Los universitarios entre el Instituto y la Universidad
Vallarta y Ogazón, Ignacio Luis
Nació en Guadalajara, Jalisco, el 25 de agosto de 1830. Fueron sus padres el abogado Ignacio Vallarta y la señora Isabel Ogazón.
Con el profesor Faustino G. Ceballos inició su instrucción elemental. El 8 de diciembre de 1843 ingresó al Seminario Conciliar de Guadalajara, donde realizó sus estudios de Latín y de Filosofía, con gran aplicación obtuvo la distinción de regente. Por estas fechas escribió en latín un ensayo sobre el origen de las lenguas, que tituló “Allocutio de idiomatum origine”.
En 1848 recibió el grado de bachiller en Filosofía en la Universidad Nacional de Guadalajara.
En los años en que coexistieron la Universidad de Guadalajara y el Instituto del Estado, ingresó a este último para iniciar su carrera de abogado. Posteriormente continuó sus estudios en la Universidad donde, de acuerdo con los registros disponibles, el 21 de octubre de 1850 probó haber ganado el segundo curso de Leyes; el 25 de noviembre de 1851 acreditó el tercer curso y sufrió el examen que prevenía el artículo 29 del título del plan de estudios entonces vigente, fue aprobado nemine discrepante por los tres examinadores, en virtud de lo cual se le dispensó el cuarto curso; el 23 de febrero de 1853 probó haber ganado el primer curso de Jurisprudencia Práctica y el 16 de agosto el segundo de la misma asignatura; y el 25 de julio de 1854 probó haber ganado el tercer curso de Jurisprudencia Práctica. Finalmente el 22 de diciembre de 1854 recibió el título de abogado, tras haber presentado la tesis “¿Es lícito al hijo acusar criminalmente a su padre?” y el examen ad gradum, ante el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Jalisco.
Desde sus años de estudiante, en 1850 integró una sociedad literaria denominada La Esperanza, también escribió sobre el “Libro de Job” de la Biblia, la filosofía socrática y el pensamiento de Blas Pascal, entre otros temas. En 1857 ganó un concurso con el tema “Ensayo sobre la justicia de la pena de muerte”, inspirado en el tratado “De los delitos y de las penas” del Marqués de Beccaria.
En 1855 desempeñó el cargo de defensor de los pobres y de los presos, y más tarde el de fiscal jurado de imprenta. El 16 de septiembre pronunció el discurso conmemorativo de la independencia, en el cual hizo una enérgica defensa de la democracia, expresó: “Es necesario, distinguir la adopción de las ideas democráticas de la destrucción que siempre engendran tiempos de transición; entre nosotros, ambas cosas coinciden a la vez; y la democracia no viene a ser, en último término, más que la satisfacción de las necesidades de nuestra época”. 1
Junto con Miguel Cruz-Aedo, José María Vigil y Epitacio Jesús de los Ríos, entre otros, participó en el periódico La Revolución, en el cual por sus críticas a la Iglesia se enfrentaron a la condena del obispo de Guadalajara Pedro Espinosa, a la que respondieron el 7 de octubre de 1855 que su catolicismo no se confundía con los intereses de los conservadores.
Al triunfar la Revolución de Ayutla, el gobernador Santos Degollado lo nombró catedrático de Derecho Natural, de Gentes, de Historia y de Economía Política en el Instituto de Ciencias, y más tarde capitán de fusileros del batallón de la guardia nacional “Prisciliano Sánchez”.
En 1856 fue electo diputado por Jalisco al Congreso Nacional Constituyente; con veintiséis años apenas, no tuvo una gran actuación, sin embargo trató tres cuestiones: la libertad de trabajo, el juicio por jurados y los jesuitas. Sus actuaciones “revelaron sus ideas moderadas, pero también su pasión y vehemencia”. 2
Tras la promulgación de la Constitución de 1857 regresó a Guadalajara donde fue nombrado consejero suplente del gobierno del estado. Al desconocer el presidente Ignacio Comonfort la Constitución, Jalisco encabezó una coalición de Estados a favor del presidente Benito Juárez.
