Delgadillo Araujo, Jesús
Nació en Lagos de Moreno, Jalisco, el 5 de octubre de 1874. Fueron sus padres los señores María de Jesús Araujo Alba y Marciano Delgadillo Mena.
En su pueblo natal cursó su primaria, al igual que parte de su preparatoria, en el Liceo del padre Miguel Leandro Guerra.
Se trasladó a Guadalajara con su familia, donde concluyó su preparatoria en el Liceo de Varones del Estado. En 1891 ingresó a la Escuela de Medicina de Guadalajara para realizar sus estudios profesionales, y el 22 de julio de 1898 se tituló de médico, cirujano y partero.
A partir de 1907 y durante cuarenta años fue catedrático de la Escuela de Medicina –más tarde Facultad–. Las cátedras que impartió fueron: Anatomía Descriptiva, Anatomía Topográfica, Medicina Legal, Deontología Médica, Clínica Propedéutica Quirúrgica, Clínica Externa I y II, Clínica Quirúrgica, Clínica Propedéutica Quirúrgica, Clínica de Traumatología, Ortopedia y Aparato Locomotor y Padecimientos Osteo-articulares.
Sobre su labor magisterial Luis Martínez escribe:
Maestro de maestros, era de complexión delicada, bajo su cuerpo, voz queda y bien modulada, ademanes sobrios, gesticulaba cerrando el ojo derecho, para dar énfasis o disentir, pues era tarea obligada hacerlo a uno creer lo lejos que se andaba para robustecer el diagnóstico diferencial [...] Todos los cirujanos, de los que fue maestro y que pasaron por sus manos, recibieron el abc de su arte, primero como ayudantes y si había manera lo dejaba a uno operar y él pasaba a asistir. Al revés de los maestros que nacieron enseñados y que no supieron disculpar al que se inicia, él esperaba pacientemente a que se echara el nudo, o quitar una pinza. No fue un cirujano brillante, pero sí seguro.1
De 1912 a 1917 fue subdirector administrador del Hospital Civil de Guadalajara, y el 1° de noviembre de 1918 asumió la dirección de la Escuela de Medicina, cargo que ocupó hasta 1924.
Del 1° de febrero de 1919 al 31 de enero de 1921, fue diputado suplente a la xxvi Legislatura del estado de Jalisco. En 1925 se le nombró jefe de la Sesión Médica Municipal –actual Cruz Verde– del Ayuntamiento de Guadalajara, del que fue regidor. En ese mismo año también recibió el nombramiento de jefe del Servicio Médico Legal, y por muchos años también atendió la sala de presos del Hospital Civil.
Del 22 de marzo al 25 de abril de 1927 fue rector de la Universidad de Guadalajara.
Fue director de la Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas de 1930 a 1943, y de 1936 a 1942 ocupó la dirección del Hospital Civil de Guadalajara. En 1931 se formó la Alianza de Médicos Alópatas de Jalisco, de la cual fue secretario general y secretario de Justicia.
El 14 de diciembre de 1935 se le dedicó en solemne acto académico el Departamento Quirúrgico del Hospital Civil, con la develación de una placa con su nombre.
El 2 de octubre de 1945 presentó su renuncia a sus cátedras universitarias, argumentaba:
Mi edad avanzada y el mucho tiempo que he trabajado allí, han agotado cada día mis escasas facultades intelectuales y por lo mismo mis pobres y torpes métodos de enseñanza, han sufrido semejantes trastornos; y por otras consideraciones que no creo pertinente exponer, por todo esto, no creo me sea posible ya, aceptar las responsabilidades que tales empleos implican, puesto que no podría cumplir con dignidad y con decoro lo que en dicho Instituto –de Ciencias Médicas y Biológicas como entonces se llamaba a la Facultad de Medicina–, en estos tiempos modernos de progresos constantes en general, y de investigaciones científicas, bajo todos los aspectos y de investigaciones médicas, en sus distintas ramas de biología y de terapéutica, que reclaman forzosamente cambios constantes en los métodos de enseñanza.2
Continuó su labor magisterial por dos años más y en 1947 fue sustituido al frente de la jefatura del Servicio Médico Legal:
Y todos sus veneradores –testimonia uno de sus últimos discípulos– no supieron, no pudieron o no quisieron informarle de su cese del último cargo que le restaba. Él seguía llegando a pie, atravesando en diagonal el Jardín Botánico de la esquina de Belén y Juan Álvarez a la puerta del Hospital. Pasaba visita a todos sus enfermos de la sala “Francisco Macías Gutiérrez”, casi siempre solo dando órdenes que ya no se cumplirían y todo mundo seguía sin atreverse a informarle la verdad [...] hasta que una de las enfermeras viejas encontró la manera de decírselo en el momento que dejaba su sombrero al ingresar a su sala. Al saber la noticia no alteró su inmutabilidad, no se le movió un sólo músculo facial. Volvió a tomar su sombrero, recogió sus pasos y humildemente, sin cuestionar a nadie, sin estridencias, sin reclamos, abandonó el Hospital para siempre, después de más de cincuenta años de servicios. 3
Más tarde fue nombrado director honorario de su Hospital Civil, y el Congreso del estado de Jalisco lo declaró Hijo Predilecto de la ciudad de Guadalajara. El 22 de julio de 1948 celebró su jubileo de oro profesional, y todavía fue nombrado médico en riesgos profesionales, en el Instituto Mexicano del Seguro Social.
No fue partidario de publicar artículos especializados, o de intervenir en congresos o asambleas médicas: “Se me hace imposible imaginar, interpelado o impugnado, por un ente nutrido en aspectos teóricos, a él, quien era toda experiencia.4
El 3 de enero de 1953 falleció en Guadalajara, y tras recibir el homenaje de la comunidad universitaria, fue inhumado en el Panteón de Mezquitán.
Los servicios Médicos Municipales y una presea de la Universidad de Guadalajara llevan su nombre.
Juicios y testimonios
Luis Martínez López: “Hizo sus estudios dentro de una enalteciente penuria, que templó su gran corazón. Fue justo y equilibrado, a la par que temido, en las materias que impartió [...] [Al frente del Departamento Médico Legal], ni el soborno ni las amenazas, hicieron mella en él. En las convulsiones de nuestras guerras civiles, fue inalterable en su recta conducta. No en balde sus antiguos discípulos y los que éramos en turno, respetuosos nos inclinábamos ante él, sabedores que fue paradigma en problemas médicos y sin alardes, se llegó a jugar la vida, sin reflexionar jamás”.
Carlos Ramírez Esparza: “Todo el cuerpo magisterial lo veneraba en forma por demás amplia y abierta. Era una especie de reliquia viviente, un santón auténtico [...] [nosotros sus discípulos] sólo veíamos un viejecito, bajito, callado como un muro, que caminaba a pie de su casa a su otra casa, es decir, de su domicilio al Hospital Civil, arrastrando la leyenda de sus laboriosidades, de su energía con los subordinados y lo exigente con sus alumnos. También resplandecía con la aureola de ser un cirujano singularísimo por lo diestro de sus manos”.
Referencias
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Martínez, op. cit., p. 93. ↩︎
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Archivo de la Universidad de Guadalajara (aug), expediente personal, libro núm. 272, expediente 9, folio 156. ↩︎
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Carlos Ramírez Esparza, “Recopilación bibliográfica para estudiar: al hospital de San Miguel, a la venerable Orden de Belén, a su Ilustrísima Fray Antonio Alcalde y a otros personajes y recuerdos”, Guadalajara, Colegio Internacional, s.f. ↩︎
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Martínez, op. cit., p. 94. ↩︎