Los primeros universitarios

Ramos Arizpe, José Miguel

Nació en San Nicolás de la Capellanía, poblado de la Provincia de Coahuila o Nueva Extremadura, el 15 de febrero de 1775. Fueron sus padres los señores Juan Ignacio Ramos de Arreola y María Lucila de Arizpe.

Inició su instrucción elemental en Saltillo, y luego ingresó al Seminario Diocesano de Monterrey donde fue colegial fundador, ahí estudió Latín y el Curso de Artes.

Se trasladó a Guadalajara para ingresar a la Real Universidad, el 9 de marzo de 1799, al matricularse al primer curso de Cánones por orden verbal y dispensa de trámites del rector José María Gómez y Villaseñor, lo cual hace evidente que llegó con una especial recomendación.

De acuerdo con los registros universitarios disponibles, el 23 de diciembre de 1799 probó tener ganado el primer curso de Cánones; el mismo día se matriculó al segundo curso, el cual probó haberlo ganado el 3 de agosto de 1800; el 11 de octubre probó tener ganados dos cursos de Filosofía y otro de Retórica, por lo que estuvo apto para recibir el grado menor de bachiller; el 18 de octubre se matriculó al tercer curso, el cual probó haberlo ganado el 30 de junio de 1801; y el 18 de octubre se matriculó al cuarto curso, el cual probó haberlo ganado el 19 de junio de 1802.

Concluidos sus estudios universitarios, partió a la Ciudad de México, donde el 9 de enero de 1803 el obispo de Monterrey Primo Feliciano Marín de Porras lo ordenó sacerdote.

En Monterrey, entre 1803 y 1804 ocupó los cargos de examinador sinodal, promotor fiscal de la Curia, defensor de obras pías; juez de testamentos, capellanías y obras pías, provisor, vicario general y catedrático de Derecho Canónico y Civil, en el Seminario Diocesano.

Al parecer cayó de la gracia del obispo y fue enviado como cura de la Villa de Santa María de Aguayo, ahí aprovechó el tiempo libre en el estudio.

A finales de 1807 regresó a Guadalajara para graduarse en la Real Universidad. El 29 de noviembre recibió el grado de licenciado en Sagrados Cánones; el 1° de enero de 1808 disputó la cuestión doctoral y se le otorgó el grado de doctor en la misma Facultad.

El 15 de febrero inmediato recibió la Parroquia del Real de Borbón. El 4 de agosto de 1810, en la Ciudad de México presentó examen ante el Colegio de Abogados, y recibió el título de abogado de la Real Audiencia de la Nueva España.

El 1° de septiembre de 1810 fue electo diputado por la provincia de Coahuila a las Cortes de Cádiz.

En febrero de 1811 llegó a Cádiz, y el 22 de marzo tomó posesión de su curul. En cuanto a su actuación legislativa:

Desempeñó brillantemente su oficio de diputado, siempre pugnando por los derechos de América; este celo y actividad –dice Alessio Robles– hicieron que al faltar algunos de su colegas, por muerte, ausencia o enfermedad, le dejaron encomendadas las representaciones de sus respectivas provincias; tal fue el caso de Puerto Rico, de Caracas, de las Provincias Interas de Occidente y de las Californias.1

El 1° de noviembre presentó ante las Cortes la Memoria que el doctor D. Miguel Ramos de Arispe [sic], cura de Borbón, y diputado en las presentes Cortes Generales Extraordinarias de España por la Provincia de Coahuila, una de las cuatro internas del Oriente en el Reino de México, presenta a El Augusto Congreso sobre el estado natural, político y civil de su dicha provincia, y las de el Nuevo Reyno de León, Nuevo Santander, y los Texas, con exposición de los defectos del sistema general y particular de sus gobiernos, y de las reformas, y nuevos establecimientos que necesitan para su prosperidad. En dicha texto se lamentó del poco interés y del abandono en que estaban estos territorios. Se pronunciaba ya por el sistema federal y dedicó un capítulo a la educación pública, sobre lo que escribió: “Es uno de los primeros deberes de todo gobierno ilustrado, y sólo los déspotas y tiranos sostienen la ignorancia de los pueblos para más facilmente abusar de sus derechos”.2

