Los primeros universitarios

Mercado de Luna, José María Anacleto

Nació en Guadalajara, capital del Reino de la Nueva Galicia, el 13 de julio de 1781. Fueron sus padres los señores José Mercado y María Guadalupe de Luna, ambos criollos. Luis Pérez Verdía opina que su familia era “honrada y acomodada”.1 El obispo fray Antonio Alcalde le impartió el sacramento de la confirmación.

Sus abuelos paternos vivían en el poblado de San Juan Bautista del Teul, donde al parecer se dedicaban a las labores agrícolas, por lo que la familia de José María iba con cierta regularidad a visitarlos, y se le llegó a suponer como originario de dicha población, e incluso en el seminario se le tuvo como tal.

Realizó sus primeros estudios en el Colegio de San Juan Bautista. Ramiro Villaseñor, en su Bibliografía general de Jalisco, da a conocer la siguiente invitación de un acto académico:

Logicae et Metaphisicae. adsertiones. In. Reg. Guadalax. Acad. A. D. Josepho, Maria Mercado. Reg. Divi Joann. Bap. Colleg y Alumno. Divino Aspirante. Numine. Público Certamine. Defendedae. Praeisde Bacc. Joann. Joseph Moretti. Et Figueroa. In. eoden. Collegio. Philosophiae, catedrae. Moderatpre. Die. X. mensis. Junni, anno. Dni. mdccxcvi.2

Continuó sus estudios en el Seminario Conciliar de San José. El canónigo Daniel R. Loweree, en su libro El Seminario Conciliar de Guadalajara, lo incluye en la nómina de estudiantes que en 1800 concluyeron el Curso de Artes, y entre sus profesores se encontraban los doctores José María Cos, José de Jesús Huerta y Francisco Severo Maldonado.3

El 14 de noviembre de 1796 se presentó en la Real Universidad de Guadalajara para examinarse y fue aprobado para ingresar a cualquier facultad mayor. El doctor José María Covarrubias le confirió el grado de bachiller en Filosofía.

Es un tanto difícil seguir su trayectoria académica en la Real Universidad de Guadalajara, por carecer el archivo universitario de toda la documentación. Pero de acuerdo con la disponible y sin llenar los vacíos con especulaciones, el 21 de noviembre de 1796 se matriculó para el primer curso de Teología; no se han encontrado más registros de matrículas o cursos aprobados sino hasta el 21 de octubre de 1801, cuando se matriculó al primer curso de Medicina, donde fue condiscípulo de Valentín Gómez Farías.

El 4 de septiembre de 1802 probó haber ganado el primer curso de Medicina, y muy probablemente cursó el segundo. Hasta aquí se puede documentar su carrera universitaria.

Para el 8 de octubre de 1805, a propuesta del rector del Seminario José Francisco Arroyo, fue nombrado portero del Seminario por el obispo Cabañas, cargo que se otorgaba al estudiante de mayor edad, probo y honrado, como fue el caso de José María.

En las témporas de Adviento (diciembre de 1805) fue ordenado sacerdote por el obispo Juan Ruiz de Cabañas y Crespo, quien lo nombró director espiritual del Colegio Clerical, institución que tenía como finalidad la formación permanente del clero, lo cual demuestra el aprecio que se tenía por el nuevo sacerdote. Ahí impartió las cátedras de Sagrada Escritura y de Catecismo Romano, además de cumplir en el confesionario y en el púlpito.

Tras ejercer su ministerio sacerdotal tres años en el Clerical, donde no abandonó sus inquietudes intelectuales, y ante la difícil situación económica por la cual pasaba su familia, escribió a su obispo: “[…] Reducida por trastorno de fortuna a la necesidad de depender de mis arbitrios; me veo precisado a suplicar rendidamente a la piedad de V .S. Y. se digne hacerme la gracia de darme otro destino […]”.4

El obispo Cabañas atendió su petición, y lo nombró cura interino de Ahualulco, a donde partió de inmediato con su familia. Y fue tan acertada su labor al frente de la Parroquia de Ahualulco, que los vecinos del lugar le escribieron al obispo pidiéndole que fuera nombrado cura propietario, ya que “[...] en el corto tiempo que [lleva] en este ministerio ha logrado nuestra felicidad [...]”.5

Evidentemente su labor no se limitaba únicamente al campo espiritual, sino también al material. Y así en 1810 escribió al obispo informándole de las medidas que había tomado para afrontar una escasez de alimentos, a la vez que le solicitó un préstamo, gravando algún fondo piadoso.

El 16 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo y Costilla, un cura ilustrado de pueblo como él, inició el movimiento de independencia. El 24 de octubre, el obispo Cabañas declaró excomulgados a todos aquellos que secundaran el movimiento insurgente.

Muy complicado se le presentó su dilema moral, pues tenía que elegir entre sus ideales de libertad y justicia. O bien como sacerdote someterse al obispo, al que además en lo personal veneraba. Finalmente pudo más el patriota que el clérigo. Y así, el 2 de noviembre comunicó a su padre que había decidido adherirse al movimiento insurgente; y le escribió: “Heme cambiando en ministro de la justicia armada, después de haberlo sido de la Justicia Divina [...]”.6

Su decisión causó tal conmoción, que incluso Lucas Alamán escribió: “Mucho llamó la atención el que Mercado tomase parte en la revolución, porque gozaba de mucha reputación de virtud”.7

Al levantarse en armas lo secundó el subdelegado Juan José Zea, con quien el 13 de noviembre proclamó la independencia en Ahualulco, con una visión del movimiento muy clara: “La liberación de la Nueva España del dominio de la Corona”.8

La campaña militar del cura José María Mercado presentó los siguientes acontecimientos. Salió de Ahualulco para Etzatlán el 18 de noviembre de 1810, y comisionó al sacerdote Rafael Pérez para que ocupara Amatitán y Tequila, lo cual no pudo lograrse.

