Biografías por órden alfabético

de Uría y Berrueco, José Simeón


En Guadalajara, capital del Reino de la Nueva Galicia, nació el 24 de marzo de 1758. Fueron sus padres los señores Domingo Agustín de Uría y María Thimotea Berrueco.

El 22 de julio de 1777 fue admitido su ingreso al Seminario del señor San José de Guadalajara, donde cursó Gramática Latina, Retórica y Filosofía. Por su notoria aplicación obtuvo la distinción supra locum y la presidencia de las academias. Continuó la carrera eclesiástica con el estudio de la Teología, distinguiéndose en las cátedras de Teología Escolástica, Teología Moral y Sagrada Escritura; y por dos años impartió una cátedra de Latín.

Se le dispensaron la primera tonsura clerical y las órdenes menores; el 17 de septiembre de 1781 fue aprobado para recibir el subdiaconado, el 16 de febrero de 1782 se le admitió en el diaconado, y el 23 de febrero de 1782 solicitó el orden del presbiterado, el cual le confirió el obispo de Guadalajara fray Antonio Alcalde.

En 1782 se le otorgó una beca real para ingresar al Colegio de San Ildefonso en la capital del Virreinato, en donde asistió en calidad de pasante a todas las academias de Moral.

En el citado año de 1782 obtuvo el grado de bachiller en Teología en la Real y Pontificia Universidad de México, el 23 de mayo de 1784 tras presentar los exámenes se graduó de licenciado en Teología, y el 7 de marzo de 1785 recibió la borla doctoral.

En 1785 ganó por oposición la cátedra de Filosofía en el Colegio de San Ildefonso, la cual sólo pudo desempeñar durante cinco meses, ya que su obispo fray Antonio Alcalde lo requirió para integrarse al cuerpo magisterial del Seminario de Guadalajara, en el cual llegó a fungir como rector interino.

Ejerció su ministerio sacerdotal en Chimaltitán y Zacoalco; y del 19 de noviembre de 1792 al 2 de enero de 1804, fue cura de El Sagrario de Guadalajara.

El 2 de febrero de 1794 incorporó sus grados de licenciado y doctor en Teología a la Real Universidad de Guadalajara. El 21 de junio de 1796 obtuvo la cátedra universitaria de Prima de Teología, la cual estaba vacante por el fallecimiento del Marqués del Pánuco, impartiéndola hasta 1809, año en que presentó su renuncia.

El 4 de enero de 1804 obtuvo por oposición la canonjía penitenciaria del Cabildo de la Catedral.

En 1810 fue electo diputado por Guadalajara a las Cortes Españolas, por lo que emprendió el viaje a la península ibérica, y estando de paso por Arroyo Sarco (sic), escribió una carta de alerta al Ayuntamiento de Guadalajara, comunicándole los primeros pasos del movimiento insurgente.

A pesar de su actitud hostil hacia el movimiento de independencia, su actuación en las Cortes de Cádiz se caracterizó por su defensa de los derechos raciales y como precursor del agrarismo mexicano. Sobre el primer aspecto, Gabriel Agraz escribe:

En las Cortes de Cádiz un jalisciense es el primero en defender a los negros; el canónigo De Uría, en la sesión del 4 de septiembre de 1811, vehemente se opone a que despojen a los negros de derechos que son consiguientes a la soberanía de que son partícipes. Estos y otros conceptos en que campea el amor a la libertad, están contenidos en su intervención y aunque su enérgica protesta y la de sus compatriotas fue inútil, porque a la postre se impuso la mayoría de los diputados españoles, de todas maneras cábele la gloria a un hijo
de Jalisco el haber luchado antes que nadie por dar a los hijos de los esclavos africanos, el derecho a ser considerados como ciudadanos, adelantándose en medio siglo al decreto del presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln.1

El 15 de septiembre del mismo año de 1811, formuló la “Petición sobre la siembra de tabaco en la región de Tepic”, en la cual se pronunció por la libertad de cultivo para los indios porque: “[...] Reintegrándolos en los sagrados e imprescriptibles derechos que la naturaleza concedió a todo hombre para que siembre y cultive con su trabajo la tierra y recoja libremente los frutos que le produce”.2

No se olvide que en los reinos españoles de ultramar se tenía establecido el estanco del tabaco, por lo que “este elevado y justo concepto coloca al diputado Uría, como el precursor del agrarismo en México”.3

Se le eligió vicepresidente de las Cortes, y el 18 de marzo de 1812 firmó la Constitución Política de la Monarquía Española, la cual juró al día siguiente. Y tras recibir el nombramiento de inquisidor honorario, en abril del citado año regresó a Guadalajara.

El 10 de noviembre de 1815 tomó posesión como rector de la Real Universidad de Guadalajara, cargo que ejerció hasta el 10 de noviembre de 1817.

El 11 de octubre de 1819 pronunció en la Catedral el elogio fúnebre en las exequias de la reina María Isabel Francisca de Braganza de Borbón, el cual fue publicada en 1820.

A mediados de 1820 fue electo para integrar la Diputación Provincial de Guadalajara, y en 1821 se le nombró miembro de la Junta Patriótica.

Los últimos datos que se tienen sobre su vida son muy imprecisos. Juan Bautista Iguíniz se limita a indicar que aún vivía en 1824, y que ocupaba la dignidad de tesorero en el Cabildo Eclesiástico. Eucario López, empero, no lo incluye en su elenco con ese cargo y su sucesor como canónigo penitenciario aparece hasta 1832, año en el que probablemente falleció a los 74 años. Sin embargo, no hay que olvidar que durante varios años la Santa Sede se negó a nombrar dignatarios eclesiásticos en México, en consecuencia esta fecha sólo es una aproximación, que debe tomarse con reservas.

Juicios y testimonios

Juan Toscano García de Quevedo: “Fue un hombre muy brillante que engrandeció a Guadalajara. En Cádiz propuso escuelas elementales estatales, adelantándose en mucho a Manuel López Cotilla”.


Referencias
  1. Gabriel Agraz García de Alba, Esencias de Jalisco en el proceso histórico de México, México, Edición del autor, 1987, p. 63. ↩︎

  2. Ibid., loc. cit↩︎

  3. Idem. ↩︎