Enseguida describió la situación del sistema educativo en los territorios mencionados, y se lamentó: “¡Desgraciada juventud Americana! ¿Es posible que se intente deprimir las más bellas disposiciones de la naturaleza y mantener al hombre en una brutal ignorancia para más facilmente esclavizarlo?”.3

La memoria prácticamente fue aprobada en su totalidad. En tanto, el rey Fernando VII, por medio del canónigo Blas Ostolaza, le ofreció el Obispado de Puebla de los Ángeles, a cuyo ofrecimiento respondió: “Yo no he salido de mi tierra a mendigar favores del despotismo; la misión que se me confió es de honor y no de granjería”.4

Por su enérgica actitud, fue a dar a la prisión en Madrid el 10 de mayo de 1814. Se le acusó de incitar la insurreción en los reinos de ultramar, y durante diecisiete meses fue privado de toda comunicación.

El 17 de diciembre de 1815 se le desterró a Valencia, con reclusión en la Cartuja de Aracristi por cuatro años, al término de los cuales su custodio, el general Elio, consultó si quedaba en libertad. A lo que el rey contestó que no se le liberara, hasta que demostrara un cambio de actitud. Con estoicismo sufrió la condena y rechazó la oportunidad de fugarse.

Con la sublevación liberal del coronel Rafael del Riego en 1820, el pueblo valenciano lo liberó. E incluso contuvo la indignación popular, que pretendía ejecutar a su carcelero Elio.

Se reintegró a las Cortes y por sus servicios y sufrimientos fue agraciado con el nombramiento de canónigo chantre de la Catedral de Puebla, y tomó posesión de su canonjía mediante apoderado, el 22 de agosto del citado año de 1820.

En unión a José María Couto, el 25 de junio de 1821 propuso la pacificación de la Nueva España, la Nueva Galicia, Yucatán y las Provincias Internas de Oriente y Occidente y de las Californias, mediante concesiones de autonomía.

Al proclamarse el Plan de Iguala, mediante el cual se pretendía establecer una monarquía en México con un principe español, la diputación novohispana ante las Cortes preparó un documento para ser leído en ellas, expresando su apoyo al Plan Trigarante. Después de haberlo firmado, en un descuido un diputado arrancó su firma, lo cual enojó a Ramos Arizpe, quien desde la tribuna de las Cortes expresó: “Mi firma reemplaza la que ha sido arrancada, y si yo no firmé fue porque en mi opinión de ningún modo conviene en México una monarquía, y mucho menos regenteada por un miembro de la familia de Borbón”.5

Afiliado a la masonería, maniobró para que fuera designado virrey de la Nueva España don Juan O’Donojú, su amigo y compañero y de la misma tendencia liberal, lo cual facilitaría –como en efecto sucedió– la independencia de México.

Emprendió su regreso a México tras una breve estancia en Francia, donde desautorizó al Marqués de Tenebrón para apoderarse de territorio mexicano, ya que dicho Marqués se ostentaba como heredero de Moctezuma.

El 31 de diciembre de 1821, arribó a Tampico después de una década de ausencia. Y el 24 de febrero de 1822 asistió a la apertura del Primer Congreso Nacional, maniobrando para que fracasara el imperio de Iturbide.

Fue electo diputado por Coahuila al Congreso Nacional Constituyente, que sesionó del 7 de noviembre de 1823 al 24 de diciembre de 1824.

Se convirtió en el artífice del Congreso, ante el cual presentó los dos documentos fundamentales: “El Acta Constitutiva de la Federación”, el 31 de enero de 1824; y la “Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos”, por los cuales es considerado el “Padre del Federalismo Mexicano”.

