Los universitarios entre el Instituto y la Universidad
González Mendoza, José Eleuterio
Nació en Guadalajara, capital de la Intendencia del mismo nombre, el 20 de febrero de 1813. Fueron sus padres el capitán de milicias Matías González y la señora María Ana Mendoza. Pasado año y medio de su nacimiento falleció su padre y se hizo cargo de él su tío abuelo, el abogado Rafael Mendoza.
En 1825 ingresó al Seminario Conciliar de Guadalajara, donde estudió Latín y el Curso de Artes. Sobre estos estudios y su posterior influencia, escribe Aureliano Tapia:
En los planes de estudios eclesiásticos y literarios, se daba especial atención al cultivo de los clásicos griegos y latinos, con los que José Eleuterio llegaría a familiarizarse de modo que, en la edad adulta los recitaba de memoria y atinadamente los citaba en sus cátedras, en sus discursos y poemas, y en sus libros de historia de la medicina. 1
En la Facultad de Medicina hizo sus estudios profesionales en la época de transición de la Universidad de Guadalajara al Instituto de Ciencias del Estado de Jalisco. Fue practicante en el Hospital de San Juan de Dios, donde en enero de 1830 tuvo como paciente al franciscano Gabriel María Jiménez, quien lo invitó a seguir atendiéndolo en la ciudad de San Luis Potosí, lo cual aceptó.
En la capital potosina se le empleó como segundo practicante del Hospital de San Juan de Dios, pero como el clima frío de la localidad no beneficiaba la salud de fray Gabriel, lo acompañó como médico de cabecera a Monterrey, a donde llegaron a finales de 1830. Luego regresaron a San Luis Potosí para la Cuaresma de 1831, pero se desató la epidemia del cólera morbus y ante los deseos del fraile de morir en la capital neolonesa, nuevamente ahí se instalaron.
El 12 de noviembre de 1833 llegaron a Monterrey el fraile y el joven practicante de medicina, quien portaba un certificado del director del Hospital Nacional de San Luis Potosí, que lo acreditaba como practicante de cirugía. De inmediato fue presentado al obispo, fray José María de Jesús Belauzarán y Ureña, quien le dio el título de niño médico –contaba entonces con 20 años de edad– y prometió recomendarlo.
Inició como ayudante del boticario del Hospital de Nuestra Señora del Rosario. Por su dedicación especial a los pobres, éstos lo empezaron a llamar el Doctor Gonzalitos. El 1° de mayo de 1834 el obispo Belauzarán, en su calidad de patrono del Hospital, lo nombró director. Ahí conoció a alguien que más tarde fue determinante en la futura fundación del Hospital Civil, el sacerdote José Antonio de la Garza Cantú, quien luego fue canónigo chantre de la Catedral de Monterrey.
En enero de 1835, en el mismo Hospital de Nuestra Señora del Rosario, estableció por su cuenta las cátedras de Botánica, Química, Microbiología y Farmacia. En mayo de 1840 introdujo el uso de las vacunas para evitar el contagio de la peste.
En 1842 la Junta de Sanidad del Departamento de Nuevo León lo examinó y le otorgó el título de médico cirujano, el cual le fue reconocido el 16 de abril de 1852 por el Consejo de Salubridad de Nuevo León. El 1° de abril del citado 1842, fundó la cátedra de Medicina, que suspendió en 1846 por la invasión de Estados Unidos a México, entonces se refugió en la hacienda de Santa Ana, jurisdicción de Cadereyta. A su regreso a Monterrey impartió un nuevo curso de Farmacia y la Compañía Lancasteriana lo admitió como socio.
El 18 de octubre de 1850 el vicegobernador del estado lo nombró médico cirujano del primer batallón de la Guardia Móvil, luego se le refrendaría el mismo cargo, pero ahora del batallón de la Guardia Nacional Sedentaria.
A propuesta suya y del doctor José Sotero Noriega, el 19 de septiembre de 1851 se estableció el Consejo de Salubridad de Nuevo León, del que fue nombrado vicepresidente.
A principios de 1854 el Cabildo de Canónigos, en sede vacante por el fallecimiento del obispo Salvador Apodaca, por falta de fondos se vio obligado a extinguir el Hospital de Nuestra Señora del Rosario, el cual el doctor González había dirigido por 19 años. En diciembre del mismo año, el gobierno del estado le dio el título de catedrático de Obstetricia, pero al carecer de local para la cátedra la impartió en su domicilio particular.
El 30 de octubre de 1859 se fundó el Colegio Civil del Estado de Nuevo León, del que fue nombrado catedrático titular de Medicina Operatoria y Obstetricia, e interino de Anatomía General y Descriptiva. También impartió las cátedras de Cronología e Historia, Retórica y Poética, además de contribuir en la elaboración de los reglamentos del novel plantel.
