Biografías por órden alfabético

Goeritz, Mathias


Nació en Danzig, entonces territorio de Prusia –actualmente Gdansk, Polonia–, el 4 de abril de 1915. Fueron sus padres los señores Hedwig Bruenner y Ernest Goeritz, abogado y consejero del Senado de su ciudad natal.

Los siguientes estudios que cursó fueron: de 1924 a 1934 el colegio, en 1934 el abitar –bachillerato–, de 1934 a 1935 un año de Medicina, de 1935 a 1940 los estudios en Filosofía y Letras especializados en Historia del Arte, con los maestros Romano Guardini, Whilhelm Pinder, Graf Rothkirch, entre otros.

En 1936 realizó su primer viaje a París, donde entró en contacto con la llamada Escuela de París, entre los que se encontraban los artistas Marc Chagall, Pablo Picasso, Arp y Rouault.

De 1936 a 1937 asistió a la Academia de las Bellas Artes de Berlín, donde trató a los artistas alemanes modernos, tales como Kollwitz, Barlach, Schmidt-Rottluff, Heckel, Klaus, los cuales eran perseguidos por el régimen nazi, por dedicarse a lo que se llamaba entonces Entartete Kunst.

Con estancias temporales residió en los siguientes lugares: Suiza de 1936 a 1937, donde fue discípulo de Paul Klee, nuevamente en París en 1939, y sucesivamente en Checoslovaquia, Alemania, Polonia, Austria, Holanda y Bélgica, y en 1937 trabajó temporalmente como director de escena.

En 1940 obtuvo su doctorado en Filosofía y Letras con especialización en Historia de Arte, en la Universidad de Berlín.

De 1940 a 1941 fue subdirector de la Nacional-Galería –Museo para la pintura del siglo xix– de Berlín.

Ante los rigores de la segunda guerra mundial se estableció en Tetuán –en el Marruecos español–, en donde de 1941 a 1944 fue catedrático en el Centro de Estudios Marroquíes de la Universidad de Tetuán.

De 1945 a 1946 vivió en Granada, España, ahí trabajó como pintor. De 1947 a 1948 residió en Madrid donde ejerció como escritor, editor y continuó cultivando la pintura.
Acerca de cómo llegó a México Ida Rodríguez Prampolini evocó:

Cuando nos encontrábamos en una de las torres de la iglesia de Notre Dame llegó Nacho Díaz Morales de Guadalajara. Yo no lo conocía, pero Josefina [Muriel] sí. Nos dijo que había ido a buscar un maestro porque iba a fundar la Escuela de Arquitectura de Guadalajara, y quería a alguien que supiera historia del arte. Josefina y yo, de inmediato, dijimos: “pues aquí está la persona ideal. Además tiene un doctorado. Se trata de un alemán refugiado en España”. Le presentamos a Mathias; se cayeron muy bien, y lo contrató.1

En compañía de su esposa Marianne Gast se embarcó hacia México, arribando por Veracruz, y en octubre de 1949 llegó a Guadalajara.

Al principio impartió la cátedra de Historia del Arte en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara, pero más tarde, según cuenta el propio Díaz Morales:

Resulta que entonces se me ocurrió decirle a Mathias: mire usted, en lugar de solamente Historia del Arte, va a dar también una clase que vamos a llamar Educación Visual […] Entonces fue cuando le dije: mire, Mathias, quiero que la clase de Educación Visual sea así, y creo que usted la va a poder dar muy bien. “¡Hombre sí, cómo no!” Entonces se entusiasmó Mathias, e hizo una verdadera creación de esa clase.2

En la configuración de la nueva cátedra de Educación Visual se puede advertir el estilo magisterial muy original y pasional de Goeritz; así lo describió Enrique Navarrete, uno de sus primeros discípulos:

Yo creo que [la clase] fue evolucionando, que fue encontrando la metodología. O sea, desde un principio no se practicaban texturas […], pero Mathias fue sacando una serie de cosas, improvisaciones… luego pasamos al color… Un buen día a mí me dejó perplejo: dice Mathias: a ver, qué les parece una seda… una tela de seda, ¿con qué objeto es afín? No, pues nosotros hechos bolas: pues con la cantera… con la madera… Y al final: ¡No, pues nos damos, profesor! Dice: con la piel de la mujer. Y entonces realmente nos sacó de onda. Nosotros estábamos trabajando un “arte”, un arte totalmente depurado, puro y analítico, y de pronto, ¡Ah caray!: si hay personas, si este arte tiene que integrarse con la piel de las personas, no puede ser un arte totalmente ajeno, científico, de laboratorio. Entonces, de pronto nos metió en otro mundo, la Educación Visual no nada más eran cuadritos o figuras, o llenar espacios, sino que había un elemento humano.3

En cuanto a su clase de Historia del Arte, el entonces estudiante Alejandro Zohn la recuerda así:

Pero su clase de Historia del Arte también era… O sea, no era el maestro el que decía y el otro el receptor, sino que se armaban una serie de comentarios y de discusiones, probablemente muchas de ellas bastantes absurdas o sin fundamento, pero esto hacía que nos interesáramos mucho más en aquel tipo de temas, en aquel tipo de eventos.4

Simultáneamente a su labor magisterial, desplegó toda su enérgica actividad artística: la pintura, el diseño gráfico, la escultura y la impartición de conferencias, entre ellas la que tituló “Sobre la libertad de creación”. Así diseñó un folleto homenaje a José Clemente Orozco, dedicándole una escultura que fue muy atacada por Juan Víctor Arauz, por considerarla irreverente y que fue retirada de la Rectoría de la Universidad, con gran disgusto del rector Jorge Matute Remus, a quién finalmente se la obsequió.

