Los universitarios sin universidad

González Luna, Efraín

Nació en Autlán de la Grana, Jalisco, el 18 de octubre de 1898. Fueron sus padres los señores María del Rosario Luna Michel y Mauro Heliodoro González Álvarez.

De 1906 a 1908 cursó su instrucción primaria en su pueblo natal, en el Colegio del Sagrado Corazón de los jesuitas. En 1911 se trasladó con su familia a Guadalajara, y terminó su primaria en el Instituto San José, también dirigido por la Compañía de Jesús; ahí cursó su enseñanza media.

Su adolescencia y su juventud se vio alterada por los acontecimientos de la revolución, y muy particularmente por el activismo católico de la ciudad. Fue miembro de la Congregación Mariana establecida en el Templo de San Felipe Neri. Se relacionó y colaboró con el líder máximo del catolicismo social en Jalisco, Anacleto González Flores, quien lo invitó a integrar el Círculo León XIII y a fundar en 1916 la acjm.

Para entonces ya había ingresado a la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, donde cursó sus estudios profesionales. En 1920 presentó su examen de grado y obtuvo su título de abogado.

Durante la presidencia de Plutarco Elías Calles participó en la Liga Nacional de la Libertad Religiosa, la cual era partidaria de resolver el conflicto Iglesia-Estado mediante el uso de las armas. Sin embargo, González Luna siempre se opuso a la guerra, siguiendo los lineamientos de la no violencia como medio de la reivindicación de los derechos del pueblo católico.

En el ámbito profesional ejerció la abogacía en su bufete, destacándose en la asesoría jurídica para la integración de las empresas. Fue el primer bufete de Derecho Corporativo –como hoy se dice– de Guadalajara. Así redactó las escrituras constitutivas del Banco Refaccionario de Jalisco y las bases orgánicas del Banco Industrial de Jalisco –más tarde Banco Internacional–. Con el paso del tiempo, en su cartera de clientes se encontrarían los más importantes empresarios de la ciudad y de la región, lo cual no fue obstáculo para que también atendiera a obreros y a personas sin recursos.

También fue consejero jurídico, tanto de la Iglesia en Guadalajara presidida por el arzobispo José Garibi Rivera, como de algunos gobernadores del estado de Jalisco. Así, por ejemplo, asesoró al licenciado Jesús González Gallo en las reformas a la ley electoral, y llegó a ser considerado “un lujo del foro jalisciense”.

Por sus relaciones con el empresariado local y con el cardenal José Garibi, fue un importante nexo con el gobierno del estado en la elaboración de leyes estatales que implicaban la colaboración de las fuerzas sociales, como fue el caso de la ley que establecieron en 1943 los consejos de colaboración municipal.

Como catedrático universitario impartió Derecho Civil y Teoría del Estado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara. Lamentablemente, al asumirse la educación socialista como ideología oficial de la Universidad, el 15 de octubre de 1933, junto con la mayoría de sus compañeros profesores, presentó su renuncia a sus cátedras.

En la nueva Universidad de Occidente –más tarde Universidad Autónoma de Guadalajara– continuó impartiendo clases, pero también de ahí se vio obligado a renunciar por el giro ideológico de la dirigencia universitaria a la extrema derecha. Entonces optó por no volver a dar clases.

Llegó a ser uno de los maestros más estimados y admirados por los estudiantes. Sobre su estilo magisterial, recuerda Guillermo Ruiz Vázquez: “Cuando llegaba al aula traía perfectamente clara y preparada su exposición. Todos escuchábamos atentísimos. Era cada ocasión una magnífica conferencia [...] no se usaba dejar tareas o trabajos: pero en los exámenes era muy exigente”.1

Finalmente, en el área universitaria apoyó y colaboró en la fundación del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey; en la inauguración fue el único orador oficial.

Como intelectual participó en las tertulias dominicales que organizaba su gran amigo el licenciado José Arriola Adame, junto con el canónigo José Ruiz Medrano y los arquitectos Luis Barragán Morfín e Ignacio Díaz-Morales, entre otros. Además asistía a las tertulias de los jueves, en la Librería Font, en las cuales se encontraba con Antonio Gómez Robledo, Alfonso Junco, los jesuitas Mariano Cuevas y José Bravo Ugarte, el licenciado José Guadalupe Zuno2 y Juan Palomar, entre otros.

En 1937 publicó “Jueves Santo”, en la revista Ábside, y “Ulises por el meridiano de Guadalajara”, para el número nueve de la revista Bandera de Provincias; en 1947 dio a conocer su ensayo “Lic. Anacleto González Flores”.

Al igual que José Arriola, era un gran admirador de la cultura francesa, sobre lo que Hugo Gutiérrez Vega escribió:

Su gran amor por Francia y, a través de su conocimiento, se acercó a la historia europea y, especialmente al mundo medieval. Su traducción de La Anunciación de Claudel, supo plasmar la intensa aventura espiritual de los constructores de catedrales. Por otra parte, los escritores como Rolland, Romains, Martin du Gard, Duhamel, Giono, Bermanos y Mauriac, formaron su biblioteca básica. 3

Además de la citada traducción deLa Anunciación de María de Paul Claudel, hizo la versión castellana del “Vía crucis” del mismo autor, estos trabajos los publicó en Bandera de Provincias. También fue un gran admirador y devoto de la santa francesa Teresa de Lisseux.

