Los universitarios entre el Instituto y la Universidad

Otero y Mestas, Mariano

En Guadalajara, capital de la Intendencia del mismo nombre, nació el 4 de febrero de 1817. A los siete días fue bautizado por su tío el presbítero Norberto Mestas en la Parroquia de El Sagrario, con los nombres de José Mariano Fausto Andrés.

Sus padres fueron el doctor en Medicina y catedrático de la Real Universidad de Guadalajara Ignacio Otero, y María Mestas, descendiente de los mayorazgos Porres y Baranda.

A pesar de haber nacido en una familia de abolengo, su posición económica y en consecuencia su formación fue más bien difícil, como él mismo lo expresó en la petición que dirigió el 11 de enero de 1832 a la Junta Directora de Estudios del Estado de Jalisco, al solicitar la plaza de escribiente: “Sin padres desde [la] edad de ocho años, quedé bajo los auspicios de mi hermano político el señor Portugal y hoy a los quince de mi edad, muerto él, hace un año, he quedado al abrigo de su viuda, cuya situación es tan lamentable como la mía [...]”. 1

En el Seminario Conciliar de Guadalajara cursó cuatro años de Latín, Retórica y Filosofía. Agustín Rivera lo presentó en 1831 como discípulo del sacerdote Rafael H. Tovar.

Luego continuó sus estudios profesionales en el Instituto de Ciencias del Estado, y aunque aficionado a las Matemáticas y en general a las Ciencias Exactas, llegó a considerar dedicarse a la agrimensura, pero finalmente optó por la Jurisprudencia.

Recibió la protección y el estímulo de sus maestros el presbítero José Luis Verdía, y el licenciado Crispiniano del Castillo. Así caracteriza a ambos, Jesús Reyes Heroles: “Del primero, jusnaturalista, contrario al covachuelismo, aprende Filosofía Moral, Historia y Derecho Canónico. Verdía era hombre informado de las nuevas ideas e influido por ellas. Del Castillo, le enseña en la cátedra y en el foro, y lo avala en su primera incursión política [...]”. 2

Se pregunta el citado autor:

¿Qué retiene Otero de esta educación? Desde luego, el impacto de la filosofía de la ilustración y el trato de algunos clásicos latinos, que nunca abandona. Las lecturas completan su formación, tanto en la orientación primordial como en lo que podríamos llamar manejo de la técnica jurídica. Su autoeducación, mediante ininterrumpidas lecturas, lo pone en contacto con diversas líneas intelectuales y su falta de prejuicios y amplia receptividad mental y espiritual le permiten atemperar exageraciones y contrarrestar unas con otras hasta llegar a contar con un modo propio de pensar. 3

En 1834 fue clausurado el Instituto del Estado y en consecuencia Otero culminó sus estudios de Derecho en la Universidad Nacional de Guadalajara, como lo demuestra el siguiente registro:

En la cd. de Guadalajara a 7 de junio de 1835, habiendo comparecido ante mí el infto. Sec., Dn. Mariano Otero, probó con certificado de sus catedráticos y juramento de sus concursantes, haber ganado cuatro cursos en leyes de más de ocho meses cada uno”. Rúbrica del secretario de la Universidad, Santiago Alcocer. 4

En los bufetes jurídicos de los licenciados Pedro Zubieta y José María Foncerrada, realizó sus prácticas profesionales.

El 17 de octubre de 1835, evadiendo el requisito de edad mínima –contaba con dieciocho años de edad– presentó su examen profesional, ante el jurado que presidió el presbítero José Luis Verdía e integrado por los abogados Dionisio Rodríguez y Juan Gutiérrez Mallen, quienes le dieron calificación de excelente-sobresaliente, habiendo disertado sobre los “Autos seguidos por don Juan Félix Rubio con don Pedro José Astegui”. Tras haber prestado juramento, se le otorgó el grado de bachiller en Derecho Civil, titulándose de abogado.

Con la Universidad de Guadalajara siguió vinculado, ahora como maestro y sostuvo su primer jurado de examen profesional en 1837, en unión al licenciado Crispiniano del Castillo y el último acto en julio de 1841, con su otro gran maestro y benefactor el ya designado canónigo José Luis Verdía.

