Los universitarios entre el Instituto y la Universidad
Paz Flores, Ireneo
Nació en Guadalajara, Jalisco, el 3 de julio de 1836. Fueron sus padres los señores Matías Paz y Teresa Flores. Sobre sus orígenes familiares Joaquín Romo de Vivar escribió: “Huérfano de padre desde niño no tuvo más cuidados que los de su virtuosísima madre, la que se dedicó con supremo esfuerzo a la educación de su hijo, tropezando con las dificultades consiguientes a la estrechez de sus recursos”. 1
A los trece años ingresó al Seminario Conciliar para cursar su instrucción media, donde a pesar de tener que trabajar para ayudar a su madre, obtuvo excelentes calificaciones, como consta en un documento expedido el 30 de julio de 1851 por el catedrático Francisco Vargas –más tarde obispo de Colima–, e informa que ha cursado la cátedra de Mayores, demostrando en el examen muy ventajoso aprovechamiento: “Contestó satisfactoriamente y con expedición a todas las preguntas que le hicieron los sinodales; quienes atendiendo además, a su conducta irreprochable, a su comedimiento, caballerosas maneras y demás virtudes que le han granjeado el aprecio de sus compañeros, lo premiaron con la calificación suprema S. S. S.”. 2
El 24 de julio de 1854 el secretario de la Universidad Nacional de Guadalajara Antonio Alcocer, hizo constar que cursó, se examinó y aprobó en las materias que integran el plan de estudios preparatorios de mayores en el Seminario Conciliar, en virtud de lo cual se le expidió el título de bachiller en Filosofía. Inició su carrera de abogado en la Universidad, matriculándose al primer curso de Jurisprudencia en 1854 y al segundo el 18 de octubre de 1855.
Con el triunfo de la Revolución de Ayutla se restableció el Instituto del Estado en 1855, en cuyos registros consta que Ireneo Paz, el 3 de noviembre de 1856, se matriculó en la carrera de Jurisprudencia al curso de primianista de práctica, además a los cursos de Matemáticas y de Francés; el 10 de noviembre de 1857 inició el curso de secundianista de práctica y el de Inglés. Sus últimos estudios transcurrieron durante la Guerra de Reforma, en la cual Jalisco fue uno de los principales escenarios, de aquí que Joaquín Romo de Vivar y Juan Bautista Iguíniz, afirman que en 1861 se tituló de abogado en la Universidad de México, habiendo practicado en el bufete jurídico del licenciado Jesús López Portillo.
Durante la Guerra de Reforma participó con las armas y la pluma en favor de la causa liberal, además ejerció su profesión. El gobernador del estado de Jalisco Santos Degollado le dio el grado de capitán, para que sirviera en un cuerpo de la Guardia Nacional que mandaba el general Miguel Contreras Medellín. Con el apoyo del general Pedro Ogazón y en unión de otros jóvenes, había formado un colegio militar en las instalaciones del antiguo seminario.
De 1857 a 1861 colaboró en los periódicos: El Independiente, Boletín de la Guerra Nacional, La Revolución y El Voto del Pueblo. Durante la intervención francesa redobló sus esfuerzos militares y periodísticos.
En 1863 fundó el periódico Sancho panza de corte pequeño y festivo, cuyo objetivo fue:
En este [periódico] –escribió– no sólo se trataba de pintar a la invasión francesa con negro colorido para infundir hacia ella en nuestro pueblo el mayor odio posible, sino que censuraba a la vez los abusos de mis correligionarios, cuyo proceder, al menos según mi conciencia, entibiaba el espíritu público. 3
Y apuntó su pluma hacia los franceses y las huestes del republicano Antonio Rojas, cuyos desmanes consideraba que desprestigiaban la causa liberal. Su actitud le valió una forzada autorreclusión domiciliaria, ya que su casa fue sitiada por los “galeanos”, como se les llamaba a los seguidores de Rojas.
Pocos fueron los días del Sancho panza, ya que a finales de 1863 ante el asedio a Guadalajara de las tropas francesas, Ireneo se fue a Colima donde residió casi un año, habiendo dirigido el Periódico Oficial del Estado y fungiendo como magistrado del Tribunal de Justicia. También escribió en La Aurora del Progreso, El Pensamiento Público y La Independencia.
