Biografías por órden alfabético

Manuel Macario, Diéguez Lara


Nació en Guadalajara, Jalisco, el 10 de marzo de 1874. Fueron sus padres el antiguo alférez del ejército liberal durante la Guerra de Reforma, Crisanto Diéguez, y la señora Juana Lara.

Su instrucción elemental la cursó en su ciudad natal, y enseguida se matriculó en el Seminario Conciliar, pero “la falta de vocación y una enfermedad de su padre lo lanzan a la vida en los primeros años de su adolescencia”. 1

En San Cristóbal de la Barranca, Jalisco, fue profesor rural y luego fue empleado de rentas en Magdalena.

Al dejar Jalisco se trasladó a Sinaloa, donde laboró en la Hacienda del Beneficio en El Rosario. El 6 de marzo de 1899 se dio de alta en la Armada en el Puerto de Mazatlán, como criado de segunda, y más tarde como ayudante de cocina.

En Guaymas, Sonora, se dio de baja de la Armada para emplearse en el mineral La Colorada; y más tarde se contrató como ayudante de contador en la Green Consolidated Mining Company de Cananea, en la mina Oversight.

En 1905 se inició como líder obrero, colaboró en la junta organizadora del Partido Liberal Mexicano, que impulsaban los hermanos Flores Magón. Al presentarse el Manifiesto a la Nación y el Programa del Partido Liberal Mexicano, propuso el 1° de julio del citado año que se insertasen varios artículos bajo el rubro “Capital y trabajo”, en los que pedía que se estableciera una jornada laboral máxima de ocho horas diarias; salario mínimo general; reglamentación del servicio doméstico y del trabajo a domicilio; adopción de medidas de protección para el trabajo a destajo; prohibición absoluta del empleo a menores de catorce años; obligación de los patrones a mantener condiciones de higiene en los puestos de trabajo; indemnización por accidentes de trabajo; anulación de las deudas actuales de los jornaleros del campo para con sus amos; prohibición del pago de los salarios en especie; supresión de las tiendas de raya; homologación de los sueldos de los trabajadores extranjeros con los nacionales; obligatoriedad del descanso dominical; y finalmente proponía: “Hay que combatir desde la escuela ese desprecio aristocrático hacia el trabajo manual, que una educación viciosa ha imbuido a nuestra juventud, hay que formar trabajadores, factores de producción efectiva y útil, mejor que señores de pluma y bufete”.2

El 31 de mayo de 1906 estalló la huelga de Cananea, entonces Diéguez dio a conocer la demanda obrera de pagar cinco pesos de salario, por ocho días de trabajo. El abogado de la empresa consideró absurdas las peticiones; el 2 de junio, el gobernador del estado de Sonora, Rafael Izabal, reprimió a los obreros con el auxilio de las tropas estadounidenses; tres días después fueron detenidos los líderes obreros y Diéguez fue condenado a quince años de prisión en las tinajas de San Juan de Ulúa, Veracruz.

Al triunfar la revolución maderista en 1911, fue liberado de San Juan de Ulúa y regresó a Cananea. En 1912 lanzó su candidatura a la presidencia municipal de Cananea, y resultó electo en 1913.

Al instaurarse el régimen presidencial de Victoriano Huerta se levantó en armas y se unió al movimiento constitucionalista. Su carrera militar fue fulgurante, obtuvo los siguientes grados: en 1913 durante la campaña de Sinaloa, el de brigadier; en 1914 en las campañas en Sinaloa y en Nayarit, el de general de brigada; y en 1915, durante la campaña en Guanajuato contra las tropas de Francisco Villa, el de general de división.

En 1914 fue designado por el primer jefe Venustiano Carranza como gobernador interino y comandante militar del estado de Jalisco; responsabilidades que desempeñó con varias interrupciones por sus constantes incursiones en las campañas militares. El 1° de junio de 1917 tomó posesión como gobernador constitucional del estado de Jalisco, ejerciendo como tal hasta el 19 de septiembre del mismo año.

Tras vencer a los federales en las batallas de La Venta y Orendain el 8 de julio de 1914, entró triunfalmente a Guadalajara. Algunas de sus acciones de gobierno fueron: su preocupación por unir la costa de Jalisco con la capital del estado, a través de una vía férrea; decretó la supresión de los jefes políticos y reintegró la autoridad efectiva a los presidentes municipales; restauró la obligatoriedad del descanso dominical y de los días festivos. En total expidió 92 decretos, en el periodo que va del 18 de junio de 1914 al 4 de diciembre de 1915; si bien algunos decretos van firmados por los gobernadores que lo sustituían por periodos breves, indiscutiblemente todos fueron por él autorizados.