Una vez titulado, litigó con el apoyo del licenciado Del Castillo, y el 29 de junio de 1836 se casó con Andrea Arce Garibaldo, con quien procreó siete hijos. También fungió como asesor legal del banco de la ciudad.

El 27 de junio de 1837 publicó su “Noticia biográfica del Señor Alcalde, Obispo de Guadalajara”, uno de sus primeros trabajos es: “Una biografía sencilla dando los datos esenciales de un digno varón que fuera obispo de Guadalajara. Hombre preocupado por el bienestar de sus semejantes y dedicado al bien hacer, tenía que excitar la imaginación de Otero”. 5

Por esos años, en su ciudad natal pasó prácticamente inadvertido para la mayoría de sus conciudadanos, sólo unos cuantos vislumbraron su talento jurídico y político.

El 8 de agosto de 1841, el general Mariano Paredes Arrillaga lanzó el Plan Jalisco, por el cual desconoció al presidente de la república Anastasio Bustamante y convocaba a un congreso constituyente. Otero apoyó el Plan y el 12 de agosto, al convocarse la junta de vecinos para elegir a los miembros de la Junta Departamental, contendió y fue derrotado para cuarto, quinto y sexto vocal y aun para suplente, lo que demuestra la escasa relevancia que tenía en su ciudad. Sin embargo el 16 de septiembre pronunció un discurso que en opinión de Reyes Heroles lo lanzó a la vida pública. Y en diciembre fue nombrado delegado por Jalisco al Consejo de Representantes.

En marzo de 1842 fue electo diputado al Congreso Constituyente por Jalisco, por lo cual se trasladó con su familia a la Ciudad de México. El 10 de mayo publicó una monografía de Guadalajara que dedicó “A los jaliscienses amantes de la libertad y la prosperidad de su patria, consagra estos recuerdos, como débil expresión de su afecto”. 6

Con el editor jalisciense Ignacio Cumplido inició sus colaboraciones en el periódico El Siglo Diez y Nueve.

El 1° de junio publicó su Ensayo sobre el verdadero estado de la cuestión social y política que se agita en la República Mexicana, cuyo objetivo inmediato era apoyar el citado Plan Jalisco. Reyes Heroles la considera como una obra muy notable, por su análisis penetrante y la profundidad de su pensamiento. Y porque el Ensayo… fue “publicado con mucha anticipación a la época en que podía ser comprendido. Posteriormente, el Otero sociólogo y economista que se revela en el Ensayo fue opacado por el jurista, y el libro fue poco manejado en el siglo xix”. 7

El intelectual y político veracruzano en su obra El Liberalismo Mexicano se dedicó a analizar lo que él denomina “El Método Otero”, en el cual “[…] llega hasta anticipar una ley histórica del desarrollo mexicano, fundada en la persistencia y continuidad de las luchas liberales”. 8

El 4 de junio le escribió una carta al licenciado Ignacio Vergara, en la cual expuso sus objetivos para el Congreso Constituyente: limitar al Ejecutivo en el uso del ejército; conservar la intolerancia religiosa, pero separando al clero de la influencia política; concentrar el poder de la clase media para evitar los males de lo alto y de lo bajo de la sociedad y afianzar las garantías individuales.

El 5 de agosto intervino en la discusión del artículo número 25 del proyecto del reglamento del Congreso, en su discurso esclareció la distinción entre el legítimo derecho de petición y la insurrección.

El 26 de agosto, en conjunto con los diputados Juan José Espinosa de los Monteros y Octaviano Muñoz Ledo, presentó un “Voto particular de la minoría” que contiene ya un catálogo de los derechos individuales.

El 3 y 8 de octubre, publicó en El Siglo Diez y Nueve su “Examen analítico del Sistema Constitucional en el proyecto presentado al Congreso por la mayoría de su comisión de Constitución”.

El 11 de octubre pronunció un discurso conocido como “el de la fama”, en el que defendió el federalismo: “Es no sólo el gran discurso de Otero, que dio origen a la leyenda del orador, sino también uno de los más importantes documentos para conocer los asaz complicados momentos que vivió México en 1842”. 9

El diputado José María Tornel lo calificó como “uno de esos jóvenes de la generación nueva, que son a un tiempo la esperanza y la gloria de la patria”. Se llegó a considerar el 11 de octubre como “el día más grande del Congreso”, pues hizo uso de la palabra Otero, “el joven honor de la república”.