Además la Galería José María Estrada organizó varias exposiciones de pintura y de escultura, y fue uno de los fundadores –y el auténtico motor– de la Asociación Cultural arquitac.

Ante las envidias y suspicacias que suscitaba su obra entre los artistas locales y por ampliar sus horizontes, en 1953 dejó Guadalajara.

Se estableció en la Ciudad de México e ingresó como catedrático de la unam. De 1952 a 1953 diseñó el Museo Experimental El Eco, donde conjuntó la arquitectura, la pintura, la danza y el cine, lo cual fue considerado como: “La hora del nacimiento de la arquitectura emocional, una protesta contra el brutal funcionalismo”.5

Su obra La Serpiente, originalmente colocada en el Museo El Eco, fue trasladada a la explanada del Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México; en 1986 se reprodujo a mayor escala para ser ubicada en la rivera del río Danubio, en Linz, Austria.

De 1957 a 1958, en colaboración con Luis Barragán, diseñó El pájaro, para el ingreso del Fraccionamiento Jardines del Bosque de Guadalajara.

Con Luis Barragán también proyectó las cinco torres de Ciudad Satélite de cincuenta metros de altura, y realizó la escultura El animal del Pedregal, para el fraccionamiento El Pedregal de San Ángel de la Ciudad de México. Las torres de Ciudad Satélite adquirieron fama internacional, al ser consideradas como las “Catedrales del arte concepcional”.6

Los títulos de algunas de sus obras son: la escultura La ciudad sin final en 1960; las torres de Automex –en colaboración con Ricardo Legorreta– en 1963; las torres a la entrada de la Sinagoga Maguen-David de la Ciudad de México en 1964; la ruta de la amistad, con esculturas propias y las de otros trece escultores del mundo, ubicadas a lo largo del periférico de la Ciudad de México en 1968; el conjunto de siete columnas titulado La Osa Mayor en la explanada del Palacio de los Deportes, junto con los arquitectos Félix Candela, Castañeda y Peyri, en 1968; La pirámide de Mixcoac en el conjunto urbano Torres de Mixcoac, en colaboración con Abraham Zabludovsky y Teodoro González de León en 1970; El laberinto de Jerusalén en Israel de 1973 a 1980; la escultura El Coco frente a la torre Manhattam, en Tecamachalco en 1975; en unión a otros artistas realizó el espacio escultórico sobre la lava volcánica en el campus de la unam, en 1979; y su mural Poema plástico en la Facultad de Arquitectura de la unam, en 1987.

Además diseñó vitrales para la parroquia de San Lorenzo Mártir, la Catedral Metropolitana, la Capilla de las Capuchinas Sacramentarias, la Iglesia de Santiago de Tlatelolco, la parroquia de Azcapotzalco, todas ellas en la Ciudad de México; la Catedral de Cuernavaca y la iglesia de San Diego, Cuautla, Morelos. También dejó esculturas y diseños en Amberes, Bélgica, Los Ángeles, Washington y Filadelfia, en Estados Unidos.

Pero su obra en la Ciudad de México no fue del todo aceptada por la comunidad artística citadina, Laura Ibarra evoca que

celosos del prestigio que Goeritz iba adquiriendo como artista y maestro, así como de su amistad con Rufino Tamayo, empezaron a menospreciar públicamente la obra del artista europeo David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera. En una carta que publicaron en los periódicos locales acusaron a Goeritz de ser un “simple simulador, carente en absoluto del más mínimo talento y preparación para el ejercicio del arte del que se presenta como profesional”. Se le catalogó de “cosmopolita”, “decadente” y “agente del imperialismo”, incluso fue difamado como “nazi”. Con respecto a su actividad docente, le reprocharon ‘llevar a la juventud del país por caminos equivocados y peligrosos’. Rivera fue aún más allá y exigió públicamente que Mathias fuera deportado, pues la edificación de El Eco deformaba el país.7

En la unam dirigió el Taller de Educación Visual, y en la Universidad Iberoamericana de México en 1956 fundó y dirigió la Escuela de Artes Plásticas, donde abrió los primeros talleres de diseño industrial.

Los títulos de sus libros son: Catálogo de la Galería Nacional [de Berlín] (1940), Johann Elias Riedinger (1941), Ferdinand von Rayski –el arte del siglo xix (1942), Sueño del torero y Ángel Ferrant, ambos en 1948, y publicó numerosos artículos y ensayos especializados en temas de arte.

