Educación media y superior en Jalisco (1861-1867)
Situación de la enseñanza media y superior (1862)
En la “Memoria de la Junta Directiva de Enseñanza Pública, sobre el estado que guarda en fin del año de 1862”1, se señaló que a pesar de los notorios avances en las labores académicas tanto del Instituto como de los Liceos
no cesa de repetirse con un tono sentencioso, que fuera de los seminarios, no hay enseñanza posible. He aquí el tema de los enemigos de la emancipación de la enseñanza. Tal proposición está contradicha prácticamente. Los hechos la desmienten, y sin embargo, los amigos de lo antiguo, o más claro, los amantes de que se conserve la influencia clerical en la juventud y en toda la sociedad, no cesan de repetir su tema favorito: sólo en el Seminario hay enseñanza.2
Lo anterior se atribuía en gran medida a que tanto los liceos como el Instituto no se veían tan concurridos como era de esperarse, además del desaliento que provocaba en los jóvenes estudiantes una nueva guerra de invasión; aunado a que desde 1862 los sueldos de los empleados administrativos y académicos no se pagaban. Los distintos establecimientos escolares –a excepción del Instituto– trabajaban con déficit, lo que obligó al canónigo Juan José Caserta a pedir préstamos a la tesorería de instrucción para cubrir los gastos más elementales.
En cuanto a las actividades del Liceo de Varones, se informó que sus cátedras se habían impartido con regularidad, a las cuales asistieron cuarenta estudiantes matriculados, doce de los cuales son internos, y unos sesenta oyentes.
En el Liceo de Niñas se impartieron las cátedras de Francés, Dibujo, Gramática Castellana, Moral, Economía Doméstica, Geografía y Música y las labores de aguja, bordado, tejido y formación de flores artificiales, a las cuales asistieron alrededor de trescientas estudiantes. Con el fin de que no se obstaculizaran las mejoras al edificio del antiguo Colegio de San Diego, el presidente de la Junta prestó los fondos necesarios y animó a la institución con sus frecuentes visitas.
En el Instituto de Ciencias quedaron establecidas las cátedras de Historia Natural Médica y de Patología General y Especial; se cambiaron en las cátedras de Fisiología y Patología los libros de texto, se sustituyó el de Magendie por el de Beclard y el de Chomel por el de Bosus. En la enseñanza del Derecho se enfatizó que los estudiantes tuvieran principios de Derecho Natural, Constitucional e Internacional Público y Privado y que no se limitaran sólo a saber Derecho Civil y Criminal; y dado que no se tenían los libros elementales para las lecciones de Derecho Administrativo, éstas se suspendieron hasta que se formulara un manual de dicha materia. Finalmente se señaló que surgía la necesidad de establecer una cátedra de práctica de las matemáticas para atender la rama de ingeniería.
En los primeros meses de 1863, el pago de los sueldos de los profesores siguió atrasándose, por lo que el 16 de febrero el canónigo Caserta se quejó ante el secretario general de Gobierno de la escasez de fondos para cubrir los gastos de los Liceos.3