Desarrollo histórico (1853-1855) [^1]

Representación estudiantil por la continuación del Instituto

El 1° de marzo de 1853, los estudiantes del Instituto de Ciencias dirigieron al gobernador del estado José María Yáñez una “Representación... al Supremo Gobierno con motivo del decreto de 28 de febrero de 1853”,1 en la cual le expresaban “el más profundo sentimiento” y sorpresa por la supresión de su plantel educativo, y a continuación refutaban uno a uno los argumentos de la medida: consideraban que la Universidad podía seguir adelante con las donaciones de fray Antonio Alcalde, aunque reconocían que

es verdad que podrá alegarse si se quiere, para sostener la escasez que se proclama, que hoy catedráticos de la Universidad se han limitado a recibir pequeños y miserables prorrateos para indemnizar una parte de sus servicios literarios; pero no creemos que el amor que profesan a las ciencias, el deseo que los anima de generalizar sus conocimientos científicos, el anhelo que manifiestan porque la juventud los reciba, cultive y adelante, se haya acabado, dirigiendo una vista celosa a los fondos del Instituto, que leyes generales y particulares de Jalisco le consignaron. Muy lejos de nosotros la idea de inferirles tamaña injuria; por el contrario le confesamos el mérito de su desinterés y de su constancia [...] 2

En cuanto a los profesores del Instituto, señalaban que también habían impartido las clases durante varios años gratuitamente, y cuando se les pagaba destinaban sus sueldos a la compra de libros e instrumental de los laboratorios, por lo que “las pequeñas asignaciones que tienen los profesores, no sean satisfechas con exactitud y puntualidad, no es un [talón de] Aquiles, no es un argumento contra el Instituto”. 3

En lo relativo a la duplicidad de las cátedras, argumentaban que ya no bastaba con un solo establecimiento educativo. Y si aún los anteriores razonamientos fueren insuficientes, y si “[…] se insistiere en la refundición proyectada, y fuere necesario para dotar a los catedráticos del Instituto con alguna asignación más o cuota, nosotros estamos dispuestos a expensarla”. 4

El 2 de marzo, los estudiantes de las cátedras de Derecho de la Universidad se unieron a sus compañeros del Instituto y también dirigieron una “Representación [...] al Supremo Gobierno con motivo del decreto del 28 de febrero de 1853”,5 en la cual elogiaban

[…] los actos públicos de Física que, presididos por el sabio profesor don Lázaro Pérez, manifestaron a Guadalajara los adelantos de los alumnos del nuevo establecimiento [...] La brillantez verdaderamente admirable de aquellos actos, excitó una noble y digna emulación en los otros establecimientos, que veían robarse por el nuevo el renombre que hasta ahí habían tenido. Entonces el Seminario Conciliar de esta ciudad, proyectó reformas útiles: reformas dignas de un establecimiento de educación literaria y científica [...] 6

Y aunque expresaban que no tenían la intención de comparar la instrucción del Instituto con la de la Universidad, manifestaban que

el Instituto proporciona una instrucción libre, sin trabas ningunas, instrucción que se adquiere en más breve tiempo; la Universidad, enseñando iguales materias, emplea un tiempo más largo y exige en sus alumnos los derechos conocidos con los nombres de matrículas y grados, felizmente extinguidos los últimos por un decreto del Estado. Pesadas en la balanza de la razón estas reflexiones, desde luego salta a la vista una preferencia que el Instituto lleva a la Universidad: la mayor facilidad en la instrucción que aquel proporciona. Y si se considera que generalmente las cátedras son concurridas por jóvenes que no tienen bienes de fortuna, ¡cuánto mayor peso adquieren aquellas reflexiones! 7

Y estudiantes como Jesús Leandro Camarena, Emeterio Robles Gil, Antonio Pérez Verdía, José María Vigil, Ignacio Luis Vallarta, José de Jesús Camarena, entre otros, confesaban que al ver el adelantamiento de “[…] nuestros amigos los alumnos del Instituto [...] nos hemos dedicado con más empeño al estudio, nos hemos entregado con mayor tesón a los afanes de la ciencia [...]”. 8

El 3 de marzo, padres de familia, hacendados, comerciantes y clérigos tales como el canónigo José Luis Verdía, el doctor Juan José Caserta, el prior de los dominicos fray Pablo Echeverría, el comendador de la Orden de Nuestra Señora de la Merced fray José de Jesús Martínez, entre otros, se unieron a la petición de que no se fusionara el Instituto con la Universidad.

Sin embargo todo fue en vano, ya que al día siguiente el secretario de gobierno Urbano Tovar comunicó que el gobernador del estado ratificaba el decreto del 28 de febrero pasado, y así se perdió la oportunidad de tener dos instituciones de educación superior en Jalisco, lo cual hubiera llevado a una sana competencia de catedráticos y estudiantes.


Referencias
  1. “Representación que los alumnos del Instituto dirigen al Supremo Gobierno con motivo del decreto de 28 de febrero de 1852”, BPEJ, Miscelánea núm. 172-4, 5. ↩︎

  2. Ibid., p. 3. ↩︎

  3. Ibid., p. 4. ↩︎

  4. Ibid., p. 5. ↩︎

  5. “Representación que los alumnos de las cátedras de Derecho de la Universidad dirigen al Supremo Gobierno con motivo del decreto de 28 de febrero de 1853”, BPEJ, Miscelánea núm. 304-17. ↩︎

  6. Ibid., p. 2. ↩︎

  7. Ibid., p. 5. ↩︎

  8. Ibid., pp. 6-7. ↩︎