Fue director del Colegio Civil del 20 de septiembre de 1866 a 1873, y de 1875 a marzo de 1876, dado que
los alumnos, siempre reconocieron en el doctor González al maestro eximio, formador y orientador de vocaciones, y los catedráticos, muchos de ellos sus antiguos discípulos, lo veían como el primero entre todos, y recurrían a él en busca de consejo para orientar su pedagogía escolar. 2
En el mismo 1859 inició la construcción del Hospital Civil de Nuevo León; así evocó su gestación:
La tarde del 25 de noviembre de 1858, acompañaba yo a mi buen amigo [el citado canónigo José Antonio de la Garza Cantú] a dar un paseo por las orillas de la ciudad, con lo que él procuraba mejorar su quebrantada salud. Pasamos casualmente por el lugar que hoy ocupa el hospital [Civil] y nos sentamos en unas piedras que había en donde está hoy la botica. Le dije que aquel sitio me había parecido el más a propósito para situar un hospital […] y me dijo que no había razón para diferir por más tiempo la ejecución de un pensamiento tan bueno. Que nos decidiéramos de una vez a intentar la fundación del hospital y que me daría cuatro mil pesos de pronto, para comenzar la obra […] 3
El 1° de mayo de 1860, sin la presencia del canónigo chantre benefactor Antonio de la Garza –quien había fallecido tres meses antes–, inauguró el Hospital Civil, sobre lo que escribió embargado por la emoción: “En este día que sin disputa fue el más feliz de mi vida, no echaba de menos más que la presencia de mi nunca bien llorado amigo el señor chantre; y aunque ahora veo el Hospital con más comodidades, nunca me parece tan hermoso como aquel memorable día”. 4
Por la Ley de Instrucción General del 27 de diciembre de 1865, el régimen de Maximiliano I centralizó la educación superior en la capital del imperio, por lo que se suprimió el Colegio Civil. Sin embargo el doctor González siguió impartiendo gratuitamente sus cátedras en el Hospital Civil y en su misma casa. Al restaurarse la república, se reabrió el Colegio Civil.
El 20 de febrero de 1867, el gobierno del estado de Nuevo León por decreto lo nombró “Benemérito del Estado”, así como inspector de estudios primarios y secundarios y miembro de las Juntas de Beneficencia. La noticia fue recibida por los neoloneses con grandes muestras de júbilo.
El 2 de diciembre de 1877 se decretó la separación del Colegio Civil de las Escuelas de Jurisprudencia y de Medicina, de esta última fue nombrado director el doctor González.
La Sociedad de Amigos del País lo adhirió como miembro en 1856; la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística lo había nombrado socio corresponsal en 1855; y el 20 de octubre de 1870 lo eligió socio efectivo; el 19 de octubre del citado 1870, la Sociedad Mexicana de Historia Natural lo nombró su socio corresponsal en Monterrey. Ya en diciembre de 1865, el emperador Maximiliano I lo había distinguido como oficial de la Orden Imperial de Guadalupe, ante lo cual
cuenta la historia que cuando Gonzalitos recibió la medalla de la Orden Imperial, dijo a su discípulo Juan de Dios Treviño: Más hubiera agradecido de este nieto de Carlos V, que me hubiera mandado siquiera diez pesos para el Hospital. Prefiero tener atole para mis enfermos que llevar esta condecoración en el pecho. 5
En las actividades políticas: el 29 de diciembre de 1850 fue electo segundo diputado suplente y el 27 de febrero de 1851 se le eligió magistrado y fiscal suplente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado; en 1869 fue electo diputado propietario a la xv Legislatura de Nuevo León; en 1870 fue gobernador interino; el 16 de septiembre de 1871, nuevamente fue electo diputado local; y el 3 de noviembre de 1872 resultó electo gobernador constitucional del estado de Nuevo León. Como mandatario se preocupó fundamentalmente por la elaboración de las estadísticas estatales para la razonada toma de decisiones.
Para 1875 fue postulado nuevamente como gobernador, pero él, ante la división de los partidos políticos, decidió mejor renunciar, dando por terminadas sus incursiones políticas y prefirió regresar al servicio de sus enfermos y de los estudiantes.
Dada su gran dedicación al estudio y a la elaboración de sus obras, desde 1876 empezó a tener serios problemas en sus ojos, casi invidente continuó sus labores, por lo que el 7 de octubre de 1883 fue operado en Nueva York por el cirujano alemán Hermann Jacob Knnap.
La operación fue todo un éxito, por lo que retornó triunfalmente a Monterrey donde fue recibido con arcos de triunfo, discursos, cohetes, repiques de campanas y un Te Deum en la Catedral. Continuó en sus cátedras y en sus consultas y operaciones.
Sus obras escritas se clasifican en históricas, médicas y de temática educativa.
