Biografías por órden alfabético

Farah Mata, Luis


Nació en Guadalajara, Jalisco, el 26 de agosto de 1896. Sus padres fueron los señores Manuel Farah –originario de Trípoli, Siria– y Delfina Mata.

Cursó sus estudios secundarios y preparatorios en el Liceo de Varones del Estado. De 1914 a 1920 hizo sus estudios profesionales en la Escuela de Medicina de Guadalajara. El 18 de febrero de 1920 recibió su título de médico, cirujano y partero con la tesis “Etiología y tratamiento de los grandes abscesos hepáticos”.

En 1920 fue regidor del Ayuntamiento de su ciudad natal, y diputado suplente en la Legislatura estatal.

El 11 de noviembre de 1922 fue nombrado catedrático de la Escuela Preparatoria de Jalisco, donde impartió Anatomía y Fisiología y Nociones de Ciencias Naturales. En la Escuela de Medicina de Guadalajara fue nombrado en 1922 profesor de Ginecología Teórica, y en 1923 de Microbiología y Fisiología.

Fue director del Instituto Vacunógeno de Guadalajara de 1922 a 1928, y en 1923 dirigió el laboratorio de análisis médicos del Hospital Civil de Guadalajara.

El 1° de octubre de 1924 impartió su primera clase de Bacteriología en la Escuela de Medicina; uno de sus primeros discípulos escribió:

Asistí al despegue de su fuerte personalidad científica. A sus investigaciones sobre fiebres tífica y paratífica, la de Malta, desconocida entre nosotros pero actuante a la par que el paludismo, con el que se solía confundir. Fue el primero que hizo la reacción Kahn en nuestro medio, tocándole al doctor Reyes Ochoa, su más cercano colaborador, llevar un estudio a México sobre cien casos en que se habían comparado resultados con las reacciones de Wasserman y Kolmer, resultando la más práctica y confiable y desde entonces de aceptación en la república entera.1

Fue director de los laboratorios de la Facultad de Medicina de 1924 a 1931. De 1925 a 1926 hizo notables estudios sobre la epidemia de tifo que asoló la región de Zacoalco de Torres, Jalisco.

Impartió en la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara la cátedra de Clínica Médica de 1925 a 1971. Luis Martínez señala que recibió la visita del doctor Huddleson, y que en colaboración con el doctor Luis Gómez Pimienta practicó el primer neumotórax de Guadalajara. Seguía la escuela estadounidense en contrapartida, con sus prestigiados y grandes colegas de la Facultad de Medicina, que se ajustaban a los lineamientos de la escuela francesa, por lo que se le consideraba un innovador.

Otras de las cátedras y de los cursos que impartió, fueron: Clínica de las Enfermedades Infecciosas y Parasitarias; Endocrinología y el curso de perfeccionamiento de trastornos del metabolismo. Sobre su estilo magisterial Carlos A. Calderón Belloso expresó:

Como maestro, cumplió todos los aspectos. Siempre puntual; sus disertaciones no eran solamente transmisiones de conocimientos aprendidos en libros y revistas, sino comentarios prácticos y amenos a la cabecera del enfermo y a veces salpicados de chispazos con fino ingenio y oportunismo... “¿Cómo harían ustedes unas galletitas para un enfermo diabético?”, O “¿Qué le harían ustedes a un picado de alacrán, en un lugar donde no hubiera suero anti-alacrán por el momento?” O “¿Quién de ustedes conoce los ingredientes y la fórmula de la Coca-Cola?”, etcétera, etcétera... Fue muy estudioso y siempre al tanto de las novedades. Fue un gran admirador de la medicina norteamericana, escogiendo de ella lo práctico y lo útil para adaptarlo a nuestro medio. Eran cátedras que siempre lamentábamos se terminaran.2

Además impartió diversas cátedras en la Facultad de Odontología de la Universidad de Guadalajara. En 1928 fue director del Hospital Civil de Guadalajara, y por muchos años fue jefe del servicio primero de medicina, del citado Hospital.

El 3 de octubre de 1944 presentó su trabajo “Principios fundamentales del tratamiento. Medicamentos”, en el Primer Curso de Sifilología de la Sociedad de Dermatología de Guadalajara.

