Biografías por órden alfabético

Aceves Fernández, León


Nació en Atotonilco el Alto, Jalisco, el 13 de julio de 1916. Fueron sus padres los señores Antonio Aceves García y María del Refugio Fernández Cervantes.

Los primeros años de su instrucción elemental los estudió en su pueblo natal, luego con su familia se trasladó a Guadalajara, donde concluyó su primaria en el Colegio del Espíritu Santo de los salesianos.

En 1931 ingresó a la Universidad de Guadalajara para realizar sus estudios de secundaria y bachillerato, dentro del plan de cinco años en la Escuela Preparatoria de Jalisco. De 1935 a 1940 cursó sus estudios profesionales en la Facultad de Derecho, y el 22 de junio de 1941 se tituló de abogado.

A la par de sus estudios profesionales trabajó como notificador en el Departamento de Salud del gobierno del estado de Jalisco, y luego fue abogado fundador del Departamento Jurídico del mismo gobierno jalisciense.

Durante 38 años impartió las cátedras de Garantías Individuales y Derecho de Amparo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara. El 7 de febrero de 1941 fue nombrado profesor extraordinario de Garantías y de Derecho de Amparo para el grupo “A”; del 15 de octubre de 1964 al 1° de marzo de 1986 fue profesor de tiempo completo; el 16 de diciembre de 1974 fue nombrado profesor titular de Garantías Individuales y de Derecho de Amparo; del 1° de julio de 1984 al 1° de marzo de 1986 fue profesor extraordinario del Área Práctica en materia de Amparo; y también impartió cátedras de posgrado en la Escuela de Graduados.

Maestro sobrio, austero y exigente consigo mismo y con los estudiantes, por quienes estuvo siempre preocupado por su superación intelectual y su formación moral. Su austeridad en la atención de sus cátedras no le impedía expresar su emotividad ante las aportaciones de Mariano Otero e Ignacio Luis Vallarta en materia de Garantías y de Amparo. Siempre estuvo dispuesto a orientar a los estudiantes en las cuestiones teóricas y en los casos prácticos que le planteaban, pero nunca a resolvérselos sin que hicieran un mínimo esfuerzo, es por ello que quien decidía consultarlo tenía que documentarse con anterioridad, porque él era muy consciente de que a quien todo se le da hecho irremediablemente nunca aprenderá a valerse por sí mismo.

Dictó varias conferencias de su especialidad en la Facultad de Derecho –entre otras–. En el Primer Seminario de Periodismo de la Universidad de Guadalajara celebrado en febrero de 1979 disertó sobre el “Régimen legal de la prensa en México”; y fue delegado de la Facultad de Derecho en el Primer Congreso de Derecho Constitucional.

Al sentir que la potencia de su voz irremediablemente disminuía, el 1° de marzo de 1986 se jubiló como catedrático universitario.

Otras responsabilidades que desempeñó en la Universidad de Guadalajara fueron: consejero maestro al Consejo General Universitario de 1953 a 1954; director de la Facultad de Derecho del 1° de mayo de 1953 al 30 de abril de 1959; maestro cooperador del Bufete de Servicio Social de la Facultad de Derecho, nombrado el 16 de noviembre de 1964; miembro de la terna para la elección de rector de la Universidad de Guadalajara, propuesto el 25 de marzo de 1965; y nuevamente fue electo consejero maestro al Consejo General Universitario de 1978 a 1979, durante el cual integró la Comisión de Educación. La generación de abogados 1949-1954 lleva su nombre.

En el foro jalisciense fue escribiente, secretario y juez del Juzgado Segundo de lo Criminal del Primer Distrito; se dedicó a ejercer su profesión como abogado postulante, reconocido en el medio como la primera autoridad de Jalisco en materia de amparo de su tiempo. Desafortunadamente para las nuevas generaciones de abogados, nunca se decidió a escribir un tratado; argumentaba que no tenía nada más que aportar a lo ya conocido.

Sus grandes méritos profesionales nunca lo llenaron de soberbia, siempre fue sencillo en su atuendo y en el local de su bufete ubicado en la calle de Pino Suárez en el centro de la ciudad, que compartía con otro gran maestro, su amigo el licenciado Víctor Manuel Santana Romero.

En 1988, el Ayuntamiento Constitucional de Atotonilco el Alto lo homenajeó dando su nombre a una de sus calles. El 14 de septiembre de 1994 la lii Legislatura del estado de Jalisco le otorgó la condecoración Ignacio Luis Vallarta, el decreto respectivo señala que: “[Su obra] reclama el reconocimiento del pueblo y las autoridades jaliscienses, por su clara contribución a la justicia, tanto en la búsqueda cotidiana como en su estudio y enseñanza”. 1
Falleció en Guadalajara el 24 de agosto de 1995.

Juicios y testimonios

Antonio Jaime Sandoval: “Hombre sencillo, amable, caballero, prudente, sabio, juicioso, ante todo y sobre todo, un gran universitario [...] En la noble y generosa tarea de informar y formar a la juventud, entregó lo mejor de sus días y fue factor de equilibrio en el funcionamiento académico de la Facultad de Derecho, ya que es poseedor de un acervo cultural amplio, específicamente en la ciencia del Derecho”.

José de Jesús Covarrubias Dueñas: “Gran humanista, hombre sencillo, sabio, profesor de Amparo, de manera principal, muy querido y respetado por muchas generaciones de abogados, líder del clan Aceves Fernández y gente universitaria a todas luces”.

Roberto Larios Valencia: “[...] La Universidad de Guadalajara tiene una larga historia en la formación de abogados. Pero no todo ha sido tiempos idos y pasadas glorias. La abogacía jalisciense cuenta en este momento con muchos hombres que la ennoblecen. Por ello, a los jóvenes que serán abogados se aconseja que, además de perseguir el ideal de la justicia, busquen seguir el ejemplo de quienes los precedieron, de hombres tan grandes como los maestros que son y han sido de nuestra Facultad, de seres humanos de la talla del que ahora es el decano de nuestra escuela, del maestro que prodiga sus conocimientos desde hace más de treinta y cinco años; del varón que ha enseñado Garantías y Amparo, que es maestro de virtud, de honradez, de limpieza intelectual, de un hombre al que, en nuestra escuela, rendimos un singular reconocimiento, que puede aparecer irrespetuoso, porque contra todas las reglas, a nuestros grandes profesores le hemos quitado el título, y cuando los mencionamos no les decimos maestros, sino que simplemente, en señal de reverencia, anteponemos a su nombre el más castizo y sencillo de los tratamientos de nuestra lengua: el “don”.
Es don León Aceves Fernández, es don León, porque también de los apellidos lo hemos despojado, tienen, jóvenes abogados, un ejemplo a seguir, porque él pertenece a la estirpe, a la valiosa estirpe de maestros y abogados a la que antes pertenecieron, para sólo mencionar algunos, don Ignacio Jacobo, don Alberto Fernando y don Santiago Camarena”.

Alberto Orozco Romero: “Don León apuntaba vida y milagros de quienes hubieran tenido que ver con las Constituciones Generales o Estatales y el maestro [José Cornejo Franco] disfrutaba bordando datos y anécdotas relacionadas con el Derecho Constitucional Mexicano. En esas charlas se aprendía más que en las aulas”.


Referencias
  1. Eduardo Mar de la Paz, “Condecoran al jurista León Aceves Fernández”, Siglo 21, Guadalajara, 15 de septiembre de 1994, p. 9. ↩︎