Fue miembro honorario de la Academia de Arte de Berlín desde 1973 y de la Real Academia de La Haya, Holanda, 1975. Los reconocimientos que recibió fueron: el Premio Elías Sourasky de 1980, el Premio unam de 1986 y la Orden de las Artes y de las Letras de Francia, también en 1986.

En la Ciudad de México falleció el 4 de agosto de 1990. Luego de ser cremado, sus cenizas se conservaron en la biblioteca de Ida Rodríguez.

En su testamento legó su acervo de esculturas, pinturas, estampas, técnicas mixtas, alrededor de doce mil documentos y parte de su biblioteca al Instituto Cultural Cabañas de Guadalajara. Para recibir este legado, el 30 de septiembre de 1997 se organizó un simposio. Su obra se puede admirar permanentemente en una sala del citado Instituto Cultural Cabañas.

En abril de 2002 se inauguró una exposición con 42 de sus obras en la Casa iteso-Clavigero. De noviembre de 2014 a abril de 2015 se montó la exposición “El retorno de la serpiente. Mathias Goeritz y la invención de la arquitectura emocional” en el Museo Reina Sofía de Madrid. El 18 de octubre de 2015, para celebrar el centenario de su nacimiento, en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara se inauguró la exposición titulada “Do it yourself: la arquitectura es un juego”; con el mismo motivo, en noviembre del mismo año en el Instituto Cultural Cabañas se presentó la muestra de su obra “Mathias Goeritz: temas/formas/soluciones”.

Juicios y testimonios

Fernando González Gortázar: “En los tiempos que corren, la imagen que más pesa dentro de la polifacética personalidad de Goeritz es quizá la de escultor. Ese rostro se le formó en Guadalajara. Aunque en algún lugar se dice aquí que tal vez Mathias hacía ya esculturas desde España, tengo la seguridad de que no fue así. Baso mi convicción en estos datos: cuando Mathias estaba a punto de salir de México se publicó en Barcelona un pequeño libro sobre su trabajo. El texto que lo acompaña, se inicia anunciando ‘una síntesis de la obra antológica del pintor Mathias Goeritz’, y entre las muchas reproducciones no hay ni una escultura”.


Jorge Matute Remus: “No solamente fue bien recibido [en Guadalajara], sino admirado. De parte de los muchachos pierdo un poquito el lugar, por no tener yo una relación íntima con ellos […] Sin embargo pasando el tiempo, unos dos o tres años, Mathias se descubrió como de una estatura mayor, con perdón de situar a nuestros queridos amigos en otro lugar, y fue cuando les nació la envidia. Una envidia que vino a ser al grado tal, que trataron en alguna forma que Mathias desapareciese de aquí, de la Universidad”.


Sebastián-Enrique Carbajal: “La conexión del fundador de la arquitectura emocional con el país que lo acogió de 1949 a 1990 fue tan profunda como su devoción a la Virgen de Guadalupe […] Cada año, como obsesión iba a la Basílica de Guadalupe y traía muchos regalos: imágenes de la Virgen de Guadalupe. Eso era una característica de Mathias, a pesar de toda su figura y todo lo que pensaran, era un guadalupano, era un mexicano de corazón”.


Alejandro Zohn: “En las [clases] de Historia del Arte, su sistema de enseñanza era, de las diferentes épocas, dar de uno a tres ejemplos, que uno sintiera esos ejemplos y los guardara como modelo de lo que había sucedido. Qué se yo, Verrocchio en una época del arte italiano, Chagall en una época de la pintura… Ya no tratar de llenarse de un montón de ejemplos, de anécdotas, de fechas sino como de agarrar esos elementos básicos y alrededor de ellos estructurar los conceptos fundamentales de cada época: que si Picasso era de un modo y [Georges] Braque de otro… la manera como él nos hacía conocer y percibir a estos artistas, se me hacía mucho más viva que las otras técnicas de enseñanza, en las que se aprende uno todas las personas y todas las producciones, y al rato se tiene una enorme profusión confusa de ideas absolutamente incoherentes”.


Referencias
  1. Mariana Méndez Gallardo, “La obsesión por el arte. Entrevista con Ida Rodríguez Prampolini”, Artes de México, México, núm. 115, diciembre de 2014, Mathias Goeritz obsesión creativa↩︎

  2. González Gortázar, Mathias Goeritz…, pp. 38-40. ↩︎

  3. Ibid., p. 127. ↩︎

  4. Ibid., p. 129. ↩︎

  5. Hans Haufe, “La majestad de la torre”, Scala, Alemania, núm. 1, enero-febrero de 1993, p. 46. ↩︎

  6. Ibid., et loc. cit. ↩︎

  7. Laura Ibarra, “Arte, sociedad y percepción”, Revista de la Universidad de Guadalajara, cit. por Roberto Estrada, “Arquitectura Emocional”, La Gaceta, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 21 de noviembre de 2015, suplemento O2 Cultura, p. ↩︎