Al referirse a su actuación legislativa, fray Servando Teresa de Mier no dejó lugar a dudas sobre su posición federalista, sobre el “Acta Constitutiva de la Federación”, expresó: “Fue la obra diabólica del Chato” –el sobrenombre de Ramos Arizpe–. En tanto Lucas Alamán, consideró que

[…] el Acta Constitutiva superaba la Constitución del 4 de octubre de 1824 por su brevedad y buena redacción. Miguel Ramos Arizpe […], autor del proyecto de esa Constitución, logró sintetizar la Constitución de Filadelfia (con sus antecedentes del derecho consuetudinario inglés y las cartas de las colonias angloamericanas) y la Constitución española de Cádiz (por su tradición del derecho público español y algunos elementos de la Revolución Francesa). Tomó de la española la forma y el estilo oratorio, de la norteamericana el federalismo.6

En cuanto a su posicionamiento político, Juan Bautista Iguíniz afirma que

fue uno de los más activos instrumentos del embajador norteamericano Poinsett, en la fundación de las logias yorkinas [...] Más al convencerse de las miras disolventes de dichas sociedades se alarmó, y queriendo contrarrestrar su influjo sobre el gobierno, formó con ayuda de varios liberales un tercer partido político, que llamó de los imparciales.7

El 1º de junio de 1825 fue nombrado oficial mayor de la Secretaría de Justicia y Negocios Eclesiásticos; el 30 de noviembre inmediato asumió la titularidad de dicha Secretaría, la cual ejerció hasta el 7 de marzo de 1828. Sus principales acciones fueron la organización de los tribunales federales de la Suprema Corte, y de los juzgados de circuito y de distrito. Además se le consideró el principal promotor de la expulsión de los españoles peninsulares en 1828, y finalmente se vio obligado a renunciar por sus diferencias con los masones yorkinos.

En 1830 se le nombró ministro plenipotenciario de México, para arreglar las relaciones diplomáticas con Chile, país al que viajó. El 7 de marzo de 1831 concluyó satisfactoriamente su misión al firmarse el “Tratado de amistad, comercio y navegación entre las Repúblicas de México y Chile, por don Miguel Ramos Arizpe, en su carácter de vicepresidente de la República Mexicana y don Joaquín Campino, vicepresidente de la República de Chile”.

En 1831 ascendió a canónigo deán de la Catedral de Puebla. El 26 de diciembre del citado año de 1831, el presidente de la república Manuel Gómez Pedraza lo designó nuevamente ministro de Justicia y Negocios Eclesiásticos, cargo que ocupó hasta el 13 de septiembre de 1833.

Preocupado como siempre por su tierra de origen, el 24 de enero y el 7 de mayo de 1833 respectivamente, envió 133 y107 pobladores de origen mexicano a Texas; y el 23 de abril del citado año, firmó la iniciativa para secularizar las misiones de California.

Enfermo y decepcionado por el rumbo de los acontecimientos, se retiró a ejercer sus funciones catedralicias a Puebla de los Ángeles, desde donde presenció impotente la separación de Texas.

El 5 de noviembre de 1841 fue nombrado miembro del Consejo de Gobierno por la Junta Departamental de Coahuila. Y en 1842 fue electo diputado al nuevo Congreso Constituyente por Coahuila, sin embargo por enfermedad no pudo asistir a las sesiones.

Tras sufrir un ataque de apoplegía que lo dejó semiparalítico y agonizante durante diecisiete días, la gangrena lo llevó a la muerte, la cual ocurrió el 28 de abril de 1843 en Puebla de los Ángeles, y fue sepultado en la Catedral.

Además de la citada memoria que presentó ante las Cortes de Cádiz, escribió y publicó: Demostraciones de fidelidad y amor hacia nuestro augusto y muy amado soberano el Señor Don Fernando VII de Borbón, y de unión cordial con la antigua España, verificadas en el Real de Borbón de la colonia del Nuevo Santander en Nueva España (1809); Algunos diputados de América que se hallan en Madrid, han presentado al Rey la exposición siguiente. Suplemento de la Miscelánea de Comercio, Arte y Literatura del lunes 10 de abril de 1820 (1820); Carta escrita a un americano sobre la forma de gobierno que para hacer practicable la constitución y las leyes conviene establecer en Nueva España atendida su actual situación (1821); Papel que la diputación mexicana dirige al Excelentísimo Señor Secretario de Estado y del Despacho de Guerra (1821); Representación hecha al Rey por los Diputados de Nueva España (1821); Exposición hecha a las cortes mexicanas (1822); Idea General sobre la conducta politica de Don Miguel Ramos de Arizpe, natural de la Provincia de Coahuila, como diputado que ha sido por esta provincia en las Cortes generales y extraordinarias y en las ordinarias de la Monarquía española desde el año de 1810 hasta el de 1821 (1822); Acta Constitucional presentada al Soberano Congreso Constituyente por su Comisión el día 20 de noviembre de 1823 (1823); Proyecto de ley para designar por primera vez los electores que han de nombrar los legisladores de los Estados, y el tiempo, lugar y modo de verificarse las elecciones (1823); Constitución Federativa de los Estados Unidos Mexicanos (1824); Constitución Federativa de los Estados Unidos Mexicanos. Segunda parte (1824); Dictamen de la Comisión de Constitución, sobre el carácter en que debe quedar el Tribunal nombrado hasta hoy de Minería (1824); Dictamen. Sobre el lugar de la residencia de los Supremos Poderes de la Federación Mexicana, presentado al Soberano Congreso de la misma por la comisión especial encargada de este asunto (1824); y memorias del Ministerio de Justicia y Negocios Eclesiásticos de 1826, 1827, 1828 y 1833.