Como intelectual católico, de septiembre a octubre de 1942 participó en el Congreso Americano de Problemas Sociales de la National Catholic Welfare Conference. En unión a Jacques Maritain, se le encargó la elaboración de las conclusiones. En 1952 escribió su ensayo “Los católicos y la política”, en el cual reflexionaba sobre la errática participación de los católicos mexicanos en política, e indicaba nuevos caminos para superar dicha atrofia histórica.

En 1939, por invitación de Manuel Gómez Morín, participó muy activamente en la fundación del Partido Acción Nacional (pan). Le correspondió fundarlo y organizarlo en Jalisco, fungiendo como su primer presidente estatal.

Con todo el sistema oficial en contra, fue en 1943 candidato a diputado federal por el tercer distrito electoral en Jalisco. Tres años más tarde repitió la misma candidatura, obteniendo una gran votación; sin embargo no se le reconoció su triunfo, al grado que el gobernador Jesús González Gallo, su antiguo discípulo, a manera de disculpa le expresó: “No está bien que un hombre como usted sea diputado. ¿Qué va a ser en una curul, entre todos esos bribones?”.4 Aún así, hizo una brillante defensa de su triunfo en el colegio electoral de la Cámara de Diputados.

En la xª Convención Nacional del pan en 1951, fue elegido como candidato a la presidencia de la república. De diciembre del citado 1951 a julio de 1952 recorrió prácticamente todo el país en una intensa campaña, durante la cual, en sus discursos y sus conferencias, abordó los grandes problemas nacionales: el campo, la justicia social, la situación de la mujer, la cuestión obrera, entre otros. En un editorial el Diario de Yucatán expresaba: “Las plazas públicas estaban candentes de sol y de civismo”.5

Finalmente, los votos según los resultados oficiales se distribuyeron así: Ruiz Cortines, 2’173,419; Henríquez, 579,745; González Luna, 285,555; y Lombardo Toledano, 72,482.6 Ante lo cual González Luna proféticamente expresó:

No hemos sufrido derrotas. Algún día se reconocerá que todas estas campañas, de las que salimos oficialmente con las manos vacías o con resultados pequeños aparentemente, después de esfuerzos tremendos, no fueron derrotas. Fueron cada una de ellas victorias preliminares necesarias, imprescindibles como las premisas de un silogismo fatal, para llegar a la conclusión final del triunfo completo y definitivo.7

Como un nuevo Moisés, no vería la tierra prometida...

Sus múltiples ensayos, conferencias, discursos y artículos fueron compilados y prologados por Pedro Vázquez Cisneros, y publicados en forma póstuma por la Editorial Jus de 1974 a 1977, con el título de Obras de Efraín González Luna, en ocho tomos.

Los títulos son: tomo i. La economía contra el hombre y otros ensayos; tomo ii . El municipio mexicano y otros ensayos; tomo iii. La dignidad del trabajador y otros ensayos; tomo iv. Comedia y realidad de América y otros estudios; tomo v. Conciencia y opinión y otros estudios; tomo vi. Presencia y gravedad de los problemas nacionales y otros estudios; tomo vii. Revolución y espíritu burgués y otros ensayos; y tomo viii. Clases sociales, lucha de clases y otros temas.

Luego se agregaron: tomo ix. La raíz de la anarquía y otros discursos; tomo x. Mecánica de opción y otros discursos; y tomo xi. Voluntad de combate y de victoria y otros escritos.

Recibió los siguientes reconocimientos: en octubre de 1935, el ministro de Educación de la República Francesa lo nombro officier d’Academie; en febrero de 1947, el mismo gobierno francés le otorgó una medalla de plata, en reconocimiento a su traducción al español de La Anunciación… de Paul Claudel; la Santa Sede lo condecoró como caballero de la Orden de San Gregorio Magno; y posteriormente lo nombró observador oficial del Concilio Ecuménico Vaticano Círculo León XIII; y Daniel Cosío Villegas lo invitó a colaborar a la revista de Historia Mexicana, por su gran prestigio intelectual.

Como las ideas fundamentales del pensamiento de González Luna, Gabriel Jiménez Remus enuncia las siguientes:

  1. Su concepción providencial de la historia y de la sociedad. “Su creencia de que en el tiempo se está realizando un orden eterno, fundado en la verdad y en la justicia. El mundo y la historia son pues, para él radicalmente racionales, aunque la razón que los rige no sea la humana sino la divina” [...]
  2. La misión del hombre. “Don Efraín, como toda la tradición cristiana, no puede ver al hombre más que en su relación con Dios, su humanismo es firme y lógico porque es humanismo a lo divino, en palabras de Gallegos Rocaful. La fuerza y la grandeza del hombre le viene de ser intérprete y ministro de Dios, en la misión brillante o modesta que con la misma vida le ha confiado”.
  3. La familia. “Mi esposa y mis hijos son mi fuerza y mi equilibrio, mi centro de gravitación y mis alas, mi tarea y mi premio; sin la familia que tuve [sus padres y hermanos] y la familia que tengo, ni obra ni operario hubiesen sido posibles”.8

Quizá habría que agregar las tesis de la dignidad del hombre, el papel subsidiario del Estado y la técnica de la salvación, entre otras.

