será la autoridad, Gómez Loza el ministro; uno, la idea y el verbo; otro realidad y acción; uno el estratega, otro el responsable; uno es flemático, otro sanguíneo. Mutuamente se complementan. Miguel será el concreto, apasionado, decidido, Miguel será la fuerza y el impulsor; nada puede interponerse en su camino; ex suda intrepidez y arrojo.2

Así llegó a ser detenido y procesado por cometer los delitos del orden común tipificados entonces, tales como retirar libelos anticatólicos y sustituirlos por otros de tendencia contraria.

Luego concluyó su preparatoria en el Liceo Occidental, donde ya en tercer año contradijo al profesor José Tomás Figueroa, quien en una clase de Historia con base en la obra del licenciado Luis Pérez Verdía elogió a Benito Juárez, ante lo cual Miguel airado lo contradijo:

Este lance y los subsecuentes, le valieron el mote irónico de El Chinaco, con que desde entonces fue generalmente designado entre sus amigos y correligionarios, en contraposición con su anti-juarismo, que debíale merecer con mayor propiedad el diametralmente opuesto de El Mocho.3

En 1914 se inscribió en la Universidad Morelos, ubicada en la calle del mismo nombre, muy cercana al Teatro Degollado. Ante la irrupción en Guadalajara de la agitadora española Belén de Zárraga, fundó la Sociedad de la Propagación de la Buena Prensa. Con la asesoría del futuro canónigo José Toral Moreno y del jesuita Arnulfo Castro, estableció una bolsa de trabajo, cajas de ahorro, cooperativas de consumo y el Círculo de Estudios Obreros León xiii.

El 8 de julio de 1914 entró a Guadalajara el ejército constitucionalista, por lo que se vio obligado a huir a su pueblo natal, donde permaneció hasta 1915, para regresar nuevamente a la capital de Jalisco y retomar sus actividades de agitación católica.

En 1916 terminó su preparatoria, e inició sus estudios de Derecho en la Escuela Católica de Leyes, posteriormente Escuela Libre de Leyes. Ahí fueron sus profesores: Luis Robles en Derecho Constitucional, José Gutiérrez Hermosillo en Derecho Natural, Enrique Arriola en Derecho Civil, Celedonio Padilla y el padre Amado J. Oaxaca en Derecho Romano, y Miguel Palomar y Vizcarra en Sociología, entre otros.

El 14 de julio del citado 1916 participó como socio fundador de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (acjm), dentro de la cual estableció el círculo obrero Gabriel García Moreno y publicaba la revista mensual El Cruzado.

En 1917 fundó los círculos obreros: José de Jesús Ortiz para jóvenes, Niños Héroes para aprendices y Don Bosco para tipógrafos. También organizó la Sociedad Mutualista Obrera y auspició la publicación del libro La Cuestión Religiosa en México de Regis Planchet, ya para entonces se había disuelto La Gironda.

Durante 1918, mientras continuaba sus estudios, participó en el boicot antigobiernista, tendente a la derogación de varios artículos constitucionales considerados anticatólicos, y en la protección del arzobispo Francisco Orozco y Jiménez. Se obtuvo la derogación de los decretos gubernamentales números 1913 y 1927.

En enero de 1919 fue electo presidente de la sociedad cooperativa de consumo La Popular scc de rl. En abril participó muy activamente en la organización del Congreso Regional Católico Obrero y resultó elegido dirigente.

En 1920 fundó dentro de la acjm el círculo Trinidad Sánchez Santos, y se encargó de la reimpresión del libro La Cuestión Religiosa en México, con el apéndice “La Cuestión Religiosa en Jalisco” de Anacleto González Flores.

El 1° de mayo de 1921, uno de los líderes bolcheviques llegados a Guadalajara, izó una bandera rojinegra –considerada el símbolo del comunismo– en el asta de la Catedral. Al saberlo Miguel, sin medir las consecuencias, se abrió paso entre la multitud, subió a las bóvedas catedralicias, arrancó la bandera, la hizo pedazos y los arrojó a la plaza, estuvo a punto de ser linchado. Llegó a ser detenido en cincuenta y nueve ocasiones.

El 26 de marzo de 1922, tenía lugar en el Templo de San Francisco la misa de clausura de los ejercicios espirituales que dirigió el padre José Garibi Rivera, a los cuales asistieron González Flores y Gómez Loza. A la salida se encontraron con una marcha socialista, cuyos manifestantes empezaron a insultar a los católicos y nuevamente Gómez Loza arengó a los suyos, se produjo un gran zafarrancho y hubo muertos y heridos.

Del 23 al 29 de abril del mismo 1922 organizó el Primer Congreso Nacional Católico Obrero, en el cual participaron ochocientos delegados de todo el país. Al concluir el Congreso se organizó la Confederación Nacional Católica del Trabajo y fue elegido representante; también se fundó el Banco de Crédito Popular y el semanario El Obrero, que fue adoptado como órgano oficial de dicha Confederación.

En 1922 concluyó sus estudios profesionales de Derecho en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, y presentó sus exámenes de tesis y profesional para obtener su título de abogado. Pero el 1º de marzo de 1923 había tomado posesión del gobierno del estado José Guadalupe Zuno, quien obstaculizó los trámites administrativos y finalmente le negó la expedición de su título profesional.

Entonces pasó a residir a Arandas, Jalisco, junto con su esposa Guadalupe Sánchez, pero de ahí fue expulsado del estado, y se refugió en Jalpa de Cánovas, Guanajuato, donde vivió durante tres meses.