A pesar de su prestigio no dejó por eso de ser duramente atacado, como lo ilustra el siguiente verso, aparecido en las “Semblanzas de diputados de Guadalajara al Congreso Constituyente de México para el año de 1842”; dice el panfleto:

Más odioso que el averno,
taravilla más que un ciego.
A todos les dice: divo
El Garatusa moderno. 10

El 3 de diciembre estalló el pronunciamiento de Huejotzingo, desconociendo la Constitución que emanare del Congreso y pidiendo su disolución. Les correspondió a Otero, De la Rosa y Ramírez formular el alegato de rechazo al movimiento sedicioso. El ejército ocupó el recinto de los constituyentes y el diputado presidente Elorriaga los convocó en su domicilio particular. El 19 del mismo mes de diciembre los diputados se retiraron y se disolvió el Congreso.

Del 2 de mayo al 13 de junio de 1843 estuvo prisionero; ante las irregularidades del proceso judicial, el 30 de mayo formuló un alegato contra el auditor Florentino Conejo conjuntamente con Gómez Pedraza, Riva-Palacio y Lafragua, en el cual resaltó la idea de subordinación del Estado al derecho, y la responsabilidad estatal de los funcionarios públicos.

Las vicisitudes políticas no lo alejaron de la producción literaria, así el 30 de marzo de 1843 publicó Consulta a los estudiosos sobre la lengua mexicana, en julio sus Apuntes para la biografía de don Francisco Javier Gamboa y luego hizo su única traducción conocida: La Escuela de Lord Byron. Traducción de un fragmento de las Memorias de Chateaubriand.

Aunque políticamente derrotado, sus amigos Gómez Pedraza e Ignacio Cumplido maniobraron para que pronunciara el discurso oficial del 16 de septiembre, en el que se condolió por la pérdida de Texas y lamentó la división de la patria.

Un tanto alejado de la actividad política, tiene cabida la evocación de algunos de sus rasgos humanos. Guillermo Prieto escribió:

Otero se ponía como de bruces sobre el escritorio [en las oficinas de El Siglo Diez y Nueve], floja la corbata, desabotonados chaleco y pantalones, medio zafadas las botas; tenía siempre a mano dulces o bizcochos, o quesadillas o muéganos, porque era muy goloso. Gustaba del papel excelente, escribía una letra redonda y clarísima como grabada; y sus útiles, como reglas, compases, etc. eran de todo lujo. 11

Y sobre su hogar continúa el citado autor:

La casa de Otero era la casa de sus amigos. Se complacía en servirlos y agasajarlos [...] Su señora doña Andrea Arce secundaba admirablemente a su esposo [...] Era Otero muy goloso; por los guisos de su tierra tenía pasión, y eran motivo de festejo el garbancillo, el mole de pepita, los pescados de Chapala, etc. La mesa de Otero era una insurrección de alegría y cuando venía de la calle, le seguía una escolta de dulceros, fruteros y cuanto encontraba al paso. 12

El 21 de enero de 1844 fue electo vicepresidente de la Junta del Ateneo Mexicano, donde el 25 de febrero presentó sus “Indicaciones sobre la importancia y necesidad de la reforma de las leyes penales”.

El 31 de agosto de 1844, el general Antonio López de Santa Anna pidió licencia como presidente y lo sustituyó Vicente Canalizo como presidente interino.

Entonces Otero, junto con otros liberales moderados, aprovechó el desconcierto para dominar el Ayuntamiento de la capital del país. El 6 de diciembre quedó como presidente de la junta de compromisarios para las elecciones municipales y maniobró para resultar electo tercer alcalde.

Durante su gestión enfrentó al barón Alleye de Ciprey, representante del rey de Francia, quien exigía reparaciones desmesuradas por un incidente menor.

El 11 de agosto de 1845 el presidente de la república, José Joaquín Herrera, le ofreció el Ministerio de Relaciones Interiores y Exteriores pero él, congruente con sus principios, declinó el cargo.

