La fundación y la inauguración de la Real universidad de Guadalajara

La Real Cédula de Fundación llega a Guadalajara

Finalmente,

al anochecer del 26 de marzo de 1792 –escribe Luis M. Rivera–, la Campanita del Correo que con su lengua de bronce ha pregonado desde tiempo inmemorial cuantos sucesos prósperos o infaustos han sido dados a conocer ruidosamente a los moradores de Guadalajara, indicaba que éstos con ese sonido armonioso que todavía no es dado escuchar y que tan diversas emociones nos produce, que los pliegos llegados a Veracruz en la Nao de España y destinados a la capital de la Nueva Galicia, acababan de ser depositados en la Oficina de la Renta de Correos, lo cual equivalía a convocar al público que recibía cartas por la vía postal para que se presentara en aquella a recoger de manos de don Vicente Garro, administrador del ramo de correos en esta ciudad, los pliegos dirigidos a las personas a quienes en voz alta llamaban por sus títulos, nombres y apellidos para hacerles entrega de los paquetes que les correspondían.

Y uno de los que con mayor interés debió haber acudido al llamamiento de la legendaria campanita fue el escribano real licenciado don Urbano Antonio de Ballesteros, secretario del Muy Ilustre Ayuntamiento pues en el citado correo recibió esa Honorable Corporación pliegos de la mayor importancia remitidos de Madrid por el licenciado don Sebastián Martín de Rojas, apoderado del Ayuntamiento en la Real Corte de Madrid.1

Fue así como la ciudad de Guadalajara recibió jubilosa la Real Cédula de Fundación de su Universidad.

Al día siguiente se reunió el Ayuntamiento de Guadalajara en sesión de cabildo extraordinario, al cual asistieron: el alférez real Juan López Portillo, el alcalde José Zumelzu, los regidores Francisco Escobedo, Pedro Jarero y Juan José Moscoso, y el síndico Eugenio Moreno, para dar a conocer la Real Cédula de Fundación de la Universidad. Y dada su trascendencia se acordó hacerla pública, y manifestar la alegría mediante un repique general de campanas en todas las iglesias, y celebrar la misa solemne en el Templo de Santo Tomás, a la cual se invitarían a las corporaciones de la ciudad.

Igualmente se tomaron los siguientes acuerdos: enviar el debido escrito de agradecimiento al rey, de quien se colocaría su estatua y la de su esposa, la reina María Luisa, frente a la entrada principal del edificio universitario; notificar la erección de la Universidad al virrey Juan Vicente de Güemes y Pacheco conde de Revillagigedo, para agradecerle su intervención favorable, y suplicándole su futura protección para la naciente institución, además de pedirle el control del Colegio de San Juan Bautista.2

Habiéndose cumplimentado los acuerdos del Ayuntamiento –excepto lo relativo a lo de las estatuas de los reyes–, el obispo y el Cabildo Eclesiástico manifestaron que la misa de función por la erección de la Universidad debería celebrarse en la Catedral.


Referencias
  1. Ángel Lizardo Carrillo, “La misteriosa Campanita del Correo”, El Informador, Guadalajara, 13 de marzo de 1983, suplemento cultural. ↩︎

  2. “Acta de la sesión celebrada por el Ayuntamiento de Guadalajara en 27 de marzo de 1792, en la que se dio cuenta con la Real Cédula de erección de la Universidad”, Luis Rivera, op. cit., pp. 44-45. ↩︎