Mendiola Orta, Roberto
Nació en Tamazula de Gordiano, Jalisco, el 10 de octubre de 1899. Fueron sus padres los señores Eduardo Mendiola y Rosario Orta de Mendiola.
Cursó la primaria en la Escuela Anexa a la Normal, y la educación media en la Escuela Preparatoria de Jalisco de 1915 a 1918.
De 1918 a 1924 hizo sus estudios profesionales en la Escuela de Medicina de Guadalajara, donde obtuvo su título de médico, cirujano y partero el 8 de diciembre de 1924, con la tesis “La sacro-anestesia en obstetricia”. En enero de 1925 fue nombrado catedrático de la Escuela de Medicina, a punto de integrar nuevamente las dependencias de la Universidad de Guadalajara.
Desempeñó los siguientes cargos docentes en la Escuela –y posteriormente Facultad– de Medicina: de enero de 1925 a agosto de 1947, profesor titular de Anatomía Patológica; de 1947 a 1970, profesor de Necropsias Clínicas; de 1947 a 1970, profesor titular de Patología Quirúrgica; y de 1947 a 1970 fue jefe del Departamento de Patología.
Como maestro se caracterizó por su alto sentido de responsabilidad y su sapiencia en los conocimientos que impartía, lo que lo hacía muy exigente, respetado, temido y a la vez querido entre los estudiantes de la Facultad de Medicina. Sobre su forma de evaluar, escribe Lucio Vázquez:
Su examen final consistía en desarrollar dos capítulos del puño y letra del alumno. Luego le eran leídos, por cada uno de nosotros, por riguroso orden alfabético. Mientras escuchaba, se deleitaba con un puro. Para el caso tenía exprofeso, una especie de baraja con veinte cartas –una por cada capítulo del libro de texto– en las cuales venían los temas a desarrollar. Uno a uno de nosotros teníamos tres opciones, de las cuales se desechaba una. Asimismo, disponíamos de sólo una hora para escribir lo que sabíamos de los temas; pero, cada tema constaba de algo así, alrededor de ¡treinta hojas! Luego de haber visto y oído el examen, corroboraba el conocimiento práctico, de ambas salía la calificación final: era tan rígido y tan duro que únicamente le aprobaban entre un 25 y un 35 por ciento de los alumnos por año, por eso la razón del epígrafe: el que le pase al maistro Mendiola ya casi es médico.1
Otros cargos docentes que desempeñó fueron: de 1926 a 1935, profesor titular de Histología de la carrera de Odontología; de 1935 a 1947, profesor titular de Patología en la citada carrera de Odontología; de 1955 a 1959, profesor de Cultura Pre-Colombina en la Escuela de Artes Plásticas, y de 1957 a 1959, profesor de Pre-Historia en la Facultad de Filosofía y Letras, de la cual fue maestro fundador.
Entre los cargos administrativos que desempeñó en la Universidad de Guadalajara se encuentran: en 1938 supervisor de la reconstrucción de la Facultad de Medicina; en 1939 tesorero de la Universidad; de 1940 a 1963 director de los anfiteatros de Anatomía y Cirugía de la Facultad de Medicina; de 1943 a 1950 director de los laboratorios de la citada Facultad; de 1954 a 1959 miembro de la Junta para la construcción del Hospital General y del nuevo edificio de la Facultad de Medicina.
En dos ocasiones fue director de la Facultad de Medicina: de 1946 a 1947 y de 1955 a 1959. En su primera gestión escribió, diseñó e imprimió el nuevo plan de estudios de medicina, que se le conoce con su nombre: “En 1947, implanta un nuevo plan de estudios; se diversificó la enseñanza, se organizó la educación por departamentos, se creó un nuevo puesto académico: el de instructor de propedéutica y de clínica, que en pequeños grupos –de tres a seis– hacía el aprendizaje clínico casi en forma tutelar”. 2
Este plan de estudios estuvo vigente hasta 1972 y lo apuntaló haciendo efectivo el sistema de la cátedra por oposición para seleccionar el personal docente del más alto nivel académico; renglón en el cual siempre se mantuvo intransigente, como lo demuestra la siguiente anécdota: se cuenta que alguien “de muy arriba” de la Ciudad de México recomendó a un estudiante para la Facultad, en la cual se tenía la regla de que por cada estudiante debería haber un microscopio y éstos ya se habían asignado. Ante la presión el doctor Mendiola puso un ultimátum: si querían que admitiera al recomendado, lo enviaban con todo y su microscopio, y si no era así, él renunciaba.
Durante varios años fue consejero propietario, tanto del Consejo de la Facultad de Medicina como del Consejo General Universitario. En 1940 fue electo secretario general de la Federación de Profesores y en 1950 fue presidente de la Sociedad de Profesores de la Facultad de Medicina, y también fungió como presidente de la Federación de Profesores Universitarios.
EL 1° de abril de 1959 tomó posesión como rector de la Universidad de Guadalajara, cargo que ejerció hasta el 31 de marzo de 1965.
Era de esperarse que infundiera a su gestión rectoral su estilo de trabajo efectivo, enérgico y responsable, como lo dejó muy claro en aquel episodio, cuando mandó llamar a cierto director de una dependencia universitaria y sin mayores formalismos le espetó: “Tú conoces lo que dice la Ley Orgánica y el reglamento ¿verdad? Pues ya llevas tres faltas y a la siguiente, te doy de baja” (testimonio de José Manuel Jurado Parres), y sin más dio por concluida la entrevista.