El 20 de febrero de 1847 fue declarado benemérito de la patria por el Congreso de la Unión, y se decretó que su nombre se inscribiera con letras doradas en el salón de sesiones de los diputados. El 13 de mayo de 1850, el gobierno de Coahuila impuso el nombre de Villa de Ramos Arizpe a su pueblo natal. El 29 de abril de 1897 se develó una estatua en su honor en el Paseo de la Reforma en la capital del país; el 29 de junio de 1974, sus restos fueron trasladados de la Catedral de Puebla a la Rotonda de los Hombres Ilustres de la Ciudad de México. Y con motivo del bicentario de la Constitución de la Monarquía en 2012, en Cádiz se develó un busto en su honor.

Juicios y testimonios

Lucas Alamán: “Aunque clérigo y doctor en Teología, nada parecía Arizpe menos que eclesiástico; solía decir de sí mismo, culpando el carácter remiso y frío de sus paisanos, que él no era mexicano sino comanche y aún por este nombre se le conocía en las Cortes, y en verdad había en todo él cierto aire de estos salvajes del norte, que tienen en su fisonomía una mezcla de candidez y de malicia, de energía y de suspicacia [...] Hombre todo de acción, hablaba poco en público, y esto con descuido por frases interrumpidas y casi sin hilación en las ideas. Su influjo y poder en un congreso consistía en su relaciones y manejos privados [...]”


Manuel Gómez Pedraza: “En medio del poder y de la reputación prestigiosa que gozaba ese nombre virtuoso, satisfacía sus necesidades con treinta reales al día. Yo lo he visto, sentado en una mala silla, rodeado de títulos y potentados, comer un frugal almuerzo en platos de loza ordinaria. Yo lo he visto salir de Madrid para Francia con un peso fuerte en el bolsillo por único caudal; y el que se hallaba reducido a tal extremidad era el mismo hombre por cuya dirección y mano se había gastado para procurar la emancipación de las Américas ¡Más de setecientos mil pesos!”.


Francisco Sosa: “Fue, como dice uno de sus biógrafos, de esos talentos que aparecen de cuando en cuando como apóstoles del progreso [...] Mártir de su idea sufrió las decepciones de la Iglesia, la presión del despotismo, el destierro de los tiranos, las calumnnias de los envidiosos y finalmente, las amarguras y penalidades de una existencia consagrada enteramente al servicio de su patria”.


Referencias
  1. Luis Malpica de la Madrid, La Independencia de México y la Revolución Mexicana a través de sus principales documentos constitucionales, textos políticos y tratados internacionales (1810-1985), México, Limusa, 1985, tomo i, p. 768. ↩︎

  2. Miguel Ramos Arizpe, Memoria. Estudio introductorio de W. Michael Mathes, Guadadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara, 1991, pp. 18-19. ↩︎

  3. Ibid., p. 19. ↩︎

  4. Malpica, op. cit., p. 768. ↩︎

  5. Ibid., pp. 769-770. ↩︎

  6. Ernesto de la Torre Villar et al., Historia documental de México, México, unam, 1974, tomo ii, p. 180. ↩︎

  7. Iguíniz, Catálogo biobliográfico de los doctores…, p. 239. ↩︎