En cuanto a la educación, la declaró de interés público en el estado, consecuentemente el gobierno intervendría en todos los establecimientos de enseñanza; dispuso como condición para la incorporación de los estudios impartidos por particulares, que fueran establecimientos laicos; introdujo reformas pedagógicas que rechazaran los métodos memoristas, para introducir una educación más práctica y vinculada al medio social del estudiante; aumentó el salario de los profesores en 20%, para lo cual ordenó un impuesto adicional; incrementó el número de escuelas, entre ellas las que se denominaron “Constitución” y “Reformas”; estimuló el incremento de la matrícula en todos los niveles de enseñanza y el 15 de septiembre de 1914 decretó la fundación de la Escuela Preparatoria de Jalisco.

Al dejar el gobierno del estado de Jalisco fue nombrado jefe de operaciones militares en el norte, con sede en Chihuahua. Durante su gestión se enjuició al general Felipe Ángeles y se le fusiló el 26 de noviembre de 1919.

Por su lealtad al presidente Venustiano Carranza se opuso al Plan de Agua Prieta, por lo que fue aprehendido en Guadalajara, y si entonces no fue fusilado fue porque el general Álvaro Obregón argumentó que no lo quería elevar a la categoría de mártir. Entonces fue dado de baja en el ejército, y salió desterrado hacia Estados Unidos.

En 1923 regresó a México, en apoyo a la rebelión de Adolfo de la Huerta en contra de Álvaro Obregón y de Plutarco Elías Calles. Tras ser derrotado en las batallas de Ocotlán y Palo Verde, Jalisco, huyó a Guerrero, luego a Oaxaca y finalmente a Chiapas.

En San José de las Flores, muy cerca del pueblo de Cintalapa, fue hecho prisionero. Luego se le trasladó a Tuxtla de Gutiérrez, donde el 21 de abril de 1924, sin que mediara juicio alguno, fue fusilado.

Años más tarde, sus restos mortales fueron trasladados a su ciudad natal para ser inhumados en el Panteón de Belén. Por propuesta del presidente de la república, Adolfo López Mateos, el 20 de noviembre de 1964 se le erigió una estatua en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, donde finalmente reposa.

Juicios y testimonios

Adolfo López Mateos: “La participación del general Diéguez en los movimientos precursores de nuestra Revolución, nos hacen ver con cuanta lucidez, valor y gallardía acometió la tarea de destruir la dictadura y la estructura económica que la sostenía [...] Si en el pasado, el fragor de la violencia no facilitó la comprensión plena por parte de los distinguidos jefes militares acerca de los propósitos finales que los unificaban en sus luchas e hizo surgir desavenencias sangrientas entre ellos, hoy podemos valorar serenamente los esfuerzos de todos, cuya gesta e ideales perviven en la tranquilidad y en el espíritu justiciero que animan a nuestras instituciones y a nuestro pueblo”.


José Parres Arias y José Luis Razo Zaragoza: ”El líder obrero de Cananea que sufriera en las tinajas de San Juan de Ulúa la más injusta y terrible de las condenas; el héroe de mil batallas que diera gloria y horizontes promisorios a la Patria; el jurista que convirtió en preceptos las imágenes más nobles de su pensamiento; el estadista; el hombre que amó entrañablemente a su pueblo, al que consagró las horas de angustia y a quien entregó el tránsito dramático de su vida, había caído como los mártires; con las manos limpias, sin bienes materiales que empañaran la grandeza de su obra y enlutaran la amistad de quienes le fueron leales, legando a la provincia que le vio nacer, el ejemplo [...] Todo había acabado, el vértigo de la Revolución cobraba una vida y la Patria veía nacer al héroe y al mártir de sus mejores ideales: al general Manuel M. Diéguez”.


Referencias
  1. José Parres Arias y José Luis Razo Zaragoza, Homenaje al general Manuel M. Diéguez, Guadalajara, Unidad Editorial del gobierno del Estado de Jalisco, 1964, p. 21. ↩︎

  2. Ibid., p. 27. ↩︎