El 16 de septiembre de 1858 nuevamente ocupó la tribuna del estado de Jalisco y pronunció un dramático discurso, en el cual sostuvo que la más grande revolución que la humanidad ha sufrido fue la cristiana, y argumentaba:
Si las revoluciones se juzgan sólo por los males que acarrean, y se odian por su misión destructora, hay que reprobar todo avance hacia el progreso, hay que renegar de Jesucristo que causó la revolución más honda que registran los anales de la humanidad […] Los que condenan la obra de Hidalgo, habrían sido contemporáneos de Jesucristo, los que gritaban con necedad sacrílega ante Pilatos: crucifixe, crucifixe eum. 3
Para 1858 ejercía los cargos de ministro del Tribunal Superior de Justicia del Estado y de defensor de indios, cuando el 1° de octubre su tío el gobernador de Jalisco, Pedro Ogazón, lo nombró secretario de Gobierno, además redactó el Boletín del Ejército Federal. Así, con este cargo vivió la cruenta Guerra de Reforma, por lo que ante el avance de las tropas conservadoras salió de Guadalajara, a la cual no regresó sino hasta noviembre de 1860.
El 1° de enero de 1861 fue nombrado coronel del batallón Hidalgo y el 29 inmediato, tras declarar el Congreso de Jalisco a Pedro Ogazón gobernador constitucional, él fue electo primer insaculado, es decir primer suplente del gobernador, a quien sustituyó para que fuera a enfrentar a Manuel Lozada, el “Tigre de Álica”. Durante su gestión gubernamental impuso una contribución de 6% sobre el producto anual de las fincas urbanas o rústicas, lo cual causó gran malestar entre la población; el 1° de septiembre Pedro Ogazón reasumió el gobierno.
En 1862 Pedro Ogazón volvió a salir a combatir a Manuel Lozada y Vallarta nuevamente lo sustituyó, ya para entonces no había aceptado el ofrecimiento que le había hecho el presidente Benito Juárez para que ocupara la Secretaría de Gobernación. En 1862 fue electo diputado federal, pero rechazó la designación por considerar que la votación había sido insuficiente.
El 19 de junio de 1863, el general José María Arteaga fue designado gobernador de Jalisco, ya en plena intervención francesa el presidente Benito Juárez le ordenó entregar el cargo a Vallarta, pero se negó a obedecerlo.
Ante el avance de las tropas francesas, Vallarta salió de Guadalajara a Colima, de ahí a Mazatlán –donde enfermó– y luego partió a San Francisco, California. Regresó a México, e incluso el 12 de diciembre de 1865 asistió de incógnito a la Villa de Guadalupe para presenciar la corte del emperador Maximiliano. Y a finales de 1866 se entrevistó con el presidente Juárez en Zacatecas, para luego continuar hasta Guadalajara.
El 5 de mayo de 1867 pronunció el discurso conmemorativo de la victoria mexicana ante los franceses: “Tal vez por haber sido, años atrás compañero de armas de [Ignacio] Zaragoza en el sur de Jalisco”. 4
Los liberales radicales o “rojos” lo postularon como candidato a gobernador de Jalisco, pero la presión de las tropas del general Ramón Corona le dieron el triunfo a Antonio Gómez Cuervo. Entonces Vallarta enfrentó una calumniosa campaña de desprestigio desde el periódico La Verdad, lo que lo obligó el 16 de noviembre de 1867 a recurrir al juicio de imprenta.
En diciembre del citado 1867, integró la Compañía de Telégrafos de Jalisco, y obtuvo la concesión para instalar el telégrafo de León a un puerto del Pacífico.
En 1868 fue electo diputado federal y el 23 de marzo el presidente Benito Juárez lo nombró secretario de Gobernación. En dicho cargo manejó la suspensión de garantías individuales, ante la inestabilidad del país y el 1º de septiembre renunció a la Secretaría ante las intrigas del secretario de Relaciones Exteriores, Sebastián Lerdo de Tejada.
El 28 de mayo de 1871 fue electo gobernador constitucional de Jalisco, tomó posesión el 28 de septiembre inmediato.
Su gestión gubernamental fue difícil. Al parecer se opuso a la reelección del presidente Benito Juárez, aunque después combatió a los seguidores de Porfirio Díaz en Jalisco. En 1873 enfrentó la rebelión de Manuel Lozada, quien marchó sobre Guadalajara, pero fue derrotado finalmente en la Mojonera, por el general Ramón Corona.
