Biografías por órden alfabético

Guerrero Beas, José Guadalupe


Nació en San Martín Hidalgo, Jalisco, el 14 de diciembre de 1918. Fueron sus padres los señores Librada Beas y Librado Guerrero. Al fallecer su padre, desde su pueblo natal llegó con su familia a radicar a Guadalajara, en donde cursó su instrucción básica, el bachillerato y la formación de profesor normalista, y se tituló en la Escuela Normal de Jalisco.

Mientras estudiaba la Normal, trabajó de cartero y llegó a pensionarse como empleado federal en el issste.
En 1959 ingresó como catedrático de la Escuela Preparatoria de Jalisco de la Universidad de Guadalajara. A partir de entonces haría del venerable edificio de la Preparatoria de Jalisco prácticamente su casa, todos lo conocían como el Profe Manotas.

Las cátedras que impartió fueron de Historia Universal, Historia de México cursos i y ii, Etimologías y Metodología, entre otras.

Sobre su estilo magisterial, Jorge Regalado escribió:

Sus compañeros profesores lo reconocen como un académico completo, de una religiosidad [católica] profunda pero absolutamente laico en lo que enseñaba.

Algunos de los que fueron sus alumnos y los que lo eran en el momento de su deceso lo recuerdan de manera similar. También reconocen en él a un buen maestro, muy estricto y exigente en sus materias y muy puntual. Siempre portaba una gorra con la que de repente hacía algunos malabarismos. Diario, cuando llegaba al aula, lo primero que hacía era, con su inseparable gorra, sacudir la mesa. Luego, ya en la parte de las preguntas, le gustaba cambiar el nombre a los alumnos o ponerles algún sobrenombre para dirigirse a ellos. Siempre cargaba unas hojas viejas, todas descoloridas, donde hacía sus anotaciones sobre sus alumnos. Desde luego, una de las cosas que más recuerdan son sus historias sobre los fantasmas que por la noche rondan los pasillos de la histórica Prepa de Jalisco que antes de ser tal, fue convento [sic].1

No aceptó la jubilación universitaria por edad, con el deseo de morirse en la raya en sus amadas aulas o en los corredores de la Preparatoria de Jalisco. Casi lo logró, al concluir sus clases hacia las ocho de la noche y rumbo a su casa, un camión urbano lo atropelló el 22 de octubre de 1992.

Al día siguiente, sus restos mortales fueron llevados al auditorio de la Escuela Preparatoria de Jalisco, donde

[Maestros y estudiantes] abarrotaron el auditorio para darle el último adiós desde la Prepa donde él siempre deseó morir y salir rumbo al panteón. Los ojos de muchos jóvenes se llenaron de lágrimas y los que pudieron hicieron guardia alrededor de su féretro. Más tarde, ya en el Panteón de Mezquitán, llovieron docenas de coronas de flores, y una innumerable cantidad de estudiantes lo acompañaban con canciones.2

El 2 de noviembre del año de su deceso los estudiantes de la Preparatoria de Jalisco le dedicaron el altar de muertos. Además se dio su nombre a una sala de la Casa del Académico Universitario y se colocó en su domicilio en la calle de Angulo número 673 la placa con el siguiente texto: “En esta casa vivió el profesor José Guadalupe Guerrero Beas 1918-1992”.

En 1999 su biblioteca fue donada a la Escuela Preparatoria de Jalisco.

Juicios y testimonios

José Manuel Jurado Parres: “Fue un hombre bueno, de una generosidad impresionante; muy responsable en su deberes magisteriales; muy religioso y de una gran humildad personal, no obstante de sus problemas físicos, causados por la macrocefalia”.


Juan Real: “Aún recuerdo aquella lluviosa mañana de julio, en la larga fila que rodeaba todo el Templo de San Felipe Neri, cuidando de que no se mojara la cédula de admisión, tras una larga espera, pudimos entrar por la puerta central de la Prepa de Jalisco. Nos recibió a gritos un señor medio grotesco, vestido con un traje que a todas luces se veía que ya había pasado sus mejores épocas, una corbata con manchas de café o de refresco y un sombrero medio aplastado, y con sus grandes manos, nos apremiaba a que entráramos rápido [a las aulas para aplicar el examen de admisión]. Sin acercarme, me imaginé que tenía pésimo humor […] Años más tarde, siendo ya docente universitario, lo reconocí, se trataba del generoso y sabio maestro José Guadalupe Guerrero Beas, a quien todos apodaban el Manotas”.


Jorge Regalado: “Existe un consenso entre quienes trabajan y estudian en la Prepa en recordarlo como un hombre de conducta intachable, de trato amable, bromista y muy cumplido en su trabajo. Incluso enfermo nunca dejaba de asistir a impartir su cátedra”.


Referencias
  1. Jorge Regalado, “In Memoriam. José Guadalupe Guerrero Beas El profe Manotas”, El Occidental, Guadalajara, octubre de 1992, editorial. ↩︎

  2. Idem., loc. cit↩︎