Hernández Alvirde, Constancio
Nació en Guadalajara, Jalisco, el 4 de diciembre de 1901. Fueron sus padres el abogado Constancio Hernández Gómez y María Teresa Alvirde de Hernández.
Aún niño perdió a su padre, quien era de ideas liberales y crítico del régimen de Porfirio Díaz. Su madre, empero, se encargó de transmitirle las convicciones paternas, como él mismo expresó: “La ideología de mi padre yo la recibí íntegra por medio de mi madre”.1
Cursó la primaria en la Escuela Práctica Anexa a la Normal, y a muy temprana edad trabajó de técnico electricista; en 1915 participó en la fundación de la Casa del Obrero Mundial.
De 1915 a 1919 hizo la secundaria y el bachillerato en la Escuela Preparatoria de Jalisco. De 1920 a 1925 realizó su carrera profesional en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara, al final de la cual se tituló de abogado.
Al lado de su primo José Guadalupe Zuno Hernández, participó en actividades políticas, y militó en el Partido Liberal. En 1923, al asumir Zuno el gobierno del estado de Jalisco y Gustavo R. Cristo la alcaldía de Guadalajara, Constancio Hernández fue su secretario particular; en 1925 se integró a la Confederación de Partidos Revolucionarios de Jalisco, de la cual fue vicepresidente.
Durante las reuniones que se celebraron para reinstaurar la Universidad de Guadalajara en 1925, fungió como escribiente de acuerdos.
El 30 de octubre de 1925 fue nombrado notario público de Guadalajara. Ese mismo año fue electo regidor del Ayuntamiento tapatío, y por breve tiempo fungió como presidente municipal.
Durante el mandato gubernamental de Margarito Ramírez, por diferencias políticas, el 11 de julio de 1928, se cambió su adscripción notarial a Ocotlán, Jalisco, para ser restituido el 26 de marzo de 1930 en su notaría de Guadalajara.
Como profesor de la Universidad de Guadalajara inició desde muy joven en la Escuela para Señoritas especializada en Comercio. A lo largo de 56 años, en la Facultad de Derecho impartió las cátedras de Derecho Penal, Derecho Civil y los cursos I y III de Derecho Mercantil, entre otras.
Ante las fuertes protestas estudiantiles que provocó la aplicación de los acuerdos del Congreso de Universitarios Mexicanos de 1933, el gobernador Sebastián Allende clausuró la Universidad y ordenó que se procediera a organizar la educación socialista superior. Ante lo cual Constancio Hernández hizo causa común con los miembros del Frente de Estudiantes Socialistas de Occidente.
Fue electo diputado a la xxxiii Legislatura estatal por el v distrito electoral en 1936, que abarcó el periodo del 1° de febrero de 1937 al 31 de enero de 1939. Integró las comisiones de Puntos Constitucionales y de Instrucción Pública; fue vicepresidente de la Cámara en noviembre de 1937; en mayo y agosto de 1938 fue presidente.
Con gran entusiasmo apoyó la decisión del presidente Lázaro Cárdenas de expropiar la industria petrolera, para lo cual fundó y presidió el Frente de Abogados Revolucionarios de Occidente.
Su principal preocupación era lograr la restauración de la Universidad de Guadalajara, y evitar que la Universidad Autónoma de Occidente se hiciera con el reconocimiento oficial. Para lo anterior contaba con el apoyo del FESO, pero no tenía la simpatía del gobernador Everardo Topete, ya que en la pasada sucesión gubernamental había apoyado al licenciado Silvano Barba González, desde el periódico político-satírico El Topetón. Sin embargo, una oportuna sugerencia del presidente Cárdenas al gobernador salvó el diferendo. El presidente le había dicho al gobernador: “Hágales caso a los muchachos” [del FESO], con lo que le daba a entender que entrara en contacto con el licenciado Constancio Hernández. Y fue así que el 16 de febrero de 1937 fue nombrado por el gobernador Topete como director de Estudios Superiores del Estado de Jalisco.
El 22 de julio de 1937, el Congreso del Estado aprobó el proyecto de ley que restauraba la Universidad de Guadalajara, y en su único artículo transitorio el director de Estudios Superiores del Estado recibía el título de rector de la Universidad.
Del 22 de julio de 1937 al 5 de marzo de 1940 fue rector de la Universidad de Guadalajara, y a pesar de los ofrecimientos que le hicieron, nunca quiso repetir en el cargo; decía: “Nunca segundas partes fueron buenas”.
Fue jefe del Departamento de Agricultura y Ganadería del Estado de Jalisco de 1940 a 1941; en ese mismo año, durante menos de seis meses, ocupó la jefatura del Departamento de Asistencia Social; en septiembre regresó al Departamento de Agricultura y Ganadería; y en septiembre de 1942 fue nombrado jefe del Departamento Cultural del gobierno del estado de Jalisco.
Tomó posesión como director de la Facultad de Derecho y Economía de la Universidad de Guadalajara el 23 de marzo de 1943; el 20 de enero de 1945 fue ratificado en el cargo, el cual desempeñó hasta 1947.