Con más de doscientos indios tomó Tepic, sin encontrar resistencia alguna, el 23 de noviembre. El 26 de ese mismo mes, con aproximadamente dos mil hombres, llegó al estratégico puerto de San Blas, donde pidió la rendición al capitán de fragata José Lavayen. En el puerto reinaba el desorden, pues el oidor Juan José Recacho daba órdenes contrarias a las del comandante militar, Lavayen. El día 30 recibió la noticia de que el cura Miguel Hidalgo lo nombraba comandante en jefe de las divisiones y tropas que a su nombre se encuentren por esos rumbos. Y por la noche de ese mismo día, el obispo Cabañas, los oidores y otros funcionarios del régimen hispano procedentes de Guadalajara, zarparon rumbo a Acapulco.

El 1° de diciembre, Mercado entró pacíficamente en el puerto de San Blas, y recibió la rendición del alférez Bocalán. En el parte que le rindió al cura Miguel Hidalgo, le expresaba: “Tengo el honor y la satisfacción de haber sitiado, rendido y tomado en nombre de V. E. S. A. la Plaza más fortalecida de toda la Nueva Galicia y acaso de toda la América defendida por más de 60 cañones y con 500 europeos resueltos a defender asta[sic] morir”.9 Entonces lanzó una proclama a los vecinos de San Blas sobre la conveniencia de la revolución. El 13 de diciembre, al llegar al puerto la fragata Princesa, la capturó con su tripulación de más de cien hombres y varias piezas de artillería. El 16 de ese mismo mes, el cura Miguel Hidalgo lo ascendió a brigadier, y ordenó al coronel Pedro López que todas las fuerzas en el territorio de San Blas quedaran a las órdenes del nuevo brigadier. El día 24 confirmó al cura Hidalgo la derrota insurgente en El Rosario, y procedente de San Blas entró de nuevo en Tepic, ya con la resolución de trasladarse a Guadalajara.

En medio de enormes dificultades para su transportación, a través del abrupto terreno conocido como Plan de Barrancas, envió a Hidalgo 43 cañones fundidos en Manila y Sevilla, que luego se utilizaron en la batalla de Puente de Calderón, y que luego requisaría Félix María Calleja.

El 20 de enero de 1811 recibió la noticia de la derrota de los insurgentes en Puente de Calderón, por lo que regresó de inmediato a San Blas. El 31, los realistas acaudillados por el cura Nicolás Santos Verdín atacaron sorpresivamente el edificio de la Contaduría, ante lo cual Mercado, para evitar ser hecho prisionero, saltó al precipicio encontrando la muerte.

Tras recuperar su cadáver al día siguiente, el cura Verdín mandó azotarlo, para finalmente darle sepultura en el atrio de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario La Marinera. En una placa colocada en el lugar se puede leer: “En el atrio del templo fue sepultado don José María Mercado, Héroe de la Independencia, gloria de México”.

La población de Ahualulco, Jalisco, hoy lleva su nombre, el cual está inscrito en letras doradas en el salón de sesiones del Congreso del Estado de Jalisco y en el recinto del Cabildo de Guadalajara. En su ciudad natal, en Ahualulco y en San Blas, Nayarit, se encuentran sendas estatuas con su figura. Y en el antiguo Puerto de San Blas, a unos pasos del lugar de su sacrificio, se colocó un enorme busto dorado, que mira hacia el Océano Pacífico.

En el aniversario de su nacimiento, los habitantes de San Blas se trasladan a Ahualulco para rendirle homenaje. Y en reciprocidad, el día del aniversario de su fallecimiento, los de Ahualulco van a San Blas a conmemorarlo.

Juicios y testimonios

Luis Pérez Verdía: “Así brilló en ese cortísimo periodo de la Historia Patria la noble figura de Mercado, como un bólido que al caer, sólo deja en su marcha una ráfaga de luz que pronto se pierde en la inmensidad del espacio”.


Salvador Gutiérrez Contreras: “Don José María Mercado, por su carácter humanitario y valor fue un Morelos en la campaña del noroeste. Contaba veintinueve años de edad cuando abrazó la causa de la Independencia. Bien expresa el escritor Ignacio Ramírez López: ‘Fue como una epopeya gloriosa, brillante y rápida. Floración de juventud y holocausto en el Altar de la Patria’”.


Benito Vélez –cura de Tepic en 1810–: “No tenía mundo, como vulgarmente se dice; tenía mucha probidad, virtud, candor y simplicidad. En una palabra, la sencillez de la paloma, más le faltó la prudencia de la serpiente. Le hubiéramos conseguido el indulto, ahora bien ¿lo hubiera aceptado?”.


Referencias
  1. Luis Pérez Verdía, Apuntes históricos sobre la guerra de Independencia en Jalisco, Guadalajara, Instituto Tecnológico de la Universidad de Guadalajara, 1953, p. 40. ↩︎

  2. Villaseñor y Villaseñor, Bibliografía general de Jalisco, tomo G-I, p. 199. ↩︎

  3. Loweree, op. cit., p. 42. ↩︎

  4. Juan López Jiménez, Summa tapatía. José María Mercado, insurgente tapatío, Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara, 1973, pp. 105-106. ↩︎

  5. Ibid., p. 107. ↩︎

  6. Ibid., p. 132. ↩︎

  7. Alamán, op. cit., p. 11. ↩︎

  8. López Jiménez, op. cit., p. 133. ↩︎

  9. Salvador Gutiérrez Contreras, José María Mercado. Héroe de nuestra Independencia, Guadalajara, Unidad Editorial del Gobierno del Estado de Jalisco, 1985, p. 74. ↩︎