Biografías por órden alfabético

Lissaute, Pierre


No se poseen mayores datos sobre sus orígenes familiares, tan sólo se sabe que era de nacionalidad francesa, naturalizado mexicano, “o al menos declarado ciudadano del estado de Jalisco […]”.1 Poseía amplios conocimientos de las matemáticas, había viajado por los cantones suizos, donde observó los sistemas educativos basados en las ideas de Juan Enrique Pestalozzi, y en 1823 llegó a Guadalajara, procedente de Nueva Orleans.

El 8 de enero de 1824 propuso al Ayuntamiento de Guadalajara establecer una escuela de enseñanza mutua, lo cual se aceptó, e incluso le dieron como local escolar el antiguo edificio del Real Consulado, más a la postre le retiraron el apoyo y fracasó el proyecto.

En ese mismo año sacó a la circulación la publicación titulada La Fantasma, que tenía el carácter de “miscelánea política, científica y literaria”, en la cual –escribe Juan Bautista Iguíniz– “combatió con alguna exaltación a las autoridades políticas y al clero, no habiéndose librado de sus ataques ni el gabinete presidencial, particularmente el ministro de Justicia y de Negocios Eclesiásticos doctor don Miguel Ramos Arizpe”.2

Así pues, no es de extrañarse el retiro del apoyo oficial a la escuela que había propuesto. Al parecer, La Fantasma no sobrevivió más allá de su número nueve y a manera de despedida escribió Lissaute:

Va a desaparecer La Fantasma por falta de suscriptores. Sin embargo, si el número de ellos se aumenta en lo sucesivo hasta cubrir los gastos de imprenta prometemos continuar, redactando un catecismo analítico republicano, que no exceda la inteligencia del más rudo; pero si no se aumentan, nos quedará a lo menos la satisfacción de haber hecho lo posible para aumentar la ilustración nacional.3

El 24 de abril del mismo 1824, el Gobierno Federal ordenó que fuera aprehendido y conducido a la capital del país. Pero fue alertado oportunamente y se evadió hacia San Luis Potosí.

Al ser electo gobernador del estado de Jalisco Prisciliano Sánchez, pudo regresar a Guadalajara en 1826 y fue designado primer presidente de la Junta Directora de Estudios del Estado y del Instituto de Ciencias, además de profesor de Matemáticas. Es de imaginarse la gran irritación que causó tal nombramiento entre el clero y los partidarios del antiguo régimen.

Nuevamente en las actividades periodísticas fundó en julio de 1827 El Tribuno, que llegó hasta el número 32, con igual tendencia que La Fantasma e idéntico desenlace, narrado así por Lorenzo de Zavala:

Se había publicado un periódico titulado El Tribuno en la ciudad de Guadalajara, en el que se combatían con alguna exaltación las pretensiones del clero y no se economizaba al ministerio, especialmente al secretario de Justicia Ramos Arizpe. Aunque no aparecía como redactor mr. Lissaute, el gobierno general sospechaba que de su pluma salían los artículos más fuertes y razonados. Esto bastó para que se librase una orden por la que Lissaute debía salir de la República. Refugióse en la Ciudad de México bajo la protección del coronel Almonte, quien lo recomendó al gobernador del Estado de México don Lorenzo de Zavala, pasando en consecuencia a Tlalpan, en donde éste se hallaba. Mientras se mantuvo en la casa de éste magistrado estuvo con toda seguridad, y muchas veces concurría con Tornel [gobernador del Distrito Federal] y otros de sus perseguidores a la misma sociedad y a la mesa misma [...].4

Mas un buen día tuvo necesidad –¿por imprudencia?– de ir a la Ciudad de México, donde Tornel lo aprisionó y ordenó que fuera conducido hacia Veracruz, desde ahí salió expulsado hacia Nueva Orleans.

Al tomar el poder los masones yorkinos con el presidente Vicente Guerrero, regresó a México y se volvió a establecer en Guadalajara y regresó a sus labores académicas como presidente de la Junta Directora de Estudios del Estado de Jalisco y profesor de Matemáticas del Instituto.

Para 1829 escribió una “Nota instructiva sobre el estado en que se halla la agrimensura en el Estado, redactada por el profesor de la primera sección del Instituto, en cumplimiento de la Junta Directora de Estudios”. En esta nota describe la ignorancia de los que ejercen como agrimensores, a los que calificaba de charlatanes, “que todavía creen que la tierra es un plano y que suponen [que] la curva es una idea de los filósofos, y Dios sabe lo que éstos pobres entiendan por filósofos”5. Y dado el respeto y admiración que los campesinos tenían por los agrimensores, proponía que se legislara para evitar los abusos.

En 1830 se publicó en la imprenta del Supremo Gobierno de Jalisco su Discurso pronunciado en la solemnidad del tercer aniversario de la apertura del Instituto de Jalisco.

Sin embargo su espíritu aventurero –con todo y que se acababa de casar– le hacía imposible una vida tranquila y sedentaria. Y al tomar parte en los disturbios políticos –sin importar que fuera extranjero– el 17 de septiembre de 1832 murió en la sangrienta acción del Gallinero, Guanajuato, combatiendo contra la administración presidencial del general Anastasio Bustamante.

Juicios y testimonios

Es evidente que su combativa personalidad provoca encontradas opiniones.


Lorenzo de Zavala lo califica de “ilustrador extranjero” y “hábil profesor de Matemáticas”, que sirvió al país con “sus doctrinas y buenas costumbres”. En este sentido se puede inscribir en la tradición de los extranjeros que vinieron a México a contribuir con sus acciones y pensamientos.


Juan Bautista Iguíniz. Contrario a lo anterior, en sentido peyorativo, lo califica de “revolucionario” y “sedicioso”. Y en consecuencia se puede inscribir en la tradición de los extranjeros que han venido al país a subvertir el orden. El periódico Águila Mexicana escribía que “Las instituciones más venerables de nuestro sistema son el objeto de su odio y de su encono, y quisiera echar por tierra los fundamentos más sólidos de nuestra regeneración social”. Y así sus émulos serían Joel R. Poinsset, Gastón Raousset de Boulbon, entre otros extranjeros nefastos.


Referencias
  1. Lorenzo de Zavala, Ensayo histórico de las revoluciones de México desde 1808 hasta 1830, México, fce, Instituto Cultural Helénico, 1985, tomo ii, p. 37. ↩︎

  2. Juan Bautista Iguíniz, El periodismo en Guadalajara 1809-1915, Guadalajara, Imprenta Universitaria, 1955, tomo i, p. 39. ↩︎

  3. Ibid., p. 40. ↩︎

  4. De Zavala, op. cit., pp. 37-38. ↩︎

  5. aug, Manuscrito, legajo núm. 470, Instituto de Ciencias, 1829. ↩︎