Al transformarse el Partido de la Revolución Mexicana en Partido Revolucionario Institucional, en 1945 salió del partido oficial y, al lado de Vicente Lombardo Toledano y de Narciso Bassols, participó en la fundación del Partido Popular, en el cual integró el comité directivo y fue jefe del comité en Jalisco. En 1952 apoyó la candidatura presidencial de Lombardo Toledano. Al decidirse que el Partido Popular apoyaría en 1958 la candidatura presidencial del licenciado Adolfo López Mateos, y cuando la ii asamblea nacional extraordinaria del Partido Popular agregó la palabra socialista, decidió renunciar a la dirección estatal jalisciense.
Otras de sus actividades fueron: en 1946 se hizo cargo de la defensa de los militares Emilio Olvera y Pablo Cano, acusados de la matanza de sinarquistas en León, Guanajuato, e integró la Liga Socialista Mexicana. En 1949 organizó la Barra de Abogados Jaliscienses Ignacio L. Vallarta.
Continuó su labor magisterial en la Universidad y colaboró en las diversas comisiones del Consejo General Universitario. En 1952 dio su apoyo a las gestiones de la Federación de Estudiantes de Guadalajara, para modificar la Ley orgánica de la Universidad, y el 4 de diciembre de 1963, a nombre de la Universidad, pronunció ante el candidato presidencial Gustavo Díaz Ordaz un discurso en el cual definió la postura universitaria ante el estado.
El 10 de noviembre de 1972 recibió el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara; el 9 de octubre del año siguiente participó en la Primera Jornada de Ideología Universitaria.
La Universidad le otorgó todas las preseas por sus años de servicio magisterial, a saber: Mariano Otero, Ignacio L. Vallarta, 12 de Octubre y Fray Antonio Alcalde. Al recibir el inusitado reconocimiento por cincuenta años de servicio magisterial, le manifestó con humor al rector de la Universidad: “A ver que me entregan cuando llegue a los cien”. El 22 de octubre de 1984 fue nombrado maestro honorario de la Escuela Preparatoria número 5. El gobierno del estado de Jalisco le adjudicó la condecoración Manuel López Cotilla y la generación de abogados 1956-1961 lleva su nombre.
Al sentir que los estudiantes se le salían del control en las clases, el 31 de diciembre de 1976 envió una carta al rector de la Universidad en la cual le expresó:
Entendido de que la vida del hombre es finita y sus facultades mentales se anticipan al fin de la vida y en forma natural van decreciendo, me imponen el deber de no continuar en el ejercicio de la docencia por estimar también en mi caso, seguramente, debido a que he compartido mi trabajo profesional con mis labores académicas, he de ceder la oportunidad a una nueva generación [...] No obstante creer que no he cumplido todavía volviendo al Estado el favor recibido del mismo, me veo en la necesidad de presentar a usted, en forma irrevocable, mi renuncia del cargo que he desempeñado en la Facultad de Derecho como maestro de Derecho Mercantil tercer curso [...].1
Fueron 56 años y nunca se quiso jubilar, “para no ser una carga [a la Universidad] con mi pensión”.
Continuó como notario público y presidente del Consejo de Notarios, y llegó a ser el notario decano del país.
Además del mencionado periódico El Topetón, colaboró en el diario Las Noticias y en la revista Jalisco Agrícola y Ganadero; en 1976, escribió el prólogo del libro La rebelión de los cristeros de Silvano Barba González.
En Guadalajara falleció el 16 de enero de 1988, recibió el homenaje de la comunidad universitaria y fue inhumado en el Parque Funeral Colonias.
Una calle de Guadalajara, una colonia de Tonalá y la sala “H” del edificio del Congreso del Estado de Jalisco, llevan su nombre. El 2002 fue dedicado a honrar su memoria por la Universidad de Guadalajara, se nominó “Año Constancio Hernández Alvirde”, y fue develada una estatua con su figura en la explanada del edificio de la rectoría general.
Juicios y testimonios
José Manuel Correa Ceseña: “Fue un hombre completo: como universitario, lleno de talento; como maestro que hizo discípulos y no sólo adeptos; como líder social que creó y encabezó importantes corrientes de opinión y no sectas; en fin, como un ser humano que deja huella imborrable en la vida”.
Pedro Vargas Ávalos: “La exactitud que en sus citas tenía era proverbial. A fines del sexenio del licenciado Agustín Yáñez, éste le convocó a una reunión para las once de la mañana. Puntual el licenciado Constancio allí estuvo. Pero el Ejecutivo debió tener algún compromiso, pues a las once y quince minutos, aún no recibía al citado. Cinco minutos después el licenciado Hernández se incorporó de su asiento y le dejó una tarjeta con recado siguiente: ‘Señor gobernador: estuve puntual a la cita que usted se sirvió fijar, Son las once, veinte horas y como al parecer usted no puede atenderme hoy, le solicito fije nuevo día y hora para la reunión. Atentamente: Constancio Hernández’”.