Los universitarios sin universidad

Gutiérrez Gutiérrez, José Gregorio

Nació en el rancho de la Media Hanega, en el municipio de Jalostotitlán, Jalisco, el 27 de mayo de 1902. Fueron sus padres los señores María Gutiérrez Gutiérrez –quien murió en el parto mismo de José Gregorio– y Dionisio Gutiérrez Barba, modesto agricultor, quien con el paso de los años apoyó la Cristiada.

Sobre su infancia escribió:

Había contraído mi padre, tiempo adelante, segundas nupcias y en aquel rincón inolvidable y entrañable [el rancho de la Media Hanega], bajo la protección de mi padre, vi transcurrir los primeros quince años de mi vida alternando los estudios primarios con los trabajos del campo. Allí vivían, en la época a que me refiero, mi padre, mi segunda madre y mis hermanos que con apego, empeño y laboriosidad cuidaban la tierra y la hacían producir y prosperar. 1:

Alternaba estancias en el rancho y en Jalostotitlán, donde estudió la primaria en la escuela parroquial que conducía el profesor José Guadalupe Tostado; tuvo que repetir el 4º año en cuatro ocasiones, porque no había más grados superiores, así es que mejor se hizo del arado y trabajó con su padre hasta 1916.

A principios de 1917, su primo, el licenciado Jorge Padilla Gutiérrez, y el padre de éste, don Cirilo, logaron que su padre lo dejara ir a estudiar a Guadalajara, lo cual narra así: “[...] A su tiempo se presentaron mi tío y mi primo, para ver si ya estaba yo preparado para irme a estudiar; ante la negativa de mi padre, mi tío Cirilo se le pegó como una garrapata para convencerlo, logrando que me diera su permiso. Y tomamos el camino [...]”. 2

En Guadalajara se instaló en la casa conocida como La Gironda –ubicada en Santa Mónica núm. 282–, recomendado por su primo Jorge Padilla, que era girondino. Ahí convivió con Anacleto González Flores y con Miguel Gómez Loza, entre otros.

En el Colegio Morelos cursó el quinto año de primaria, donde tuvo de compañero a un hermano del futuro general Lázaro Cárdenas. Al presentar un examen extraordinario, pudo pasar a la preparatoria López Cotilla, que dirigía Paz Camacho y cuyos estudios revalidó en la Escuela Preparatoria de Jalisco.

Sobre las fechas de sus estudios preparatorios y profesionales hay que hacer algunas aproximaciones. Si llegó a Guadalajara en 1917, ese año y hasta junio de 1918, cursó el 5º año de primaria, ingresando directamente a la preparatoria, dado que por el examen extraordinario acreditó el 6º grado. En 1920 entró en vigor un nuevo plan de estudios, que determinaba que la enseñanza preparatoria fuera de cuatro años, así es que debió ingresar a la Escuela de Medicina de Guadalajara en 1922, ahí estuvo tres años, por lo que en 1925 fue uno de los estudiantes que participaron en la reinauguración de la Universidad de Guadalajara, y hacia 1926 suspendió sus estudios para tomar las armas.

A la par que realizaba sus estudios fue un activista de los movimientos católicos de la época; sobre las acciones en La Gironda escribió: “El grupo de La Gironda, era de acción y de combate, nuestras inquietudes eran muchas, tanto religiosas, como sociales, las que iban desde [dar] doctrina a los niños del barrio a conferencias de acción social y formación de sindicatos”. 3

Participó en la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, en el centro de estudios Luis Windthorst, en la Unión Popular, en el boicot contra las leyes anticatólicas y en la Unión de Católicos Mexicanos, que se conocía como la “U”.

Ante el fracaso de los medios pacíficos para lograr la abrogación de la Ley Calles –reglamentaria del artículo 130 constitucional–, por presiones de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, la Unión Popular pasó a la lucha armada, por lo que José Gutiérrez fue a buscar a su padre para pedirle la bendición, quien le dijo:

Como tú veo con toda claridad la situación actual de Méjico y comprendo también la obligación que nos viene a todos los católicos de servir a esta causa que lucha por la libertad, y me siento orgulloso de que voluntariamente hayas tú el lugar que te corresponde. Cuenta con mi permiso, recibe mi bendición y que Dios te ilumine para que sirvas lealmente a nuestra causa y te libre de todos los peligros. 4

Empezó a llevar pertrechos de guerra a los ejércitos cristeros, para luego alistarse; le apodaban “el Médico”. Recibió los siguientes nombramientos castrenses: mayor el 15 de diciembre de 1927; teniente coronel el 2 de junio de 1928; luego fue coronel y jefe del estado mayor del general Jesús Degollado Guízar, jefe de la División del Sur. Al ascender el general Degollado a la jefatura máxima de la Guardia Nacional Cristera, lo nombró jefe de la División de Occidente con el rango de general brigadier el 8 de junio del mismo 1929, dado que –dice su nombramiento–: “Conoce [usted] el perímetro de la División, a los jefes de la zona, las mañas del enemigo y la forma de defenderlo y atacarlo”. 5