El 5 de octubre de 1845, mintiendo sobre la edad reglamentaria de treinta años cumplidos –tenía 28–, fue electo diputado. El 28 de diciembre se instaló el Congreso, pero el día 30 los militares dieron golpe de Estado y el presidente Joaquín Herrera renunció.

El 4 de enero de 1846 asumió el poder el general Mariano Paredes Arrillaga –ahora con ideario monárquico– convocando de inmediato a Otero y a otros políticos para amenazarlos si perturbaban la paz con sus escritos.

El 6 y el 15 de marzo de 1846 publicó en El Republicano sus artículos sobre “La aristocracia de la riqueza”.

El 20 de mayo de 1846 el gobierno lo convocó junto con otros liberales al palacio del antiguo Tribunal de la Inquisición para abrirles la correspondencia privada, y el 10 de julio El Republicano publicó el “Expediente seguido en la Suprema Corte de Justicia, en virtud de las instancias de la señora Petra Barrera de Trigueros, para que aquel Tribunal pida la causa de su esposo, el señor Ignacio Trigueros”, detenido el 17 de mayo.

Las dos anteriores violaciones de garantías individuales dieron la oportunidad para que Otero mostrara sus alcances de jurisconsulto: “Otero –señala Reyes Heroles– no sólo dio la fórmula para nuestro juicio constitucional, sino que también pretendió establecer la legislación constitucional que normara las garantías individuales y reglamentara el recurso establecido por el artículo 25 del Acta de Reformas”. 13

Para agosto de 1846 se restableció el federalismo, tras la renuncia del presidente Mariano Paredes. El 18 de agosto Otero fue electo diputado y se le designó miembro de un consejo consultivo del gobierno. El 8 de octubre elaboró un manifiesto para los electores de la capital, haciendo énfasis en la defensa de las garantías individuales.

El 14 de noviembre publicó en El Republicano una necrología dedicada al doctor Pedro Támez. Durante diciembre participó en las reuniones preparatorias del Congreso integrando las comisiones Revisora de Credenciales, de Puntos Constitucionales y de Gobernación. El 16 de noviembre había contestado al Ministerio de Hacienda que solicitaba más recursos, que no era responsabilidad del Congreso suministrarlos, sino del gobierno, responsable de despilfarros. También se opuso a la restauración de la vicepresidencia de la república.

El año de 1847 fue dramático para el país, que tuvo que padecer la invasión de Estados Unidos que mutiló su territorio. La actuación de Otero en el Congreso Constituyente de finales de 1846 a principios de 1848, fue en tres frentes:

1º La oposición al intento de reforma de Gómez Farías, que, a título de obtener recursos para la guerra, daba un paso en la desamortización de los bienes del clero;
2º Su obstinado propósito e incansables luchas por logar la aprobación del Acta de Reformas, y presentada en su voto particular, y 3º Su posición y actuaciones ante el problema de la guerra o la paz, que prácticamente terminan hasta el momento en que vota en el Senado en contra de la aprobación de los Tratados de Guadalupe. 14

El 11 de marzo de 1847, con otros diputados, pidió que el general Santa Anna ejerciera la presidencia. Así, decisivamente se resistió a la reforma del vicepresidente Gómez Farías, impulsando la rebelión de los polkos e integrando el cuerpo de guardias nacionales “Independencia”: “La explicación de la actuación de Otero creemos que radica en la sinceridad con que creía en la unidad nacional, que veía quebrantada por la acción de Gómez Farías”. 15

El 21 de marzo de 1847 el general Santa Anna reasumió la presidencia, Otero presidía el Congreso; tres días después fue nombrado ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, pero renunció un día después para evitar ahondar la división nacional.

El 5 de abril de 1847 presentó su “voto particular”, en el cual sentó las bases del Juicio de Amparo, que luego se consignó en el artículo 25 del “Acta de Reformas”, mejor conocido como “Fórmula Otero”, que dice:

Los tribunales de la Federación ampararán a cualquier habitante de la República en ejercicio y conservación de los derechos que le conceden esta Constitución y las leyes constitucionales contra todo ataque de los poderes Legislativo y Ejecutivo, ya de la Federación, ya de los Estados, limitándose dichos tribunales a impartir su protección en el caso particular sobre que verse el proceso, sin hacer ninguna declaración general respecto de la ley o del acto que lo motivare. 16

El 18 de mayo se aprobó la Constitución.