A pesar de las complejas situaciones que tuvo que enfrentar, el 12 de mayo de 1872 fundó el Liceo de Niñas; además de una escuela de agricultura y otra para sordomudos; hizo obligatoria la instrucción primaria; el 18 de diciembre de 1874 reabrió la Biblioteca Pública; reconstruyó el Palacio de Gobierno, destruido en la Guerra de Reforma; saneó las finanzas públicas; continuó las obras de la Penitenciaria del Estado; impulsó las comunicaciones con una carretera a Autlán, construyó un puente en Atemajac y una vía de ferrocarril de Guadalajara a San Pedro Tlaquepaque; el 28 de febrero de 1875, tras seguir enfrentando a los seguidores de Lerdo de Tejada, pudo concluir su mandato gubernamental.
En cuanto dejó el cargo de gobernador fue electo senador por Jalisco. Pero por las maniobras del presidente de la república, Sebastián Lerdo de Tejada, se desconoció su triunfo electoral el 14 de septiembre de 1875.
Al triunfar la Revolución de Tuxtepec, el presidente de la república Porfirio Díaz lo nombró secretario de Relaciones Exteriores. Fungió como tal en el gobierno provisional del general Juan N. Méndez del 26 de noviembre de 1876 al 31 de mayo de 1877, y del 23 de junio de 1877 al 6 de mayo de 1878 con Porfirio Díaz.
Durante su gestión negoció arduamente con Estados Unidos el reconocimiento diplomático del nuevo régimen, sin ceder a las presiones y salvaguardando la soberanía de su país. Lo anterior dio lugar a lo que Antonio Gómez Robledo denomina la Doctrina Vallarta del reconocimiento de gobiernos que
fue emergiendo progresivamente de su dialéctica con la parte contraria [estadounidense] es para mí uno de los antecedentes históricos y psicológicos más ciertos de la doctrina Estrada, la única que se conoce actualmente en los medios oficiales, por la ignorancia en que están todos de la progenitura vallartiana en la materia […] No es posible creer que un hombre tan avisado y circunspecto como Genaro Estrada no haya tenido a la vista, y muchas veces el texto de las conversaciones entre Foster y Vallarta, en las que tan reiteradamente dio a conocer este último sus puntos de vista sobre la institución del reconocimiento. 5
Luego Vallarta aceptó la candidatura a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia, con la condición de que se reformara la Constitución, en el sentido de que dicho cargo no fuera concurrente con el de vicepresidente de la república, lo cual se logró despolitizando el supremo cargo judicial. “Divorció a la magistratura de la política”. 6
En febrero de 1877 ganó las elecciones para presidente de la Suprema Corte de la Nación, enseguida pidió licencia para continuar en el gabinete presidencial. Al preparar el general Porfirio Díaz la elección presidencial de su incondicional Manuel González, la Suprema Corte le retiró la licencia a Ignacio Luis Vallarta, para obligarlo a salir de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
De mayo de 1878 al 21 de noviembre de 1882 presidió la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
En el supremo cargo judicial, logró sus mayores aportaciones a la ciencia del Derecho, estas aportaciones así las describe el citado Gómez Robledo:
La obra mayor de Vallarta, aquella que con sus “Votos” le ha conquistado fama imperecedera, es sin disputa “El Juicio de Amparo y el Writ of habeas corpus”. Como lo dice este simple título, tratase de un estudio comparativo entre la institución anglosajona (aunque remonta al Derecho Romano) y la institución mexicana del amparo, única creación del derecho patrio, pero de una eminencia absolutamente sobresaliente. Como lo hace ver Vallarta en un alegato magistral e irrefutable, al paso que el habeas corpus está limitado a la garantía de la libertad personal, el recurso del amparo, por el contrario, cubre todas las garantías individuales que como derechos humanos del hombre estaban consagrados en la Constitución de 1857, y lo están en la de 1917. Y lo más típico tal vez del amparo, lo que imprime en él un sello profundamente humano y mexicano, está en que el amparo se abstiene cuidadosamente de pronunciarse en ningún sentido contra la ley constitucional, limitándose a amparar al quejoso contra el acto reclamado, así sea por el fundamento de ser contrario a la constitución. 7
Sobre la progenitura del Juicio de Amparo, expresa el citado internacionalista jalisciense:
Lo primero en todo sistema científico o filosófico es la institución creadora del elemento original, y en el caso del amparo, esta intuición corresponde a Rejón en la esfera local y a Otero en el ámbito nacional. A Vallarta, en cambio, estuvo reservada, con los constituyentes del 56 la organización del amparo, y a él solo, más tarde, el trazo de sus límites, con lo que no hacía sino preservar su genuina naturaleza al evitar su extralimitación que lo hubiera desnaturalizado por completo. A esto tendió su larga batalla contra la tesis de la incompetencia de origen y contra la interpretación abusiva de los artículos 14 y 16 constitucionales, a favor de la cual la judicatura federal se hubiera convertido en el tribunal de casación de todos los tribunales inferiores, federales o locales. 8
Además de sus Comentarios de la Constitución, escribió Estudio sobre la constitucionalidad de la facultad económica coactiva, y en 1883, a petición de la Secretaría de Fomento, realizó un estudio sobre La propiedad inmueble por extranjeros.
