Desarrollo histórico (1951-1975)
Visita de Salvador Allende (1972)
El 2 de diciembre la Universidad de Guadalajara recibió multitudinariamente la visita del presidente de la República de Chile, doctor Salvador Allende Gossens, el primer mandatario socialista que llegó al poder por la vía de las elecciones democráticas.
En el acto académico que se celebró en el auditorio del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, el doctor Allende fue acompañado por el presidente de la república Luis Echeverría Álvarez, los ministros de Relaciones Exteriores de Chile Clodomiro Almeida y de México Emilio Oscar Rabasa, el secretario del Trabajo y Previsión Social Porfirio Muñoz Ledo, por la señora María Esther Zuno de Echeverría, el presidente del Partido Revolucionario Institucional Jesús Reyes Heroles, el obispo de Cuernavaca Sergio Méndez Arceo, el gobernador del estado de Jalisco Alberto Orozco Romero y por la comunidad universitaria en pleno, presidida por el rector José Parres Arias.
El visitante recibió los saludos de bienvenida, que pronunciaron: Ignacio Mora Luna a nombre del magisterio, Enrique Romero González por las autoridades universitarias, y Guillermo Alejandro Gómez Reyes en representación de los estudiantes.
Entonces el presidente Salvador Allende “pronunció un discurso que él diría fue el mejor de su vida”,1 en el cual se manifestó por el compromiso de la Universidad con el pueblo, negó la querella de las generaciones, describió las condiciones de la dependencia y explotación de los países subdesarrollados, y las actitudes de los países poderosos frente a ellos. Y luego conceptualizó: “La revolución no pasa por la Universidad y esto hay que entenderlo; la revolución pasa por las grandes masas; la revolución la hacen los pueblos; la revolución la hacen, esencialmente los trabajadores”.2
Enseguida llamó a combatir al dogmatismo y al sectarismo, y pidió asumir a los estudiantes sus auténticos deberes:
Yo no he aceptado jamás a un compañero joven que justifique su fracaso [escolar] porque tiene que hacer trabajos políticos; tiene que darse el tiempo necesario para hacer los trabajos políticos, pero primero están los trabajos obligatorios que debe cumplir como estudiante de la Universidad. Ser agitador universitario y mal estudiante, es fácil; ser dirigente revolucionario y buen estudiante, es más difícil. Pero el maestro universitario respeta al buen alumno, y tendrá que respetar sus ideas, cualesquiera que sean.3
Aquí los presentes ovacionaron al orador, quien continuó:
Por eso es que la juventud contemporánea, y sobre todo la juventud de Latinoamérica, tiene una obligación contraída con la historia, con su pueblo, con el pasado de su patria. La juventud no puede ser sectaria; la juventud tiene que entender, y nosotros en Chile hemos dado un paso trascendente: la base política de mi gobierno está formada por marxistas, por laicos y cristianos, y respetamos el pensamiento cristiano; interpreta el verbo de Cristo, que echó los mercaderes del templo.4
Hacia el final hizo un enérgico llamado a la conciencia de los jóvenes:
El escapismo, el drogadismo, el alcoholismo –cuántos son los jóvenes de nuestros países, que han caído en la marihuana que es más barata que la cocaína y más fácil de acceso– ¿pero cuántos son los jóvenes de los países industrializados? [...] ¿Qué es esto, qué significa, por qué la juventud llega a eso? ¿Hay frustración? ¿Cómo es posible que el joven no vea que su existencia tiene que tener un destino muy distinto al que escabulle su responsabilidad? [...]5
Y concluyó enumerando las difíciles circunstancias por las cuales pasaba su país en esos días, y agradeció la solidaridad que le brindaba el pueblo mexicano a quien consideró “como amigo de mi patria”.6
Referencias
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Julio Scherer García, Los presidentes, México, Grijalbo, 1986, p. 56. ↩︎
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Salvador Allende, “Discurso”, Universidad de Guadalajara. Tareas de la juventud, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1972, p. 27. ↩︎
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Ibid., p. 30. ↩︎
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Ibid., pp. 30-31. ↩︎
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Ibid., pp. 31-32. ↩︎
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Alejandro Witker, Salvador Allende 1908-1973. Prócer de la liberación nacional, México, unam, 1980, p. 279. ↩︎