Las obras históricas son: Colección de noticias y documentos para la Historia del Estado de Nuevo León, corregidas y ordenadas, de manera que formen una relación […] (1867); Informe rendido en solemne distribución de premios del año de 1867 en el Colegio Civil (1867); Lecciones de Cronología dadas en el Colegio Civil de Monterrey (1869); Discurso leído en la solemne distribución de premios del Colegio Civil de la ciudad de Monterrey, verificada la noche del 29 de agosto de 1869 (1869); Discurso pronunciado en la solemne distribución de premios del mismo Colegio [Civil de Monterrey] el día 28 de agosto de 1870 (1870); “15 y 16 de septiembre”, artículo reproducido en el Boletín de la Sociedad de Geografía y Estadística (1870); Discurso pronunciado en la solemne distribución de premios del Colegio Civil, del año 1871 (1871); Algunos apuntes y datos estadísticos que pueden servir de base para formar una estadística del Estado de Nuevo León (1873); La agricultura en el Estado de Nuevo León (1873); Discurso oficial del 16 de septiembre de 1874; Biografía del benemérito mexicano D. Servando de Mier (1876); Apuntes para la Historia Eclesiástica de las Provincias que formaron el Obispado de Linares desde su primer origen hasta que se fijó definitivamente la silla episcopal en Monterrey (1877); Lecciones orales de Cronología (1877); Solemne distribución de premios que hizo el C. Gobernador del Estado entre los alumnos de las escuelas primarias sostenidas por la municipalidad de Monterrey en el Teatro Progreso el día 29 de agosto de 1880. Discurso del benemérito C. Dr. José Eleuterio González, sobre la Instrucción Pública; Discurso que pronunció en la solemne distribución que hizo el Ayuntamiento de Monterrey, entre los alumnos más aprovechados de sus escuelas […] (1880); Lecciones orales de Historia de Nuevo León […] (1881); La fiesta del 16 de Septiembre (1883); Algo sobre la Independencia de México (1884); Lecciones orales de Cronología, tercera edición, corregida y aumentada (1885); y Los médicos y las enfermedades de Monterrey (póstumo, 1968).
En cuanto a sus obras de temática médica escribió: La mosca omnívora (1865); Método curativo del cólera morbo (1866); Algunos preceptos útiles que pueden servir de introducción al estudio de la clínica dados a los alumnos de la Escuela de Medicina de Monterrey (1870); Apuntes que pueden servir de base para la formación de la flórula de la ciudad de Monterrey y sus alrededores (1874); Lecciones de Anatomía Topográfica (1875); Lecciones orales de Moral Médica (1878); Discurso sobre el Estudio de Botánica dirigido a los alumnos de la Escuela de Medicina de Monterrey (1878); Discurso sobre el estudio de la Botánica dirigido a los alumnos de la Escuela de Medicina de Monterrey (1881); Un discurso y un catálogo de plantas clasificadas, dirigidos a los alumnos de la Escuela de Monterrey (1881); Un punto de higiene pública. Sepulturas aplicado a la ciudad de Monterrey (1882); Tratado elemental de Anatomía General (1883); Lecciones orales de Materia Médica y Terapéutica (1888); y Un discurso y un catálogo de plantas clasificadas (1888).
Sus obras de temática educativa son: Breve reseña de la primera distribución de premios del Colegio Civil de Monterrey (1861); discursos pronunciados en la distribución de premios en los años 1862, 1863, 1868, 1873, 1874, 1875, 1880; además de otros discursos patrióticos y académicos. Sus obras completas fueron publicadas en cinco tomos, entre 1885 y 1901.
Luego de haber ejercido la medicina durante 55 años ininterrumpidos, falleció el 4 de abril de 1888 en Monterrey, en medio del sentimiento general. Se le inhumó en la Capilla del Hospital Civil y en su lápida se escribió: “[A] quien supo vivir y morir como buen hijo de Dios”.
Desde el 1° de mayo de 1860, el Hospital Civil se denominó Hospital González. El 20 de febrero de 1913 fue develada su estatua en bronce, con la siguiente inscripción: “La memoria de los grandes hombres, jamás perecerá”. El Hospital Civil se destruyó y se vendió el terreno para que se construyera el Hospital Regional del Instituto Mexicano del Seguro Social, por lo que se exhumaron sus restos el 4 de febrero de 1939, para ser colocados al pie de su estatua, en el mismo lugar donde él y su amigo el canónigo José Antonio de la Garza planearon construir el futuro Hospital Civil. En 1959 se le levantó otro gran monumento para homenajearlo en su calidad de fundador de la Escuela de Medicina de Monterrey.
Una avenida de la capital regiomontana lleva su nombre. En 1975 el gobierno del estado de Nuevo León convocó al primer concurso sobre su vida y obra, el cual ganó el sacerdote Aureliano Tapia Méndez.
Juicios y testimonios
Javier García de Alba: “Nunca ha habido en Nuevo León un hombre que haya tenido tantas simpatías como las tuvo este médico, tan humilde, como inteligente, bondadoso y filántropo; dedicó la mayor parte de su vida al ejercicio de la medicina, al fomento de la educación pública, a los estudios históricos y a la construcción del Hospital Civil”.
Guillermo Prieto: “Es un luminar para la ciencia; para la juventud un tesoro, para la humanidad doliente un tierno y generoso consuelo, y para Monterrey un justo título de orgullo”.