En 1946 fue nombrado jefe del servicio de medicina interna del Instituto Mexicano del Seguro Social, subrogado al Sanatorio Pedro Loza. El 27 de febrero de 1947 recibió el nombramiento de jefe del Departamento de Medicina de la Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas.

Del 7 de marzo de 1947 al mismo día y mes de 1949, fue rector de la Universidad de Guadalajara.

En 1952 recibió las Palmas Académicas que le otorgó el gobierno de la república de Francia.

El 25 de mayo de 1955 fue invitado a la Convención de la American Medical Association, que se celebró en Chicago, Illinois, donde presentó su trabajo que fue traducido al inglés, con el título: “Preliminary study on the use of hydroxycine in psychomatic affections” y fue publicado en la revista International Reward of Medicine.

Perteneció a la Sociedad Mutualista Médico Farmacéutica de Guadalajara, a la cual ingresó en 1920, y a la Sociedad de Profesores de la Facultad de Medicina, de la que fue presidente durante cuatro años.

El 5 de marzo de 1967 publicó en El Informador su artículo “Panorama histórico de la Medicina en el estado de Jalisco”.

El 13 de julio de 1970 se dictaminó su jubilación como catedrático universitario y el 1° de diciembre fue nombrado profesor honorario de la Facultad de Medicina. En 1976 su nombre fue impuesto a una de las aulas de enseñanza clínica del Hospital Civil.

Fue socio fundador y consejero de Laboratorios Pisa. Tras su retiro de las actividades académicas continuó en el ejercicio privado de su profesión.

Falleció en Guadalajara el 21 de mayo de 1981.

El 22 de octubre de 1992 fue homenajeado por la Sociedad de Médicos Egresados del Hospital Civil de Guadalajara.

Juicios y testimonios

Carlos A. Calderón Belloso: “Él me enseñó, entre otras muchas cosas, que ‘La juventud es la misma de siempre’ y me decía: ‘La juventud de hoy no es peor ni mejor que la de ayer, sus inquietudes son las mismas, sus actos llevan el sello que sólo puede imprimir su juventud...’ Probablemente por esa enseñanza, me ha gustado convivir con la juventud y durante mis cuarenta y cinco años de permanencia en las aulas de la Facultad de Medicina, aprendí mucho, año con año, de mis alumnos. ¡Muchas gracias maestro Farah!”.


Ignacio Díaz Morales: “Era muy capaz y muy inteligente, sobre todo muy bondadoso”.


Martha Farah de Petersen: “Tal vez la manera como más lo recuerdo es ahí en su cuarto, que hacía las veces de biblioteca, sentado en su sillón favorito, con un libro en la mano y escuchando música. Generalmente leía libros de medicina o revistas en inglés, también en francés, publicaciones que periódicamente llegaban a la casa y se acumulaban en la mesita lateral. Mi papá disfrutaba también otro tipo de lectura, sobre todo historia, arte, poesía y novelas, tanto de autores clásicos como de los novelistas que iban destacando. Muchos domingos íbamos a las librerías por algún nuevo ejemplar, ya fuera para él o para nosotras sus hijas, ya que desde niña, los regalos de Navidad o cumpleaños, incluían sin excepción algún libro que él mismo escogía con sumo cuidado y nos entusiasmaba a leerlo y comentarlo.
Trató de iniciarnos en el gusto de la buena música. Mis hermanas y yo nos preguntábamos si él mismo podría comprenderla, ya que cantaba tan mal que creíamos que no tendría oído musical. Asistíamos a los conciertos de la Orquesta Sinfónica de Guadalajara en el Teatro Degollado. Mi papá se dormía a veces tan profundamente que hasta roncaba, cosa que nos apenaba mucho, y más cuando despertaba por el estruendo de los platillos. De cualquier manera él decía que el concierto había sido excelente. En muchas ocasiones le hacía el favor a la orquesta”.


Luis Martínez López: “El maestro Farah, sabio –sin proponérselo–, modesto, apacible y con tan gran don de gentes, hace que la sentencia oriental tenga su valedera aplicación: el bambú, entre más alto, más se inclina”.


Referencias
  1. Martínez, op. cit., p. 74. ↩︎

  2. Martha Farah de Petersen et al., “El señor doctor Luis Farah Mata”, El Informador, Guadalajara, 14 de febrero de 1993, p. 16, suplemento cultural, segunda parte. ↩︎