De nuevo en Guadalajara, tras la clausura del Seminario Conciliar, medida a la que por supuesto de opuso, a principios de 1925 participó con Anacleto González Flores en la fundación de la Unión Popular, siendo uno de los cinco miembros dirigentes.

En mayo de 1925, por su defensa de la fe católica, el papa Pío XI le otorgó la condecoración de la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice.
Con la toma de posesión de la presidencia de la república de Plutarco Elías Calles, el conflicto religioso se agravó. A nivel nacional se había organizado la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa (lndlr), la cual optó por las armas. Si bien Anacleto González Flores se resistió hasta el último momento a que la Unión Popular apoyara la violencia, al final tuvo que acceder. Entonces Gómez Loza fue nombrado jefe civil en la zona de Los Altos de Jalisco.

Ahora sí, Gómez Loza pasó definitivamente a la clandestinidad. En enero de 1927 evitó un atraco de los cristeros. Luego recibió una pequeña imprenta y se responsabilizó de la publicación de El Gladium. Ante las ejecuciones realizadas por los cristeros triunfantes, actuó como abogado defensor de los prisioneros federales, pidiendo los indultos. Y con gran dificultad enviaba cantidades pequeñas de dinero para el sostenimiento de su esposa e hija.

Tras el fusilamiento de Anacleto González Flores, el 1º de abril de 1927, la lndlr lo nombró gobernador civil provisional de Jalisco, en los territorios controlados por los cristeros. El cargo lo ejerció con grandes dificultades, sobre todo por oponerse al asalto del tren México-Guadalajara, decidido por el padre Reyes Vega. Y solicitó a las autoridades eclesiásticas de San Juan de los Lagos el nombramiento de capellanes castrenses.

El 3 de septiembre del mismo 1927, la lndlr le encargó la administración conjunta de la parte occidental del estado de Guanajuato. En la práctica ejercía como procurador castrense y continuaron las dificultades con los dirigentes cristeros e incluso con el general Enrique Gorostieta. Aunque acompañaba las tropas, él no tomaba parte en los combates. En octubre organizó la solemne celebración del día de Cristo Rey, adoptándose el lema de la Unión Popular para los campamentos cristeros: “Por Dios y por la Patria”.

Su labor fue calificada por Antonio Rius Facius como “la estupenda organización civil que [...] había implantado en toda la región”. 4

Para 1928, el movimiento cristero marchaba bien, había mejorado la disciplina de las tropas, la estrategia militar y el abastecimiento de alimentos y armas. Él había buscado la dirección espiritual del padre Salvador Casas, y para marzo se estableció en el rancho El Lindero, cerca de San Francisco de Asís, en el municipio de Atotonilco el Alto.

Era el 21 de marzo cuando una avanzada militar lo sorprendió en su campamento, y al intentar destruir unos documentos comprometedores de la militancia cristera, fue acribillado a tiros por la espalda, e igualmente fue ejecutado su secretario Dionisio Vázquez.

Su cadáver fue arrastrado hasta la plaza de Atotonilco el Alto, donde fue arrojado, luego fue embalsamado por las mismas autoridades para exponerlo en Guadalajara, como señal de escarmiento. Finalmente fue entregado a sus familiares para ser inhumado en el Panteón de Mezquitán, en un sepelio multitudinario.

El 1° de abril de 1947 sus restos fueron colocados en el muro norte del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, junto con los de Anacleto González Flores. El canónigo honorario de la Catedral tapatía, Maximino Pozos, le dedicó el poema “A la memoria de Miguel Gómez Loza, mártir de Cristo”. El 15 de octubre de 1994, la Arquidiócesis de Guadalajara abrió su proceso de beatificación, y fue declarado Siervo de Dios. El 22 de junio de 2004 la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano decretó su beatificación. El 20 de noviembre de 2005 se celebró en el Estadio Jalisco la misa de beatificación, y el 1º de abril de 2006 sus restos fueron colocados en una capilla lateral del mismo Santuario de Guadalupe.

Se dio su nombre al Centro Cultural de Atotonilco el Alto, Jalisco.

Juicios y testimonios

J. Ángel Moreno: “En Guadalajara se formó un comité que se encargaba de llevar a cabo trabajos netamente subversivos, y del que eran cabeza visible los licenciados Anacleto González Flores [...], Miguel Gómez Loza, elemento de gran empuje dentro de la Liga de Defensa Religiosa [...]”.


Maximino Pozos:


 
“¡Miguel, eres muy grande!
Como el Popocatépetl...
como el Ande...
como la audaz montaña
que al hondo azur
a desafiar se atreve:
volcán de fiera entraña,
pero de cima de pureza y nieve...
[...]
¡Del Cerro Gordo en el soberbio risco
dejaste escrito con sangrienta huella,
la inmortal Epopeya
de los gloriosos Altos de Jalisco!...


Benjamín Ruelas Sánchez: “Campeón del civismo más desinteresado y católico de la más recia contextura, quien puso toda su virtud, su talento y su fortaleza al servicio de las causas más nobles, en una época de positiva persecución religiosa”.


Referencias
  1. Vicente Camberos Vizcaíno, Un hombre y una época. Apuntes biográficos, México, Jus, 1950, pp. 200-201. ↩︎

  2. Diócesis de San Juan de los Lagos, Tierra de Mártires, Guadalajara, Equipo Diocesano de Misiones, ImpreJal, 2002, p. 114. ↩︎

  3. Camberos, op. cit., pp. 202-203. ↩︎

  4. Antonio Rius Facius, México Cristero, Guadalajara, Asociación Pro Cultura, 2002, tomo II, p. 375. ↩︎