Biografías por órden alfabético

Pérez Gutiérrez, Lázaro


Nació en Zapotlán el Grande, de la Intendencia de Guadalajara, en 1817. Fueron sus padres los señores Ignacio Pérez y María de Jesús Gutiérrez.

Ingresó al Seminario Conciliar de Guadalajara, donde realizó el Curso de Artes el cual concluyó en 1836, bajo la dirección del doctor Andrés López, y en ese mismo año alcanzó el grado de bachiller.

En la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Guadalajara cursó la carrera de Farmacia. El 25 de mayo de 1841 recibió su título de farmacéutico, el cual registró en la Secretaría del Protomedicato de Guadalajara el 31 de diciembre de ese mismo año.

Por más de cuarenta años fue catedrático del Instituto de Ciencias del Estado de Jalisco, de la Escuela de Medicina y Farmacia de Guadalajara y del Liceo de Varones, en los cuales impartió las cátedras de Química, Química Inorgánica, Farmacia y Farmacología, Física, Botánica, Toxicología y Legislación Farmacéutica, entre otras. También dio la clase de Química Inorgánica hasta 1898; se retiró como profesor a los 81 años.

En mayo de 1857 fungió como presidente de la Junta Directora de Estudios del Estado de Jalisco. En ese mismo año fue electo diputado al Congreso del Estado de Jalisco e integró la comisión de instrucción pública.

Al reinaugurarse el Instituto de Ciencias del Estado en 1867 se le encargó la sección de Farmacia, e impartió las cátedras de Química, Farmacia y Toxicología.

Entre sus aportaciones científicas fue uno de los pioneros en realizar observaciones meteorológicas y sobre la explotación de los elementos naturales en México. Fundó el primer Observatorio Astronómico de la región de Guadalajara, cedió sus salarios de catedrático para establecer en el Liceo de Varones los laboratorios de Química y de Física e importó la primera máquina eléctrica de Guadalajara. Se le consideró “el consultor de la ciudad, en la mayor parte de las ciencias físicas y naturales”.1

Como perito en varios litigios judiciales se caracterizó en sus dictámenes por su precisión y su honorabilidad a toda prueba.

Atendió su farmacia particular, la cual contaba con dos sucursales, las que se distinguieron por el gran surtido en drogas y productos químicos medicinales, y a ellas asistían los estudiantes a las prácticas profesionales.

Escribió varios textos sobre temáticas químicas para que sirvieran de apuntes a los estudiantes. Publicó algunos artículos sobre química y meteorología en el Boletín de la Sociedad de Ingenieros de Jalisco, y el 7 de julio de 1877 apareció su Estudio sobre el maguey llamado mezcal en el Estado de Jalisco.

Se integró a las siguientes organizaciones: Sociedad de Clases Productoras, Cámara Mercantil, Junta Auxiliar de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Sociedad de Ingenieros de Jalisco; y en 1859 participó en la fundación de la Academia Médica de Guadalajara, de la cual fue tesorero fundador.

Falleció en Guadalajara el 3 de abril de 1900; tras ser velado en el salón principal de la Escuela de Medicina, fue inhumado en el Panteón Municipal de la ciudad.

Juicios y testimonios

Rogelio García Castro: “Fue un personaje fascinante [...] Su principal aportación fue haber despertado la curiosidad y el interés por saber cómo cambiaban las condiciones climáticas de nuestra ciudad. Corría el año de 1880 cuando a este modesto maestro se le ocurrió saber qué cantidad de lluvia caía sobre Guadalajara. Lázaro Pérez, el pionero, improvisó un pluviómetro con un bote de chiles que puso en el patio de su casa para captar el agua de lluvia al inicio del temporal, con una regla medía el nivel y en un cuaderno hacía sus anotaciones. Con el transcurso del tiempo pudo comprar algunos aparatos modestos como termómetros, con los que medía la temperatura y sacaba diferencias. Él aún no pensaba en sacar gráficas, pero llevó una bitácora en la que diariamente anotaba sus observaciones. Algunos lo calificaban como loco; para otros era un excéntrico, pero lo cierto es que sus investigaciones demostraron que la Meteorología era importante para Guadalajara [...] La naturaleza premió su tesonera labor con un espectáculo único: a fines del siglo pasado se registró en Jalisco la única nevada que se ha presentado [hasta entonces]. Tocó a este apasionado de la meteorología registrar los datos que han quedado para la posterioridad”.


Un periódico de la época: “Uno de los hijos más preclaros de Jalisco que supieron dar honra y gloria a su Estado natal”.


Referencias
  1. Díaz de Vivar, op. cit., p. 45. ↩︎