Hacia el primer milenio de las universidades
Universidades en México
El 13 de noviembre de 1536, en la instrucción que dio a sus procuradores ante el Concilio de Trento, el primer obispo de México, fray Juan de Zumárraga, hizo la primera petición para que se fundara una universidad en la Nueva España; escribió:
Parece que no hay parte alguna de cristianos, donde haya tanta necesidad de una universidad a donde se lean todas las facultades y ciencias y sacra teología […] Por tanto suplica a S. M. el Obispo, mande en todo caso establecer y fundar en esta gran Ciudad de México una universidad, en que se lean todas las facultades que se suelen leer en las otras universidades […]1
La petición de momento no fue considerada, y se pidieron informes al virrey Antonio de Mendoza, quien años más tarde volcó todo su entusiasmo, energías e incluso parte de su patrimonio, para lograr la fundación de la universidad. No fue sino hasta el 21 de septiembre de 1551 cuando el príncipe regente Felipe II expidió la real cédula, en la cual ordenó:
[…] Tenemos por bien y es nuestra merced y voluntad que en la dicha Ciudad de México pueda haber y haya el dicho estudio y Universidad, la cual tenga y goce todos los privilegios y franquicias, y libertades y exenciones que tiene y goza el estudio y Universidad de Salamanca […]2
Ya sin la presencia de sus principales promotores, fray Juan de Zumárraga, quien había fallecido en 1548, y don Antonio de Mendoza, para entonces virrey en Perú, la Universidad fue solemnemente inaugurada el 25 de enero de 1553 por el segundo virrey de la Nueva España, Luis de Velasco, padre. Fue su primer rector el abogado-oidor de la Real Audiencia de México Antonio Rodríguez de Quesada, cancelario-maestrescuelas el oidor Gómez de Santillana, y catedráticos: fray Pedro de la Peña de Prima de Teología, fray Alonso de la Veracruz de Sagrada Escritura, el doctor Bartolomé Melgarejo de Decreto, el licenciado Bartolomé de Frías de Leyes e Instituta, el presbítero Juan García de Artes, el doctor Francisco Cervantes de Salazar de Retórica y el bachiller Blas Cervantes de Gramática.
Las cátedras se iniciaron a partir del 3 de junio, inaugurándose sucesivamente cada cátedra en un día diferente, para que el virrey y los oidores de la Real Audiencia hicieran acto de presencia en la primera clase.
En el diálogo laudatorio que escribió Francisco Cervantes de Salazar sobre la Universidad de México se lee: “–¿Cuáles son sus inmunidades y privilegios? –Muchos y grandes; conformes en todo a los de Salamanca”.3
Así se fue presentando la vida universitaria organizada según quedó dicho de acuerdo con los estatutos universitarios salmantinos. De la Corona recibía un subsidio anual de mil pesos oro, y llegó a poseer una biblioteca con más de diez mil volúmenes.