Ante la inminente toma de la Ciudad de México por las tropas de Estados Unidos, los Poderes de la república se trasladaron a Toluca y posteriormente a Querétaro. El 16 de septiembre de 1847 Otero le escribió una carta al gobernador de Jalisco Joaquín Angulo, en la cual le expresaba su oposición a las negociaciones, porque él consideraba la invasión estadounidense como “una guerra de conquista, por más que esto repugne al espíritu del siglo y a los antecedentes de un pueblo cristiano [...]” 17 y, en consecuencia, proponía la guerra de guerrillas. En diciembre escribió las Consideraciones sobre la situación política y social de la República Mexicana en el año 1847.

El 10 de febrero de 1848 aceptó integrar la comisión que negociaría un armisticio, con el general en jefe del ejército estadounidense Winfield Scott, con el único fin de mitigar los sufrimientos de las poblaciones invadidas. Ante la concertación del armisticio, el gobernador de Michoacán Melchor Ocampo renunció y envió una carta de protesta a Otero, quien se excusó así: “¿Qué quería usted que se hiciera no teniendo ni derecho que abogar, ni fuerza que oponer?”. 18

Su oposición a los estadounidenses quedó manifiesta el 25 de mayo cuando fue uno de los cuatro legisladores que votó en contra de la aprobación de los tratados de Guadalupe-Hidalgo, así expresó su sentir en una carta a su esposa: “Yo creo, que hemos firmado la sentencia de muerte de nuestros hijos. Al menos, si mis tristes presentimientos se realizan, el día que ellos se encuentren sin patria y formando parte de una raza proscrita, no tendrán el desconsuelo de ver mi nombre entre los de quienes decretaron esta paz”. 19

El 3 de junio, el presidente de la república José Joaquín Herrera lo nombró ministro de Relaciones Interiores y Exteriores. El 23 envió una circular a los gobernadores previniéndolos sobre brotes sediciosos, además les presentó el programa de gobierno.

Otras de sus acciones como ministro fueron: la “Iniciativa y ley para el establecimiento del Sistema Penitenciario en el Distrito Federal y Territorios, con la convocatoria expedida para la formación del plano de la cárcel de detenidos y presos”; Ley de imprenta, Ley Orgánica de la Guardia Nacional y la circular a los gobernadores para que informen sobre el estado de la educación, pretendiendo llegar a un sistema nacional, partiendo de los datos reales.

El 13 de noviembre se le aceptó la renuncia como ministro de Relaciones Exteriores.

Durante 1849 fue senador por Jalisco y presidente de la Cámara Alta. El 29 de enero formuló un “Dictamen de la Comisión de Puntos Constitucionales del Senado, sobre la ley constitucional de garantías individuales”; el 12 de marzo pronunció un discurso contra el dictamen de las comisiones de Hacienda y Crédito Público, sobre la autorización de un préstamo por un millón y medio de pesos; el 18 de julio defendió el artículo 8º del proyecto de ley sobre el nombramiento de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Federación. Y también fue miembro de la Junta Directiva de Cárceles.

El 9 de julio, el papa Pío IX le otorgó la Ordine Pianna de prima classe, como presidente del Senado en agradecimiento por el auxilio que México le ofreció en su exilio a Gaeta.

El 31 de mayo de 1850 falleció inesperadamente a los 33 años, víctima del cólera morbus:

Una tarde de 1850, volvía Otero de una comisión del Senado, relativa a la deuda pública. Volvía como siempre contento y sus hijos, corrieron a recibirle; de pronto sintió alguna molestia y se retiró a las piezas interiores. A poco gritó: tengo el cólera y me muero; que llamen al padre León [...] El mal avanzó con rapidez. La sala en que agonizaba fue invadida por personas de todas las clases de la sociedad. El lecho del moribundo estaba rodeado de sus amigos [...] La esposa y sus hijos que le acariciaban, desgarraban el corazón. Pocas horas duró la agonía del jalisciense ilustre [...] 20

En el Panteón de San Fernando de la Ciudad de México fue inhumado. Sus restos mortales fueron solemnemente reinhumados en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres de su ciudad natal el 29 de noviembre de 1982.

