Biografías por órden alfabético

Magaña, Ignacio Jacobo


Nació en Quitupan, Jalisco, el 30 de octubre de 1894. Fueron sus padres el agricultor y curtidor Prisciliano Jacobo y la señora Casiana Magaña.

Al ser cambiado de Quitupan a Chiquilistlán, el presbítero Carlos L. Rojas, con quien su padre trabajaba como colector de diezmos, la familia se trasladó a Chiquilistlán en 1900, donde Ignacio inició su instrucción primaria.

Para 1910 ya alternaba sus actividades de cantor en el templo y de ayudante en la curtiduría de su padre, con la docencia en la escuela del lugar.

El 15 de noviembre de 1911, recomendado por su profesor Francisco Benítez Silva, la Dirección General de Instrucción Pública del Estado lo nombró director de la Escuela Primaria de Tepozpizaloya, municipio de Ayutla, Jalisco.

En 1914 se trasladó a Guadalajara, donde se matriculó en la Escuela Normal para Varones, y el 3 de agosto de 1919 se recibió de profesor normalista.

Ingresó a la Escuela de Jurisprudencia en 1922 –más tarde Facultad– de la Universidad de Guadalajara, y en 1926 obtuvo su título de abogado.

En el sector educativo fue ayudante de la Escuela de Adultos, celador interino de la Escuela Normal para Profesores, escribiente de la Escuela Normal para Profesores y profesor número dos del grupo superior de la Escuela Superior. Del 28 de enero al 18 de mayo de 1917 fue director número tres de la Escuela Superior de Ameca, Jalisco; también fue director número nueve de la Escuela Elemental; del 21 de febrero de 1919 al 17 de septiembre de 1920 fungió como inspector número cuatro de escuelas foráneas; el 26 abril de 1921 fue nombrado inspector de la segunda zona del estado, y oficial primero de la Dirección General de Educación del estado. Del 24 de noviembre de 1921 al 27 de abril de 1922 fue profesor de la Cámara del Trabajo de Guadalajara, y oficial mayor de la Dirección General de Educación del Estado de Jalisco.

En el campo judicial fue juez civil y magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco. En 1931 obtuvo el fiat de notario público de Ameca; a partir de 1936 fungió como notario público núm. 26 del municipio de Guadalajara.

Del 1° de abril de 1932 al 28 de febrero de 1935 fue secretario general del gobierno del estado de Jalisco; en marzo de 1934, durante las vacaciones del gobernador Sebastián Allende, fungió como gobernador interino. Integró la Junta de Beneficencia del Estado de Jalisco.

Al disentir con el gobernador del estado, Silvano Barba González, “pues el gobierno de Barba González pretendía incorporar la Universidad de Guadalajara o desaparecer ésta, para formar otra institución o asimilarla a la recién nacida Autónoma”;1 el 23 de abril de 1941 se trasladó a la Ciudad de México, donde fue secretario de estudio y cuenta del ministro de la Suprema Corte de Justicia, licenciado Francisco H. Ruiz.

En la Universidad de Guadalajara fue catedrático de la Facultad de Derecho, de la Facultad de Comercio y Administración y de la Escuela Preparatoria de Jalisco. En 1928 el rector Enrique Díaz de León, de su puño y letra, le había expedido el nombramiento de profesor de Derecho Natural de la entonces Facultad de Jurisprudencia; también impartió las cátedras de Filosofía del Derecho y Derecho Laboral; su labor magisterial la concluyó en 1951, al retirarse por serios motivos de salud.

A partir de 1931 fue director de la Facultad de Derecho, su gestión se desarrolló en los momentos difíciles de la reforma universitaria de 1933. Le correspondió integrar la delegación de la Universidad al Congreso de Universitarios del citado 1933.

El 4 de marzo de 1943 tomó posesión de la rectoría de la Universidad de Guadalajara, la cual desempeñó hasta el 6 de marzo de 1947.

En 1949 fue nombrado director de Estudios Jurídicos del Estado de Jalisco. A finales de 1951 empezó a sufrir de amnesia por la fatiga mental. Entonces abandonó sus cátedras universitarias, pero su enfermedad empeoró. El gobernador, licenciado Agustín Yáñez, le estableció una secretaría ficticia en la cual sólo él laboraba, su padecimiento le hizo llegar al extremo de que sus últimos cheques de nómina los firmó con el nombre del gobernador Yáñez.

El 23 de diciembre de 1955 falleció en Guadalajara. Su funeral fue oficiado en el Templo de los Ángeles, de donde se trasladaron sus restos mortales al Paraninfo universitario, y finalmente fue inhumado en el Cementerio Municipal de Mezquitán, donde el licenciado José Guadalupe Zuno pronunció el elogio fúnebre.

En octubre de 1975, al cumplirse el cincuentenario de la reinstauración de la Universidad de Guadalajara, sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres de Jalisco. Una calle de Zapopan lleva su nombre y en 1972 el Instituto Jalisciense de Antropología e Historia colocó una placa conmemorativa en su casa natal en Quitupan.

Juicios y testimonios

Emmanuel Carballo: “Parecía un santo bajado de su hornacina. Hablaba en voz baja y su discurso era frío y neutro”.


José María Murià: “Se iniciaba desde la educación elemental la gran carrera magisterial de un jalisciense la cual iba a seguir ascendente hasta ocupar la rectoría de la Casa que imparte los máximos estudios de Jalisco, ese era el hombre, maestro de vocación y, de hechos [...] Fue de los hombres que hizo la Revolución, llevando al hombro el arma más efectiva: la educación [...]”.


José Guadalupe Zuno Hernández: “Impartió las primeras letras en las escuelas del pueblo. Fue justo y sabio como funcionario judicial. En la cátedra universitaria, dio a conocer los elevados fines de la Filosofía. Fue nuestro rector y su gestión produjo beneficios a la alta cultura jalisciense. Fue un fraternal compañero, un maestro de maestros. Un justo juez. En sus últimos años fue muriendo poco a poco, con estoicismo, con tranquilidad [...]”.


Referencias
  1. Manuel Torres Jacobo, Homenaje al licenciado y notario Ignacio Jacobo, Guadalajara, Ed. del autor, 1996. p. 5. ↩︎