Los primeros universitarios

Huerta Leal, José de Jesús

Nació en Santa Ana Acatlán, poblado del Reino de la Nueva Galicia, el 27 de octubre en 1774. Fueron sus padres los señores José Huerta y Catalina Leal de Ayala, quienes según su Relación de Méritos eran españoles nobles descendientes de los primeros conquistadores de América. Sin embargo, el doctor Agustín Rivera en Los Anales Mexicanos. La Reforma y el Imperio, asegura que eran de raza indígena.

Muy joven ingresó al Seminario Conciliar en Guadalajara, donde fue un estudiante destacado. Cursó dos años de Latín y de Retórica, y tres de Filosofía y de Física Experimental, y ganó la distinción supra locum.

El 25 de abril de 1796 obtuvo en la Real Universidad de Guadalajara el grado de bachiller en Artes, y cursó Teología en la Universidad, durante cuatro años.

De manera simultánea a su carrera universitaria, en el seminario se le encargó la preparación de los estudiantes para sustentar los actos de Lógica; sirvió la plaza de bibliotecario y fue superintendente del mismo seminario; se acordó que vistiera el manto y beca de colegial, dotada a expensas de la propia institución; y en diciembre de 1800 el obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas le confirió la ordenación sacerdotal.

El 1° de marzo de 1801 solicitó los grados mayores universitarios; el 26 de abril, fungiendo como su padrino el rector del Seminario doctor Juan José Cordón, sustentó el acto de repetición; el 6 de mayo se le asignaron los puntos de examen, que sustentó el 7 inmediato; al día siguiente recibió el grado de licenciado en Teología; y el 18 de junio de 1802 recibió la borla doctoral.

En el Seminario Conciliar fue vicerrector de 1802 a 1804; destacado catedrático, desde el 18 de octubre de 1795 impartió interinamente la cátedra de Mínimos, y a partir del 29 de febrero de 1796, como propietario; de 1796 a 1806 impartió los cursos de Artes con gran aceptación. Entre los estudiantes que asistieron a sus cátedras estaban: Valentín Gómez Farías, Anastasio Bustamante, Juan de Dios Cañedo, Juan Cayetano Gómez-Portugal, entre otros.

El doctor Agustín Rivera testifica la veneración al viejo maestro, por sus antiguos discípulos:

Y si pasados luengos años –de que estuvieron reunidos en el Seminario, maestros y alumnos– el discípulo llegaba a ser obispo o presidente de la República, aunque el maestro fuera un viejo cura de pueblo, le daba el lado derecho y lo trataba con los antiguos respetos y cariño, y el maestro trataba al obispo y al presidente de la República con el antiguo tú. Así se vio, según sé por un testigo fidedigno, entre el ilustrísimo Portugal y su maestro el doctor Huerta, cura de Atotonilco el Alto y entre el mismo doctor Huerta y el presidente Bustamante [...]1

Se presentó como opositor a la cátedra de Prima de Teología de la Real Universidad de Guadalajara, la cual ganó. Pero él prefirió seguir la impartición de sus cátedras del seminario. Por cuatro meses fue maestro sustituto de la cátedra de Sagrada Escritura en la Real Universidad.

En noviembre de 1806, al no obtener la canonjía magistral de la Catedral, ganó en propiedad el Curato de Matehuala –en San Luis Potosí–, además fue designado vicario y juez eclesiástico. En su momento auxilió económicamente a sus fieles, construyó una fuente pública, dotó el sueldo del profesor de primeras letras y estableció la aplicación de la vacuna antiviruela.

En 1813 fue nombrado cura del Valle de Ojo Caliente –actual Estado de Zacatecas–, donde

[…] durante la epidemia de 1814, trabajó de día y de noche asistiendo a los enfermos, promovió el establecimiento de cementerios en poblaciones menores para evitar el traslado de los cadáveres apestados y evitar la propagación del contagio; se consagró a estudiar la clase de peste y rinde un informe circunstanciado de la epidemia a la Junta de Sanidad de la Intendencia, la que dispuso se obsérvese su método curativo conforme a sus observaciones.2

En 1819 fue designado cura propietario de Atotonilco el Alto, cargo que desempeñó por el resto de sus días.

Fue contrario al movimiento de la independencia, pero hacia la consumación de la misma se convirtió en un ferviente insurgente. ¿A qué se debió este cambio de actitud? Juan Bautista Iguíniz aventura la hipótesis de que fue por el asesinato de su hermano Francisco, e incriminó al intendente general José de la Cruz, en contra del cual publicó en 1821 sus Reflexiones que el Cura de Atotonilco el Alto hizo a los eclesiásticos de su jurisdicción para disipar el temor que podía inferirles la reunión de las tropas de don José de la Cruz en el pueblo de Xalostotitlán.

El 11 de mayo de 1821 fue electo diputado a las Cortes de Cádiz para el periodo de 1821-1822; sin embargo, la independencia de México dejó sin efecto su elección.