Una avenida de Guadalajara donde se ubica su estatua, una presea de la Universidad de Guadalajara, el reconocimiento de la Cámara Nacional de Comercio a las mejores tesis de Derecho y una colonia llevan su nombre. Asimismo, un busto de bronce se encuentra en la Facultad de Derecho.

Juicios y testimonios

Fernando Gallo Lozano: “Si existen algunos autores, inclusive el insigne Vallarta, que dan como antecedente de nuestro juicio de amparo los Fueros de Aragón, es el eminente jurista español don Aniceto Alcalá Zamora el que señala que no es de creerse que ‘el recurso de amparo instituido por la Constitución Española enlace directamente con el derecho medieval aragonés, sino que se inspira hasta en el nombre, en el régimen constitucional mexicano, a través del cual recogimos nuestra tradición jurídica’. Este es uno de los grandes tributos a la obra del hombre más eminente que ha nacido en México, para gloria de Guadalajara, en este campo”.


Manuel Herrera y Lasso: “Don Mariano Otero, el creador del Amparo, es uno de los pocos hombres por quienes México tiene el derecho de reivindicar para sí el genio político. Pero el elogio más cabal y elocuente que puede hacerse del insigne republicano [...] cabe en las siguientes sencillas palabras: fue, la suya, una vida consagrada a la Patria”.


Jesús Reyes Heroles: “Otero se desenvuelve entre dos mundos: el agonizante colonial que se empeña en no morir, y el moderno secular, que pugna por nacer [...] No es posible comprender el siglo xix mexicano sin el estudio detenido y cuidadoso de Mariano Otero y que sin la comprensión del xix difícilmente entenderemos el significado y sentido de lo que llevamos andado del siglo xx”.


Jesús Silva Herzog: “Muy pocos escritores de fines de la primera mitad del pasado siglo tuvieron como Otero un juicio tan relativamente completo, tan acertado sobre la influencia de lo económico en la historia. Él, que a sí mismo se catalogaba como liberal moderado, se adelantó sin saberlo a la concepción materialista de Marx y Engels, o del realismo histórico, como llama a esa Teoría Henri Sée. Engels y Marx esbozaron por primera vez esa teoría en La Sagrada Familia, obra publicada tres años después que la de Otero. El mérito del escritor mexicano parece indiscutible. Si hubiera escrito en Londres o en París, tal vez su fama hubiese alcanzado hace tiempo fama universal”.


Referencias
  1. “Solicitud de los señores José Mariano Otero y Juan Antonio de la Fuente para obtener la plaza de escribiente del Instituto del Estado”, aug, legajo núm. 478. ↩︎

  2. Mariano Otero, Obras. Recopilación, selección, comentarios y estudio preliminar de Jesús Reyes Heroles, México, Biblioteca Porrúa, núm. 33, tomo i, 1967, pp. [12]. ↩︎

  3. Ibid., p. [13]. ↩︎

  4. “Año de 1835. Libro 3º de registros de Cursos de Cánones y Leyes de la Universidad”, tomo i, aug↩︎

  5. Otero, op. cit., tomo ii, p. 389. ↩︎

  6. Ibid., p. 423. ↩︎

  7. Ibid., pp. 5-6. ↩︎

  8. Jesús Reyes Heroles, El liberalismo mexicano, México, FCE, tomo ii, 1982, p. 9. ↩︎

  9. Otero, op. cit., tomo i, p. 259. ↩︎

  10. Noriega, op. cit., p. 112. ↩︎

  11. Prieto, op. cit., p. 217 ↩︎

  12. Ibid., p. 226. ↩︎

  13. Otero, op. cit., tomo ii, p. 635. ↩︎

  14. Ibid., tomo i, pp. 68-69. ↩︎

  15. Ibid., p. 72. ↩︎

  16. Ibid., pp. 382-383. ↩︎

  17. Ibid., p. 83. ↩︎

  18. Ibid, p. 95. ↩︎

  19. Ibid., tomo ii, p. 609. ↩︎

  20. Prieto, op. cit., pp. 323-324. ↩︎