El anterior documento nos da una idea de la cantidad de acciones militares en las que participó; además pasó por grandes peripecias para conseguir pertrechos de guerra, por lo que tuvo que viajar hasta Laredo, Texas. Fue capturado en Guadalajara, y estuvo a punto de ser fusilado en el Panteón de Mezquitán, pero por dos mil pesos oro, que habían pagado como rescate los seguidores del movimiento cristero, el inspector de policía de la ciudad lo dejó huir.

Al celebrarse losArreglos entre la Iglesia y Estado, sin tomar en cuenta a los militares cristeros, el culto católico se reanudó el 29 de junio de 1929. Entonces con fecha del 5 de julio, lanzó un manifiesto, en el que expresaba:

Soldado de la Guardia Nacional: estamos viviendo instantes de suprema angustia; minutos en que se rifan los destinos de la Iglesia, de la Patria y de todos nosotros los que en comunidad de ideas hemos luchado, en los campos y en las ciudades, por Dios, por la Patria y por la libertad [...] Esperemos la última palabra que ha de venir de nuestros jefes. Conservemos la unidad hasta el fin. Si el Conflicto Religioso se resuelve con el licenciamiento de la Guardia Nacional, así lo haremos, sin quebrantar la disciplina, pero eso sí, lo sabrá todo el mundo que no fuimos vencidos. 6

Seis días después, recibió del general Jesús Degollado la orden de reconcentrar las tropas y del alto al fuego. Luego vinieron los días de prueba y amargura –como él mismo los calificó–, hasta llegar al licenciamiento de las tropas.

El 27 de julio en Tapalpa entregó las armas al ejército federal, y recibió su salvoconducto, trasladándose con grandes dificultades a Guadalajara. Tuvo que tomar muchas precauciones para no ser ejecutado a traición, como lo fueron muchos de los antiguos cristeros en los meses subsiguientes al licenciamiento de las tropas.

Siguió su vida privada con gran discreción; se trasladó a la Ciudad de México, donde intentó concluir la licenciatura de Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México, pero su situación económica no se lo permitió.

No fue sino hasta 1935 cuando pudo regresar a Guadalajara para terminar sus estudios profesionales en la Universidad Autónoma de Guadalajara, y se tituló de médico cirujano. Luego hizo la especialidad en Ginecología y Obstetricia.

Hacia 1939 pasó a residir nuevamente a la Ciudad de México, donde ejerció su profesión en su consultorio privado, y como médico del Instituto Mexicano del Seguro Social, y continuó viviendo en forma muy austera.

Por esos años, con gran esfuerzo y sacrificio, reunió la cantidad total que se había pagado como rescate cuando iba a ser fusilado en Guadalajara, así que buscó a sus bienhechores y les pagó, sin que nadie se lo pidiera.

Escribió sus memorias militares, las cuales con grandes dificultades logró publicar en una primera edición muy modesta, las tituló Recuerdos de la Gesta Cristera, en tres tomos. El primero apareció en 1972, el segundo en 1975 y el tercero en 1979. Por la veracidad histórica, la emotividad y la sinceridad que puso en su crónica, se le considera El Bernal Díaz del Castillo de la Cristiada.

Ante la supuesta Constitución de los cristeros, que Vicente Lombardo Toledano publicó en 1963, lo refutó con su escrito “Los cristeros no dejamos ni juramos ninguna constitución”.

En calidad de jefe vitalicio presidió la Guardia Nacional Cristera, siendo el último general cristero. Impulsó con gran entusiasmo la fundación del Museo Cristero, que se estableció por iniciativa de Alfredo Hernández Quesada en Encarnación de Díaz, Jalisco, y que en 2003 pasó a la ciudad de Aguascalientes.

En 1973, el Consejo 4910 de los Caballeros de Colón de Nuestra Señora de la Asunción de Jalostotitlán le entregó un reconocimiento y colaboró con él en la tercera reimpresión de sus memorias.

Falleció el 12 de enero de 1995 en la Ciudad de México, a los 93 años de edad.


Referencias
  1. José Gregorio Gutiérrez, Mis recuerdos de la Gesta Cristera, Guadalajara, Ed. del autor, s.f., p. 61. ↩︎

  2. Martínez Velasco, op. cit., p. 12. ↩︎

  3. Ibid., p. 13. ↩︎

  4. Gutiérrez, op. cit., p. 71. ↩︎

  5. Ibid., p. 78. ↩︎

  6. Ibid., p. 95. ↩︎