Al ser invadida Colima, se dedicó de lleno a la campaña militar en las costas del Pacífico. Por su valor y entereza, los generales Echegaray y Arteaga le otorgaron los grados de comandante y más tarde el de teniente coronel. Ante la derrota liberal en Zapotlán, fue comisionado para que celebrara la capitulación, lo cual realizó con gran tino.
En su ciudad se le confinó pero, inflexible en la lucha por la causa liberal, volvió a la trinchera del periodismo y fundó El Payaso, cuya publicación fue de 1865 a 1866, en cuyas páginas fustigó satíricamente al imperio, con tanta gracia que incluso el emperador Maximiliano solicitó al licenciado Jesús López Portillo que le enviara una colección. Tras enfrentar a los periódicos imperialistas y aprovechando –confiesa con dolor– que “el Imperio dio una libertad más amplia a la prensa que la que ha tenido relativamente hablando, en algunas de nuestras administraciones republicanas”.4: Por lo cual pudo El Payaso llegar el número nueve y “se despidió con todo el brío de un campeón al que no ha podido ser vencido en la arena […]”. 5
En 1866 publicó El Noticioso y el 12 de noviembre del mismo año fue hecho prisionero, siendo liberado el 18 de diciembre tras el triunfo liberal en la batalla de La Coronilla. El coronel Eulogio Parra lo nombró su secretario. Más tarde acompañó al general Ramón Corona en las expediciones que culminaron con la rendición de Colima.
Al restaurarse la república en 1867, y a propuesta del general Ramón Corona, el gobernador de Sinaloa Domingo Rubí lo nombró asesor en la Secretaría General de Gobierno. Pero ante los desmanes del gobernador protegido desde el centro por Benito Juárez y Ramón Corona, renunció y se dedicó a criticarlos desde los periódicos La Palanca de Occidente y El Diablillo Colorado de gran aceptación, ambos fueron publicados en Culiacán durante 1867.
Ante la convocatoria expedida por el presidente Benito Juárez para las elecciones federales –lo cual consideró anticonstitucional– se lanzó a la contienda política, proclamando la candidatura del general Porfirio Díaz, por lo que fue encarcelado en Santiago Tlatelolco.
Desde la cárcel sigilosamente hizo circular un nuevo periódico El Padre Cobos, el cual apareció por primera vez el 20 de febrero de 1869, el blanco de sus críticas fueron Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada, por fortalecer el Ejecutivo frente al Legislativo y por darle al clero un lugar en la vida política del país.
Al salir de la cárcel tomó las armas contra el gobierno, apoyó en 1871 el Plan de la Noria de Porfirio Díaz. Al fallecer el presidente Juárez siguió combatiendo al presidente Sebastián Lerdo de Tejada desde El Ahuizote y El Siglo xix , además de reeditar El Padre Cobos, cuya segunda época abarcó de 1874 a 1876. Nuevamente se le encarceló, ahora en la prisión para presos políticos de Belén y luego salió desterrado a Nueva Orleans.
Al triunfar la Revolución de Tuxtepec en 1876, con la instalación en el poder del general Porfirio Díaz, regresó a México ocupando en los años posteriores un escaño en la Cámara de Diputados, además se le reconoció su grado militar en el Ejército Nacional.
Ante la dictadura porfirista abandonó los cargos públicos para dedicarse al periodismo y a la literatura.
El 15 de marzo de 1877 fundó el periódico La Patria, el cual se publicó por más de 30 años, dando su apoyo al porfirismo, pero al censurar
la imposición de don Ramón Corral en la vicepresidencia durante el último mandato del caudillo, éste tuvo que pedirle personalmente que cerrara su periódico habiéndosele encarcelado posiblemente para aplacar la furia del grupo científico, con uno de sus miembros, Paz tuvo serias dificultades; éste fue don Justo Sierra ya que su hermano Santiago sostuvo un duelo a muerte con don Ireneo en el que resultó vencedor éste último; hecho que le ensombreció su vida; se dice que don Justo lo persiguió implacablemente a través de asesinos a sueldo. 6
El 8 de enero de 1883 publicó a manera de suplemento La Patria Ilustrada. Además tuvo la “Imprenta y encuadernación de Ireneo Paz”; en 1900 participó en la Exposición Universal de París, en la sección mexicana, y también fue expositor en diversos congresos internacionales. También disertó sobre enseñanza agrícola, prensa y cooperativismo.
