Las gestiones para la fundación de la universidad de Guadalajara
La idea original y las primeras gestiones
La idea original y la decidida voluntad para lograr la fundación de la universidad en Guadalajara se debe a fray Felipe Galindo Chávez y Pineda, decimoquinto obispo de Guadalajara.
Una vez establecido el Seminario Conciliar de San José, fray Felipe Galindo solicitó al rey de España Carlos II que elevara a la naciente institución al rango de Real Universidad, lo cual comunicó a sus diocesanos el 12 de julio de 1696; en el documento que iniciaba con las palabras latinas Benedictionem dabit legislator, escribía:
Tengo pedido a Su Majestad se sirva de hacerle [al Seminario] Real Universidad, y también he solicitado las bulas: doy razón de todo para que esforzándose en el Señor no sólo con la obligación asistan, sino que miren el fomento, en que va el crédito del reino, el bien de sus hijos, el aumento de sujetos, el lustre de la ciudad y de todo el Obispado, el servicio y decencia de esta Santa Iglesia, y en fin de bien que esperamos criando en virtud, y letras sujetos que se dediquen al bien del prójimo, y salud de las almas en este jardín, y nuevo plantel [...]1
Al hacer esta solicitud, José Montes de Oca sostiene que el obispo seguía “la doctrina que acerca de los deberes de los reyes había formulado en el siglo xii santo Tomás de Aquino también de la Orden de Predicadores, en su obra denominada De regimine principium”.2
Al haber dotado al Seminario Conciliar de edificio propio y muy idóneo –además de poseer el carácter de convictorio, es decir, residencia permanente de los escolares–, cuerpo magisterial y gran número de las cátedras universitarias que por entonces se impartían, fray Felipe consideró que no sería muy difícil elevarlo al rango universitario.
Consciente de la fuerte oposición que presentaría a su objetivo de fundar la universidad tapatía la Real y Pontificia Universidad de México, y sólo para tantear el terreno de su Claustro, el 6 de junio de 1696 el obispo Galindo le dirigió una comunicación, la cual quedó sin respuesta, aunque sí se reunió la corporación universitaria para tomar la determinación de
que el señor doctor don Juan de Castorena, que pasa a los Reinos de Castilla con poder de esta Real Universidad, pida y suplique a Su Majestad y su Real Consejo, se deniegue la fundación de universidad que se intenta en la ciudad de Guadalajara y lleve su testimonio del referido en este claustro[...]3
El 5 de diciembre de 1698, el obispo reiteró su petición al rey, quien el 20 de agosto de 1700 expidió una cédula real en la que ordenaba a la Real Audiencia de Guadalajara rendir informes al respecto, dado
que el obispo informaba estar concluida la obra material del Seminario y solicitaba se erigiese en Universidad en la que se leyese la doctrina de Santo Tomás y se confirieren grados, ofreciendo a sus expensas el sustento de los colegiales y dotaciones de cátedras y para mayor seguridad y permanencia se proponía que los hospitales y cofradías contribuyesen con el tres por ciento de sus rentas.4
Al parecer esta cédula real no fue contestada, o bien si se hizo no tuvo ningún efecto, ya que en ese mismo año de 1700 sobrevino el fallecimiento del rey Carlos II, último monarca de la dinastía de Habsburgo, y se instauró la Casa de Borbón. Asimismo, para 1702 falleció el obispo promotor.
El 20 de noviembre de 1703, el nuevo rey Felipe V envió una cédula real al Cabildo de Canónigos de Guadalajara, informándoles que una vez tomado el parecer de su Real Consejo de Indias, “ha parecido deciros que por ahora no se tiene por conveniente la erección de universidad, y rogaros y encargaros que atendáis y miréis con afecto al Seminario para que se logre el fin con que fue instituido”.5
La anterior determinación real parecería definitiva, pero el mismo rey había dicho “por ahora”, con lo cual se mantuvo viva la esperanza.
Referencias
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José Ignacio Dávila Garibi. Apuntes para la historia de la Iglesia en Guadalajara, tomo ii, México, Cvltvra, 1961, p. 785. ↩︎
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José Montes de Oca y Silva, Historia de la Facultad de Derecho de Guadalajara, Guadalajara, Cuadernos Universitarios, 1953, p. 15. ↩︎
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Tomás de Híjar, “El Seminario de Guadalajara y la Universidad de Guadalajara”, Apóstol, Guadalajara, Seminario de Guadalajara, año xvii, época iv, septiembre-octubre de 1997, núm. 104, pp. 15-17. ↩︎
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Dávila, op. cit., pp. 744-745. ↩︎
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Tomás de Híjar, “El Seminario de Guadalajara luego de la muerte de su Fundador”, Apóstol, Guadalajara, Seminario de Guadalajara, núm. 105, iv época, noviembre-diciembre de 1997, pp. 18-19. ↩︎