La fundación y la inauguración de la Real universidad de Guadalajara
Las donaciones de fray Antonio
El 3 de noviembre de 1774, el rey Carlos III dirigió una real cédula a fray Antonio Alcalde, ordenándole rendir informe sobre
la conveniencia o perjuicios que podrá tener ese establecimiento [de la universidad], expresando con toda individualidad y distinción, en el caso de que se contemple útil, que cátedras se podrán poner para estudios mayores, con expresión de que facultades o artes se han de enseñar o explicar en ellas: que dotación se ha de señalar a los catedráticos, en que fincas y últimamente que sitio puede aplicarse para la concurrencia a los estudios [...]1
A todo lo cual respondió fray Antonio Alcalde el 17 de marzo de 1775, en orden de la utilidad del establecimiento de la Universidad en Guadalajara. Reiteró los consabidos argumentos del adelantamiento de la juventud, las distancias territoriales, los costos y las dificultades que implicaba trasladarse a la Ciudad de México para cursar estudios y graduarse, y el común abandono de los noveles profesionistas tanto de sus familias, como de sus lugares de origen. Sobre el edificio sede sugirió el nuevo edificio del Seminario Conciliar de San José; en cuanto a la librería (biblioteca), ofreció tanto la del Seminario como la propia, y le solicitó los libros que dejaron los jesuitas en sus apartamentos. Respecto de las cátedras, serían las impartidas en el Seminario, a saber: Gramática, Teología Escolástica, Teología Moral, Filosofía y Lengua Mexicana, la de Sagrada Escritura que imparte el canónigo lectoral por oficio, y añadió las cátedras de Sagrados Cánones y de Leyes.
Como fuentes de financiamiento señaló tanto la reserva para la Universidad por espacio de ocho o diez años del importe de los grados mayores, como el producto de los rendimientos de las capellanías que estaban adjudicadas a los jesuitas, y ofreció la mitad de sus rentas episcopales a la hora de su fallecimiento, y concluyó:
Estos son los únicos arbitrios que he podido hallar, a vista de la pobreza de esta Diócesis, donde abundan tanto las necesidades, que cuento por millares los memoriales y papeles que diariamente me presentan pidiendo socorro de ellas y jamás puede salir este vuestro reverendo obispo, de su casa, sin una multitud crecida de mendigos que le rodean [...]2
Referencias
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“Real cédula fechada en San Lorenzo en 3 de noviembre de 1774, por la que se previene al obispo de la Nueva Galicia, don fray Antonio Alcalde, rinda el informe que se pidió en 11 de agosto de 1762, a su antecesor el obispo Rodríguez de Rivas, y que este no rindió”, Luis M. Rivera, op. cit., p. 8. ↩︎
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Ibid., p. 10. ↩︎