Algo de su extensa producción bibliográfica que incluye poesía, novela y teatro fue: La bolsa o la vida (1863); Los héroes del día siguiente (1869); La manzana de la discordia (1871); Amor y suplicio (1873); Amor de viejo (1874); Guadalupe (1874); Cardos y violetas (1875-1878); Las dos Antonias (1883); Doña Mariana (1883); Algunas Campañas (1884); Leyendas históricas de la Independencia publicadas en dos series entre ellas Su Alteza Serenísima (1886-1914); y Los hombres prominentes de México (1888); La exposición de París en 1900 (1904); Los Calendarios del Padre Cobos (Serie de 1875-1923). Y dejó obras inéditas, entre otras “Hernán Cortés” y “¡Zapata!”.
Perteneció a las sociedades: La Prensa Asociada, de la cual fue presidente; El Liceo Hidalgo; El Círculo Jalisciense y otras nacionales e incluso extranjeras.
Aún presenció la caída del general Porfirio Díaz y la nueva revolución de 1910. El general Pablo González le destruyó su imprenta, por el apoyo que prestó su hijo Octavio Paz Solórzano a la causa zapatista. Entonces se retiró a vivir con muchas privaciones a Mixcoac, donde lo evocó su nieto Octavio Paz Lozano: “Tengo su imagen grabada, que era la de un hombre delgado de estatura media, rostro muy mestizo, siempre muy irónico, alerta a todo muy crítico, estricto pero cariñoso”. 7
Y en su libro Ladera Este versifica:
Mi abuelo, al tomar el café,
me hablaba de Juárez y de Porfirio,
los zuavos y los plateados,
y el mantel olía a pólvora. 8
En una casona vieja y deteriorada, rodeado de sus nietos y de sus libros, con 88 años a cuestas, falleció el 4 de noviembre de 1924.
El 23 de abril de 1982 en Alcalá de Henares, su citado nieto Octavio Paz recibió el Premio Cervantes y pronunció el discurso que tituló “La tradición liberal”, en el cual expresó de su abuelo: “Desde muy joven fue muy vivo en mí el sentimiento de pertenecer a una civilización. Se lo debo a mi abuelo, Ireneo Paz, amante de los libros, que logró reunir una pequeña biblioteca en la que abundaban los buenos escritores de nuestra lengua”. 9
Una calle de Guadalajara y un mercado municipal llevan su nombre.
Juicios y testimonios
Octavio Paz: “Mi abuelo fue periodista y político, novelista y autor de comedias y sainetes, poeta y humorista. Sus novelas Amor y suplicio y Doña Marina o La Piedra del sacrificio inauguran en nuestras letras, sino me equivoco, el género ‘indigenista’. Sus memorias Algunas campañas, todavía pueden leerse con interés; son un documento histórico que posee una tensión novelística. Creo que algunos de sus sonetos satíricos figuran entre los mejores del siglo xix, en la tradición de Quevedo y Torres Villarroel”.
Carlos Pellicer: “Fue don Ireneo gran proscrito de nuestras letras, esforzado militante de nuestra Guerra de Reforma y contra el Segundo Imperio, destacada figura de la política y de la cultura durante el régimen porfirista... llegó a alcanzar el grado de general del Ejército Republicano del cual jamás hizo ostentación, imbuido de un profundo sentido civilista”.
Napoleón Rodríguez: “Fue un defensor de la soberanía nacional al luchar contra las fuerzas de la intervención francesa, y una vez reinstalada la república fue un liberal consecuente que criticó toda forma de absolutismo, no solamente en el terreno político sino en el terreno de las ideas, escogiendo como tribuna de combate el periodismo”.
Referencias
-
Romo de Vivar, op. cit., p. 121. ↩︎
-
Ibid., p. 122. ↩︎
-
Iguíniz, El periodismo en Guadalajara…, tomo i, p. 92. ↩︎
-
Ibid., p. 106. ↩︎
-
Ibid., p. 109. ↩︎
-
Rodríguez, Ireneo Paz, liberal jalisciense…, p. 45. ↩︎
-
Ibid., p. 81. ↩︎
-
Ibid.,p. 5. ↩︎
-
Octavio Paz, Hombres en su siglo y otros ensayos, México, Seix Barral, Biblioteca Breve, 1984, p. 10. ↩︎