Pasó sus últimos días en la dirección del pan en Jalisco, prestando apoyo a las campañas presidenciales de 1958 y 1964; en sus lecturas, en la participación diaria en la misa en la Parroquia de Nuestra Señora de la Paz, y en la convivencia con su familia y sus amigos.

Falleció el 9 de septiembre de 1964 en Guadalajara. Al saber de su deceso, Manuel Gómez Morín exclamó: “¿Qué voy hacer? Se me murió el cerebro del Partido [Acción Nacional]”.9 E incluso sus adversarios políticos expresaron su pesar; el presidente de la república Gustavo Díaz Ordaz envió a la familia un telegrama de pésame.

Su funeral fue oficiado en la Catedral Metropolitana y fue inhumado en el Panteón de Mezquitán.

La revista Etcétera le dedicó un número especial, y una calle de Guadalajara lleva su nombre. En 1968, el jesuita José Bravo Ugarte publicó en la Editorial Jus: Efraín González Luna. Abogado, humanista, político, católico. Homenaje a un gran amigo.

Al celebrarse el primer centenario de su nacimiento, el pan, la Universidad de Guadalajara, iteso y univa celebraron el “Seminario internacional del pensamiento de don Efraín González Luna”; se develó su estatua en la avenida México y se dio su nombre a la Casa de la Cultura de su ciudad natal.

Tras ser declarado Benemérito Ilustre del Estado de Jalisco, el 12 de septiembre de 2006 sus restos mortales fueron trasladados a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, donde se colocó su estatua y se develó su nombre en letras doradas en el recinto del salón de Cabildos del Ayuntamiento de Guadalajara.

Juicios y testimonios

Emmanuel Carballo: “Era un hombre alto, macizo, de cutis áspero y pelo escaso, gris. Abogado, hombre de ideas, ensayista y traductor en sus años mozos. Entre los abogados se le veía como uno de los más capaces e íntegros. En la política jalisciense ocupaba un lugar muy especial: era el jefe indiscutido de la oposición derechista moderada y cristiana. Entre su cuerpo de ideas y sus actos cotidianos no existían fisuras ni malos entendidos”.


Adalberto González Morfín: “[Agustín] Yáñez visitaba a mi padre de noche en la casa para hacerle alguna consulta, y cuando llegaba mi madre desde el recibidor llamaba a mi padre diciendo: Efraín aquí está el coyón de Yáñez que viene a verte a la Nicodemo”.


Hugo Gutiérrez Vega: “Tuvo una vida intensa en la que trató de conciliar actividades laborales, aficiones y vocaciones [...] La política para González Luna era una obligación ética y un ejercicio de paciencia heroica; para él lo fundamental eran los principios doctrinarios, mover almas: fue defensor de la tolerancia, en la que es indispensable el funcionamiento de la convivencia social”.


Alfonso Junco: “Varón de una pieza, supo alzar la conducta al nivel de la convicción. Desde la infancia hasta la muerte fue la rectitud en persona. A tal punto que su íntimo amigo José Arriola Adame, pintoresco e hiperbólico, decía que para planchar un traje Efraín no tenía más que ponérselo... Católico integral en el pensamiento y en la vida, patriota hasta la médula del alma […]”.


Referencias
  1. Teresa Vicencio Álvarez y León Faure Acra, Efraín González Luna, México, PAN, 1991, p. 17. ↩︎

  2. Jorge Alonso Sánchez, Efraín González Luna, el hombre, Guadalajara, Instituto Cultural Ignacio Dávila Garibi de la Cámara Nacional de Comercio de Guadalajara, 2006, p. 4. ↩︎

  3. Cit. por Guillermo García Oropeza, “Don Efra…”, “Nuevas medias verdades”, Público, Guadalajara, 10 de agosto de 1997, Arte & Cultura, p. 5. ↩︎

  4. Vicencio y Faure, op. cit., p. 37 ↩︎

  5. Ibid., p. 43. ↩︎

  6. nstituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, Estadísticas históricas de México, tomo I, México, INEGI, 1985, p. 291. ↩︎

  7. Vicencio y Faure, op. cit., pp. 29-30 ↩︎

  8. Ibid., pp. 3-5. ↩︎

  9. Jorge Alonso Sánchez, Efraín González Luna: un católico inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia, comprometido con una política de transformación democrática. En Cinco cristianos en Política, México, Instituto Mexicano de Doctrina Social de la Iglesia, 2005. p. 22. ↩︎