Entonces fue electo miembro de la Junta Provincial de Guadalajara, que se encargó de transformar la Intendencia de Guadalajara en el Estado Libre de Jalisco.

El 25 de marzo de 1822 predicó un sermón en la solemne bendición de las banderas del regimiento de Infantería de la Milicia Nacional Local de Guadalajara, y lo dedicó –al publicarlo– al capitán general Pedro Celestino Negrete.

En 1823 fue electo diputado por Jalisco al Congreso Nacional Constituyente, e integró la Comisión de Constitución. Propugnó por el establecimiento del federalismo, haciendo causa común con sus antiguos discípulos Valentín Gómez Farías y Juan de Dios Cañedo, y con otros elementos de ideas afines, tales como Miguel Ramos Arizpe, Crescencio Rejón y Lorenzo de Zavala.

El 24 de diciembre de 1824, en su calidad de presidente del Congreso, pronunció en la sesión de clausura un discurso en respuesta al que pronunció el presidente de la república Guadalupe Victoria. Y el “Acta Constitucional de la Federación Mexicana” y la “Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos” –la primera del país–, llevan su firma.

En abril de 1827 pronunció el elogio fúnebre del primer gobernador constitucional de Jalisco Prisciliano Sánchez, en el solemne funeral que organizó la logia masónica yorkina, en la Iglesia de Santo Domingo de Guadalajara.

Nuevamente fue electo diputado federal por Jalisco en los periodos 1827-1828 y de 1833-1834. Como presidente del Congreso, el 1° de septiembre de 1827 contestó el discurso del presidente de la república Guadalupe Victoria, en la apertura de sesiones ordinarias. Y el 2 de junio de 1833 contestó al presidente interino Valentín Gómez Farías.

En 1833 el presidente Valentín Gómez Farías, al tratar de impulsar su reforma educativa, lo nombró rector del Colegio de San Juan de Letrán; además le propuso el cargo de abad de la entonces Colegiata de Guadalupe, pero él no aceptó e igualmente rechazó la Mitra de la Diócesis de Chiapas, para la cual propuso en su lugar a un antiguo discípulo, del cual fue padrino de consagración episcopal. El 16 de septiembre del mismo 1833, pronunció el discurso oficial del aniversario de la independencia en la Alameda Central de la capital del país.

Sobre su posición ideológica, Agustín Rivera escribió:

Rarísimos eclesiásticos aceptaron las Leyes llamadas de Reforma, y uno de ellos fue José de Jesús Huerta, quien consultado por su coadjutor [auxiliar en la parroquia de Atotonilco] sobre lo que debía hacer en los juramentos, le contestó (y esta contestación se publicó en los periódicos): “Sobre adjudicaciones y denuncias, que es otro punto de los contenidos en su apreciable comunicación de la fecha referida, lo más que puedo decir a usted es que obre según lo dicte su prudencia, no dando lugar a que en la efervescencia de pasiones y de partidos se formen comentarios en que aparezca usted o esa mi parroquia aumentando el catálogo de las personas que, por ilusión, fanatismo o ambición reprueban la moderada ley de desamortización o entorpecen su ejecución [...]” También se publicó en los periódicos un artículo del doctor Huerta en que, a pesar de ser cura, escribió contra los derechos parroquiales.3

Sus últimos días los vivió en el barrio del Hospicio Cabañas en Guadalajara. Y el 6 de noviembre de 1859 murió en su pueblo natal Santa Ana Acatlán, y fue inhumado en el cementerio de los Ángeles de Guadalajara.

Juicios y testimonios

Anónimo [“Semblanzas de los miembros que han compuesto la Cámara de Diputados en el bienio de 1827 a 1828”]: “Teólogo, político a la violeta, espositor [sic] plagiario: liberal por despecho: adversario de los canónigos, por que no lo ha sido, débil e inconstante en su opiniones: fastidioso apologista de sí mismo: enemigo del que no le considera como un oráculo: autor de todo lo bueno que tiene la Constitución, y atribuidor de todo lo malo a sus compañeros de comisión”.


Armando González Escoto: “Uno de los pioneros del liberalismo mexicano fue el presbítero José Luis Mora, como lo fue en Guadalajara el presbítero Jesús Huerta, maestro del Seminario Conciliar y que influyó notoriamente en varias generaciones de liberales”.


Pedro Romero: “¿Qué honra no dieron el Illmo. Sr., el Emno. Cardenal Obispo de Michoacán, y el Presidente de la República, Bustamante, a su maestro el Dr. D. Jesús Huerta, cura de Atotonilco el Alto?”.


Referencias
  1. Citado por el doctor Pedro Romero en el informe rectoral del Seminario de Guadalajara del año 1899. Loweree, op. cit., p. 216. ↩︎

  2. Juan Bautista Iguíniz, “El doctor don José de Jesús Huerta”, Anuario de la Comisión Diocesana de Historia del Arzobispado de Guadalajara. México, Jus, 1968, p. 160. ↩︎

  3. Rivera y Sanromán, Los Anales mexicanos…, pp. 23-24. ↩︎