Otros de los cargos que desempeñó fueron: de 1925 a 1926, director de laboratorios de análisis clínicos del Hospital Civil de Guadalajara; a partir de 1935, médico patólogo del Hospital Civil; de 1940 a 1942, vocal del Patronato para la Construcción del Hospital General; en 1942 promovió la construcción de los anfiteatros de Anatomía y Patología de la Facultad de Medicina; de 1953 a 1962 fue presidente de la Sociedad de Padres de Familia de la Escuela Práctica Anexa a la Normal; en 1959 fungió como presidente del Patronato del Centro Médico de Guadalajara y desde el establecimiento del Instituto Mexicano del Seguro Social fue médico patólogo.
En 1946 fundó en el Hospital Civil el Departamento de Bioestadística, contándose así por primera vez con las historias clínicas sistematizadas y confiables.
Fue uno de los primeros histopatólogos de Guadalajara, se dedicó a esta especialidad aun cuando no existían como tales las especialidades. El doctor Luis Martínez recuerda que durante el Congreso de Oftalmología que se celebró en San Luis Potosí presentó un estudio histopatológico: “El primero y tal vez el único en la república, sobre dos casos de neuroma plexiforme, poliquístico, retro-ocular recidivante”.3
Entre las múltiples investigaciones científicas y educativas que dio a conocer están: Intoxicaciones agudas y crónicas por los vapores de gasolina y de la esencia de trementina (aguarrás) (1942); Anatomopatología de la sífilis (1944); Anteproyecto de plan de estudios para obtener el grado de bachiller en Artes y Ciencias (1953); Consideraciones sobre la sistematización de la enseñanza (1953), entre otros.
Las sociedades en las que participó fueron: Sociedad Médico-Farmacéutica, la cual presidió de 1938 a 1939; Sociedad de Cirugía de Guadalajara, fue su presidente en 1945; Academia Mexicana de Cirugía; Sociedad Mexicana de Cancerología, fue su vicepresidente en 1946; Asociación Mexicana de Ginecología; miembro honorario de la Sociedad de Ginecología de Guadalajara; Sociedad de Cancerología de Guadalajara, la presidió en 1952; miembro del Instituto contra el Cáncer; vocal del comité técnico de lucha contra el cáncer y de la Sociedad Mexicana de Anatomía y Técnica Quirúrgica.
Recibió los siguientes reconocimientos y distinciones: nombramiento de padrino de las generaciones de médicos 1944-1950 y 1953-1959; el Premio Jalisco en Ciencias 1954; la presea Mariano Bárcenas; el 21 de febrero de 1959 fue nombrado miembro honorario del cuerpo médico del Hospital Mexicano-Americano; el 28 de febrero del citado 1959 se le eligió individuo emérito de la Casa de la Cultura Jalisciense; el 23 de julio de 1961, huésped distinguido del puerto de Acapulco, Guerrero; el 20 de octubre de ese mismo año recibió la condecoración del estado de Jalisco, Manuel López Cotilla; el 16 de noviembre de 1970 fue nombrado profesor honorario de la Facultad de Medicina de la Universidad de Guadalajara; una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social lleva su nombre. Al cumplirse en 1987 las bodas de plata del nuevo edificio de la Facultad de Medicina, se le homenajeó con la entrega de los premios que llevan su nombre.
Tras 45 años de magisterio, el 13 de octubre de 1971 el Consejo General Universitario le otorgó su jubilación, que venía aplazando por la presión de los estudiantes: “Se había corrido el secreto a voces que el Maistro había dejado la clase [...] Pero, él no contaba que sus alumnos iban ir hasta su casa, acompañados con todo y un mariachi para regresarlo a las aulas de su querida Facultad de Medicina. Hecho que se hizo tradicional año con año, hasta su retiro definitivo”..4
Falleció en Guadalajara el 22 de abril de 1989, recibió los honores póstumos de la comunidad universitaria en el Paraninfo Enrique Díaz de León el 25 del citado mes y año, y fue sepultado en el Cementerio Municipal de Mezquitán.
Juicios y testimonios
Horacio Padilla Muñoz: “El maestro Mendiola es un ejemplo de honradez y honestidad, ya que después de haber logrado tantas posiciones académicas y administrativas de importancia, y haber sentido la confianza y admiración de gobernantes y gobernados, su vida ha transcurrido dentro de la sobriedad y dignidad máximas que heredó de su padre y de su familia”.
Lucio Vázquez: “En el patio de la Escuela nos juntábamos para jugar fútbol de apuestas –el desayuno o unos cuantos centavos–; bueno pues, cuando asomaba por ahí, por el patio, se iniciaba la desbandada por todos los rumbos; pero él y su alto sentido de responsabilidad, se daban el tiempo para tomar la mayor cantidad de libros –que estaban apilados simulando las porterías– y no los regresaba a sus respectivos dueños si no iban acompañados de sus padres o tutores. Sólo a estos les regresaba los libros, haciéndoles de paso una reseña de su ‘angelito’ y, lo más importante, los ponía al tanto de cómo íbamos en la escuela (calificaciones, asistencias, aprovechamiento, etc.). No conforme con eso, nos tomaba fotos desde lugares estratégicos cuando andábamos en la vagancia o en la ociosidad, para luego exponerlas en sus clases –que eran verdaderas cátedras– poniéndonos de ejemplo del prototipo de una ‘enfermedad’: la holgazanería. ¡Creo que más de alguno, con estas ‘balconeadas’, corrigió el rumbo...! ¡Estos rasgos denotaban que era notable guía! Lo hacía con el propósito de que adquiriéramos disciplina para el estudio, actualizar a los padres de nuestros estudios y el respeto por la escuela”.