Se retiró a la vida privada a ejercer su profesión y a escribir. De esta etapa destaca su Exposición de motivos de la ley de extranjería y naturalización. Sus obras completas fueron publicadas en seis volúmenes en 1894.
En 1892 el Colegio de Abogados de la Ciudad de México lo reconoció como el primer jurista mexicano de su tiempo.
El 31 de diciembre de 1893 falleció en la Ciudad de México, fue inhumado en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón Civil de Dolores de la capital de la república.
El 1° de enero de 1894, el Congreso del Estado de Jalisco lo declaró benemérito del estado y ordenó que su nombre se inscribiera en letras doradas en el recinto legislativo y dispuso tres días de luto oficial. El 9 de enero de 1894 el Congreso de la Unión ante el presidente de la república Porfirio Díaz y el cuerpo diplomático, le rindió el solemne homenaje.
Una avenida de Guadalajara y el mayor puerto turístico de Jalisco llevan su nombre. Una escultura en su honor se ubica en el edificio del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco.
En febrero de 1965 sus descendientes Ignacio y José Vallarta Bustos donaron a la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara la mayor parte de la biblioteca de su ilustre abuelo, con lo que se constituyó el Fondo Ignacio L. Vallarta. También se le dedicó el aula mayor de la Facultad de Derecho y se develó un busto en el acceso principal del edificio –como ejemplo permanente para las nuevas generaciones de los abogados jaliscienses–, además de una estatua en la plaza principal de Puerto Vallarta, Jalisco.
Con motivo del primer centenario de su fallecimiento en 1993, el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, organizó las Jornadas Vallartianas; a su vez, el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad de Guadalajara le dedicó un número especial de su revista.
Juicios y testimonios
Antonio Gómez Robledo: “Aparte de la actuación sobresaliente de Vallarta como político y como secretario de Relaciones Exteriores [...] no hay duda de que el título principal con que ha pasado a la posteridad es el de jurista, el mayor jurista de que México puede ufanarse”.
Sócrates Eloy Gutiérrez de Velasco: “Una de las figuras más relevantes del constitucionalismo, lo fue sin duda el eminente jurisconsulto don Ignacio Luis Vallarta, cuyas dotes humanitarias y profesionales puso siempre al servicio de la causa del derecho y la justicia, lo llevaron a escalar las cumbres inmarcesibles del Derecho, en cuya cima sigue brillando, con esplendores de primera magnitud, su espíritu noble y justiciero”.
Ignacio Maciel Salcedo: “Qué intensamente vivió Vallarta, que multiforme resulta su prolífera existencia, siempre conducida por senderos firmes hacia el logro de sus ideales patrios [...] En sus ‘Votos’, dejó la más bella creencia de lo recto y de la pureza de sus pretensiones puestas al servicio de esa rectitud”.
Ignacio Vallarta Bustos: “Que su vida patriótica y ejemplar, huérfana de egoísmo y alumbrada por las lámparas de los más puros ideales, sirva de norma, modelo y estímulo a la juventud estudiosa de la Universidad de Guadalajara, y de manera especial a la que se dedica al conocimiento de la ciencia de lo justo y de lo injusto”.
Referencias
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Aldana, op. cit., pp. 135-136. ↩︎
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Moisés González Navarro, Vallarta en la Reforma, México, unam, 1979, p. ix. ↩︎
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Aldana, op. cit., pp. 213-214. ↩︎
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Antonio Gómez Robledo, Vallarta internacionalista, México, Porrúa, 1987, p. 124. ↩︎
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Ibid., pp. 99, 100, 103. ↩︎
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Ibid., p. 132. ↩︎
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Ibid., p. 133. ↩︎
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Ibid., pp. 133-134. ↩︎